OPINIÓN

OTRA VEZ, DECÍAMOS AYER

EUGENIO MONTORO

Muy conocida es la anécdota de Luis de León, un fraile Agustino del siglo XVI, que enseñaba en la Universidad de Salamanca que, por su trabajo y calidad intelectual, despertó la envidia y las intrigas de sus pares y vino a parar, con todos sus huesos, por cuatro años a la cárcel.

            De acuerdo a sus inquisidores su principal falta fue la de haber traducido “el cantar de los cantares”, atribuido a Salomón en el Antiguo Testamento, a lengua vulgar, cosa que estaba inexplicablemente prohibida. Al final fue absuelto y pudo volver a su cátedra y cuentan que, acostumbrado a referirse a la clase anterior, y minimizando la tragedia de los cuatro largos años en chirona, comenzó con su hoy famosísimo “decíamos ayer”, himno al optimismo para seguir con paso firme hacia el futuro a pesar de los períodos canallas.

            La pandemia está cercana a que le digamos algo parecido. La mayoría de los países ya toman medidas prudentes y direccionadas a recuperar la vida normal. Esta especie de hibernación de 4 meses llega a su fin y la sociedad se despereza para volver a trabajar, a estudiar, a enamorarse, a viajar, a divertirse y a reír. Habremos pasado los sustos y las tragedias y empezará a correr el reloj para el siguiente.

            También Venezuela está próxima a una transición hacia la democracia poniendo fin a una dictadura comunista podrida de delincuencia. En lo interno, el desafío político escala su fuerza y el sancocho de una enorme protesta final sigue cocinándose. En lo externo barcos de guerra a la vista en el mar Caribe y una brigada especial con miles de soldados gringos se posiciona en la frontera con Colombia.

            Lo que habrá que hacer luego de la salida de los rojos está bastante claro. Casi todos los conocedores en las áreas de servicio, producción y comercio prepararon planes concretos y forman, entre todos, el Plan País y la acción combinada sería como sigue.

            Se solicitará a instituciones internacionales cuantiosos préstamos de dinero para atender las urgentes necesidades de la población incluyendo salud, alimentos y servicios. Se ejecutará un plan de seguridad para eliminar acciones de irregulares de organizaciones narcotraficantes, guerrilla FARC y ELN, terroristas como Hezbollah, colectivos y el regreso de los cubanos a su país.

            La recuperación no es asunto de un grupo especial sino, principalmente, la decisión de millones de ciudadanos dispuestos a rescatar su país y, sintiéndose libres y seguros, esforzarse para acometer con entusiasmo la actividad de aporte que deseen.

            La mayoría de las empresas propiedad del Estado, deberán ser privatizadas y se devolverán a sus dueños originales centenares de empresas expropiadas. Todo el parque industrial privado existente debe reanimarse para satisfacer el mercado nacional y la oferta de empleo debe crecer intensamente.

            También se impulsará un aumento de producción petrolera como garantía a los préstamos internacionales y aquí también las empresas privadas participarán protagónicamente en todas las etapas del negocio de hidrocarburos.

            Llegar a corregir el gigantesco desastre que se ha producido en la economía, en la educación, en la salud, en la electricidad y el agua, en la gasolina y el gas, en las telecomunicaciones, en la infraestructura vial, en la producción del campo, casi podríamos decir “en todo”, es asunto que nos tomará varios años. El tiempo importa, pero es el sentido de dirección lo trascendente. Revertir la curva en descenso que traemos por una en ascenso es el reto principal.

            En estos días aprendimos de un conocido intelectual que la caída del 70% del Producto Interno Bruto (PIB) de Venezuela es algo sin parangón en países fuera de guerra. Inclusive lo comparó con una caída del PIB del 29% durante la guerra civil en España y la caída del 42% en la Alemania post segunda guerra mundial. Esto da una idea de la pavorosa y extraordinaria capacidad de destrucción de estos purulentos virus rojos.

            La recuperación de Venezuela es una tarea de patriotas. Es tan compleja como para requerir toneladas de paciencia y dedicación. Pero hay que hacerlo. Tal vez nunca olvidaremos estos 20 años de desorden y destrucción, pero al igual que Fray Luis podremos invocar el “decíamos ayer” como forma de significar que este paréntesis oscuro de nuestra historia no evitará que conquistemos el brillante futuro que nos merecemos.  Y así va a ser.

                                                                           Eugenio Montoro

                                                                         [email protected]

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