PENSAR CON CRITERIOS

Pacto de Gobernabilidad Urgente

¿Qué si Venezuela necesita un pacto urgente de gobernabilidad a largo plazo? Claro que sí. ¿Quién pondrá el cascabel al gato para iniciar este proceso de cambio activo? En esa espera estamos todos los que habitamos esta noble tierra; sin embargo, de lo único de lo que sí estoy clara y segura, es que esta Venezuela que conocemos en la actualidad no es Venezuela, esta es una falsa hecha a costa de las malas políticas económicas y sociales en un país cuyas riquezas son inagotables.

Si partimos de esta propuesta política necesaria, probablemente direccionaremos nuestras luchas sociales y económicas hacia lograr una mejor Venezuela, donde nuestros líderes políticos entiendan y ejerzan su deber de servidores públicos, alejando de sus mentes esos intereses personales que los llevaron a convertir este país en uno de los más corruptos del mundo, al creer que el poder que ejercen solo les sirve para atraer dinero fácil y mal habido, dejando de lado su honra nacionalista para caminar el sendero del desgobierno.

Tienen que entender que no es de cristianos darse golpes de pecho y apuñalar al pueblo por la espalda con sus malas políticas, al tiempo que la vieja forma de hacer política está obligada a dar paso libre a los nuevos liderazgos, y que esos viejos líderes sean visto como el ejemplo de lo que no debe hacerse, pasando a la base de reserva de ese gran pacto de gobernabilidad.

Es urgente que se escuchen unos a otros por el bien del pueblo y si quieren lograr cambios sustanciales en el país. El objetivo final de este pacto debe ser exterminar los alacranes de la política cuya adulancia, engaños y traiciones tienen a Venezuela patas arriba.

Por no escuchar desbaratamos el ingreso petrolero, que, si bien al principio permitió construir aceleradamente la infraestructura del país y formar buenos profesionales, hoy es solo la caja chica del gobierno para enriquecerse a motu proprio.

Si antes fallamos en la formación de buenos ciudadanos y en establecer instituciones sólidas, al sumergir al país en un descarado y negativo presidencialismo, centralismo y estatismo, es hora de pactar un cambio donde participen las fuerzas vivas de la nación, sin excepciones. Está muy claro que no se ha logrado la reducción de la pobreza y de la desigualdad, y que, si bien el extinto presidente Hugo Chávez dio un paso en pos de ese ideario, el terreno ganado se perdió entre la corrupción, la ineptitud y la violación de los derechos humanos que observamos desde hace varios años en el país.

El manejo de ese petróleo, es decir, de los ingresos por su exportación, nos ha dificultado ponernos de acuerdo sobre lo que debemos hacer y el cómo llegar a ese pacto que es urgente para el país. Todavía no nos percatamos de que esos montos ya no son suficientes para atender nuestras crecientes necesidades. Es irrisorio pensar que un cambio de Gobierno o una elección primaria para elegir al candidato de la democracia, bastará para acabar con nuestros males, de allí la necesidad de que este pacto sea diseñado a largo plazo, empezando por alargar el periodo de transición, donde se establezca la privatización de las empresas del Estado, así como enmendar la Constitución para garantizar la descentralización y eliminar la reelección presidencial.

El petróleo tiene todavía algún tiempo para contribuir parcialmente a nuestro desarrollo. Ojalá no le demos más larga a la firma de este pacto que solo servirá para enrumbar a Venezuela por un sendero de paz dejando atrás esta pesadilla social y económica que se vive y que parece no tener fin.

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