OPINIÓN

NUESTROS ABUELOS Y ABUELAS  

POR: DR. PEDRO DUARTE

Llegan a mi mente dos espacios que en una oportunidad existieron en la Costa Oriental del Lago, me refiero por un lado al antiguo Ancianato de Puerto Escondido Municipio Santa Rita y por el otro a la Casa Hogar Madre María de San José, en el sector R-5 del Municipio Cabimas, ambos construidos con la finalidad de albergar y cuidar en todos los sentidos a nuestros amados y respetados Ancianos. Estas visitas formaban parte de un trabajo apostólico asignado en diferentes oportunidades en el movimiento de apostolado seglar en el cual militaba.

Estos recuerdos tienen una profunda carga de nostalgia (quizás sea la palabra que mejor grafique) pues el encuentro con las Abuelas y Abuelos allí internados, las conversaciones con ellos, las condiciones de salud en las que muchos de estos se encontraban, debo reconocer me pegaban duro en lo personal, aceptando que este no era mi punto fuerte ni lo es, pues sin entrar a juzgar, jamás podré entender como estos Hombres y Mujeres con la piel arrugada, con sus hermosas canas, con sus historias repetidas una y mil veces, con una experiencia de vida extraordinaria, pues no todos tenemos la dicha de llegar a 70, 80 o 90 y hasta más años acumulados, quienes en el pasado pasaron noches sin dormir, que dieron todo por ayudarnos a ser lo que somos, estén viviendo los últimos años de su vida en soledad, apartados de todo, de su Familia, su casa, sus cosas, su ambiente cotidiano.

A propósito de esto, recuerdo en una de estas visitas a Don Marcos, terrible, malhumorado y cómico a la vez, quien un día me dijera: “Dr. Lo que más extraño en este lugar de soledad es la presencia de mis Hijos, pues hasta ahorita ya son cuatro meses que no sé de ellos”. A decir de Papá y de un gran amigo residente en Maracaibo, ambos sin conocerse, en distintos momentos y cada uno a su manera me han comentado: “Pedro llega una edad donde lamentablemente tenemos que reconocer que no sigue más nada” hasta cierto punto comparto esta afirmación recordando a Don Marcos.

En la Exhortación Apostólica Post-Sinodal Los Fieles Laicos (Christifideles laici, numeral 48 Titulo Los  Ancianos y el Don de la sabiduría), a veinte años del Concilio Vaticano II, el Papa Juan Pablo II a propósito de  la celebración del Jubileo de los Ancianos manifestaba: “La entrada en la tercera edad ha de considerarse como un privilegio; y no sólo porque no todos tienen la suerte de alcanzar esta meta, sino también y sobre todo porque éste es el período de las posibilidades concretas de volver a considerar mejor el pasado, de conocer y de vivir más profundamente el misterio pascual, de convertirse en ejemplo en la Iglesia para todo el Pueblo de Dios (…).”

El gran pensador Chino Mao Tse-Tung en la nota de introducción al artículo “Una Brigada Juvenil de choque de la Cooperativa de Producción Agrícola” nro. 9 del Cantón de Sinping, Distrito de Chungshan manifestaba que “la Juventud es la fuerza más activa y vital de la sociedad… desde luego los Jóvenes tienen que aprender de los Viejos y demás adultos y hacer todo lo posible para emprender, con el consentimiento de estos, toda clase de actividades útiles”.

Reconozco el esfuerzo y la voluntad de Instituciones como la Fiscalía General de la República al emprender acciones contundentes en contra del maltrato a nuestros  Ancianos y Ancianas. De verdad son un tesoro que debemos aprovechar al máximo, respetarlos en sumo grado, ayudarlos en su día a día,  pedir a Dios toneladas de paciencia para atenderlos como se merecen, hacer valer su identidad y dignidad, hablarles con naturalidad, ayudarlos a que se sientan útiles y ojalá podamos evitar su aislamiento, sin perder la perspectiva que algún día nos tocará a nosotros.

“Todavía en la vejez darán frutos, serán frescos y lozanos, para anunciar lo recto que es Yahvéh” (Sal 92, 15-16)    

 

Dr. Pedro Duarte

Abogado

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