miércoles, mayo 1, 2024
PENSAR CON CRITERIOS

Mirada en tiempo real

Ser periodista dentro de la rebeldía que implica serlo, me lleva a expresar mis pensamientos críticos, dando una miradita a mi amada Venezuela en tiempo real.

Primero recordemos que el propósito cierto, aunque en algunos casos lleve algo de maquillaje, de toda acción autoritaria, es acallar a la oposición, con la firme intención de prolongar su statu quo dentro de las instancias de poder, y a las que, en casi todos los casos, llegan con la anuencia de un pueblo que quiere cambios.

Esto está pasando en América en países como Nicaragua, Cuba… y con Venezuela a la cabeza.

Lo gratificante es que, aunque floja, sí existe en Venezuela una disidencia externa e interna tratando de recuperar el estado de derecho que resuella entre sus ruinas, herido de muerte por la opresión, el nepotismo, el abuso de poder, el idealismo mal direccionado y la manipulación de un pueblo hambriento no solo de alimentos sino de valores y de fuerza libertaria. Un pueblo que perdió a mano propio su democracia, incitado por un criminal intelectual que los lleva a ciegas hacia el abismo oscuro haciéndoles creer que van hacia un mar de felicidad.

Pero lastimosamente es que, en tiempo real, el nacionalismo venezolano no es otro que el de un flojo cumpliendo su principal mandamiento de su pereza mental, “nacer cansado y vivir para descansar”.

Bolívar, no descanso, Ana María Campos no declinó, Urdaneta no traicionó, sus pensamientos en tiempos reales fueron siempre la libertad, romper las cadenas de la opresión, levantar la voz ante el nepotismo y corrupción política, garantizando con sus acciones en el campo de batalla un estado de derecho donde el pueblo fuese el VICTORIOSO.

En tiempo real, los venezolanos necesitamos un programa de acción que nos lleve a una ideología nueva y verdadera, para que luego desde ella surjan liderazgos emergentes deslastrados de esa intencionalidad personal de resguardar solo el interés de unos pocos sobre el colectivo. Y lo primero que debemos hacer es encontrar la manera de democratizar esa indiferencia que hoy está enquistada en la mente de más de la mitad de mis connacionales.

Voy a repetir la frase que he venido diciendo desde hace algún tiempo: la palabra salva.

Ya debemos hablar, escribir, discernir. No podemos ser convidados de piedra ante los cambios de sociedad que ha experimentado Venezuela, donde la educación ya no es robusta, donde el educador fue degradado para colocar en su lugar un “agente”, para no darle otro nombre, que lo único que enseña es a mendigar alimentos, bonos y puestos en cualquier rinconcito del país, así sea en la puerta de un hospital donde se pueda negociar medicinas, insumos y hasta las camas donde se recibe asistencia.

Se ha deshumanizado el país a tan forma que nada importa, y donde lo más grave es que la capacidad de criterios le fue sacada a raíz a una gran parte de la población como si se tratase de una arcaica lobotomía.

El liderazgo venezolano oficialista y opositor, no muestran hasta ahora, en una rápida mirada en tiempo real, un verdadero compromiso social. Si los analizamos internamente vemos que solo es un oasis en medio de un desierto de intereses políticos, donde el que menos cuenta es el pueblo, siempre y cuando sea para que vaya hasta las urnas a depositar su voto a favor de ellos y así seguir con el cuento de las elecciones transparentes, que son solo una falsedad. Nunca ha habido transparencia electoral ni antes del chavismo ni después, solo que esta vez la violatoria es más desparpajada, y no se habla de Jovito ni de Andrés Velásquez sino de un CNE oficialista que hace y deshace con la ley electoral para mantener en el poder un grupito de pirañas que con sus mordidas voraces al erario público acabaron con el bienestar de un país; cuyo desgobierno afectó hasta al vecino al obligarlos a abrirle paso a casi la mitad del país que salió despavorido para no convertirse en los infelices cubanos o haitianos transformados en almas andantes por los continentes enfrentando el rechazo social y hasta la muerte.

Utilizar la palabra es la tarea, y que esta no ceda, que no trance, que no claudique. No juguemos a ser la Amalia de la historia en pleno siglo XXI, al convertirnos en una población destruida por la acción de un holocausto político, tensando entre malos y buenos; cuando todos debemos asumir nuestras culpas y direccionar nuestra lucha hacia una nueva ideología política, que nada tenga que ver con comunismos destructores ni con socialismos manipuladores; que se base en la unidad, el respeto a la propiedad privada y el bienestar y crecimiento del pueblo.

En el caso del Continente, donde muchas naciones están no en vías de desarrollo sino en vías de nuevas Venezuelas, Nicaraguas y Cubas, se necesitan negociaciones y negociadores neutrales que eviten darle continuidad a la falsificación de elecciones de la mano del abuso de poder, solo así se logrará la libertad social que todos anhelamos.

Recuerden que la palabra es lo más temido por los tiranos; úsenla, pero úsenla bien.

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