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Pensamiento democrático en los jóvenes

por Noris Hernández

Muchos jóvenes venezolanos hablan y creen saber hablar de Democracia; pero su conocimiento de democracia en sí, está muy lejos de descifrar ese poder que conlleva defender y poseer el bienestar que provee un verdadero sistema político libre y provechoso, como el democrático.

Para ser más clara, si yo hablara de la época de las presidencias de Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez ante lo que significó para Venezuela el perejimenismo, tendría un background claro de lo que significa un cambio de paradigma político en la población; no estaría hablando por hablar, porque conocí la falta de libertades, y también supe lo que es vivir con mayor bienestar.

Nadie, que vivió esos cambios, puede decir que la sociedad venezolana no tuvo cambios sustanciales en cuanto a educación, salud e ingresos económicos tras los procesos democráticos de la cuarta República.

Sin embargo, los jóvenes venezolanos están viviendo situaciones adversas, ya que disfrutaban de cierto confort, el mismo que dio paso a la instauración de una nueva clase social: la clase media, y la clase media baja, y que dio como resultado, que, aunque pertenecieran a familias humildes, tenían acceso a una educación de calidad, a un sistema de salud asequible, y les alcanzaba los recursos para disfrutar su juventud en buenos términos; pero qué pasa hoy día con esos mismos jóvenes, que ahora ven mermadas todos esos aspectos que los beneficiaron en un pasado cercano.

Entonces lo que está de moda en la población joven y adulta políticamente, es discutir sobre el porqué la están pasando mal en muchos aspectos, y esto debilita el mal llamado socialismo del siglo XXI impuesto por el chavismo, y que ha fracasado rotundamente en Venezuela, al no traer el bienestar prometido, ya que se dejó arropar por la corrupción y el abuso de poder que mantiene bajo la bota militar y civil a un pueblo que pareciera resollar sus últimos alaridos de libertad, tratando de zafarse de la opresión que los ahoga en la miseria, el miedo y en la desesperanza. Repito, para nadie ya es un secreto de que en Venezuela priva un régimen autocrático solapado en una seudodemocracia, y ya el mundo entero lo sabe.

Yo crecí en una Venezuela donde pude graduarme sin muchos recursos, logré un trabajo estable, me desarrollé social y económicamente para ir sonriendo en la vida. Ahora los jóvenes viven diferentes, y eso los pone contra el sistema, de allí que al menos cerca de un 80 por ciento de ellos, estén dispuestos a enfrentarlo con banderas, y piedras si es necesario, vociferando cuanto se les ocurre, para retomar el sendero democrático, en un país que hace rato cruzo la línea hacia el totalitarismo.

El gobierno actual olvidó a la clase media, esa que apalancaba el futuro del país, y era su cliente principal, ahora no hay lucha de clases, porque la clase media está dispersa por todo el mundo, luego de registrarse una ola migratoria sin precedentes en el país, que en la actualidad ronda los 10 millones de personas que han abandonado Venezuela a través de sus fronteras, aéreas, marítimas y terrestres.

El chavismo y sus consecuencias, es razón de un análisis profundo, donde siempre la conclusión será la misma. Un error. Una mentira dicha mil veces para que termine creyéndose.

La democracia como sistema nunca desencantará, y los jóvenes lo saben, porque como lo explicaba el recién fallecido líder socialista Pepe Mujica, el Estado, que representa el sistema, es como una caja de herramientas, donde el que fracasa o gana es quien utiliza esas herramientas, entonces el fracaso está en el líder.

Los líderes chavistas descuidaron la esencia de la Democracia, privando intereses más personales que colectivos, y todo este supuesto “cambio” llevó con alevosía y como corderos, al noble pueblo de Bolívar, al despeñadero hacia donde los dirige el régimen que gobierna Venezuela.

El estado de bienestar tiene mucho que ver con la seguridad personal, salir a la calle seguros, sin mirar hacia los lados para ver quien te asecha. Lo importante es que, gobierne la izquierda o la derecha, todo se mantenga, que haya bienestar social. Y también por supuesto que haya seguridad pública.

Ahora bien, por más que analices y pienses en la situación actual de la gobernanza venezolana, de lo único que se puede tener certeza es de que por más que lo nieguen una y otra vez, la nube negra de una posible transición persigue al régimen de Nicolás Maduro incansablemente.

Ya han pasado más de 20 años desde que llegó el chavismo al poder con sus múltiples vínculos con gobiernos totalitarios como Rusia, Cuba, China, Irán y Nicaragua, con grupos guerrilleros y paramilitares; nexos que se afianzaron desde la asunción de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela a ultranza de un proceso democrático, pero en todo este tiempo el país fue sumido en una total indefensión ante el poder de un gobierno con visos democráticos, pero con acción autocrática.

A pesar de que han ido cayendo fichas rojas, unos por traiciones, otras por conveniencia política y unas cuantas por el poder Divino, y que se ha dado una secuencia de procesos que, por tropiezos, zancadillas, cuestiones de jurisdicción o falta de pruebas concluyentes en las investigaciones judiciales internacionales, que lo han puesto en la mira a lo largo de los años contra la “marabunta” roja que carcome a Venezuela; el chavismo aún se mantiene en el poder.

Pero la opinión pública es más rápida – para bien o para mal – que el sistema judicial, y en consecuencia el chavismo se ha convertido públicamente en un lastre para el país, y el pueblo se cansó de el, la muestra se hizo real el pasado 28 de julio cuando masivamente los venezolanos votaron en contra de este malsano régimen. El hecho de que en el fondo el chavismo está ya atado a una red de narcotráfico y a su sangrienta historia, significa que hasta cierto punto todo el fenómeno chavista cayó en un abismo profundo y oscuro en la narrativa de la historia reciente de Venezuela.

De todas maneras, ante el intento de robo descarado de la presidencia a Edmundo González, el régimen de Nicolás Maduro vuelve a desplegar su defensa probada: negar todo sistemáticamente, desvirtuar las evidencias aportadas, creando falsos positivos con el reclamo por el Esequivo y un sin número de planes conspirativos, donde lo único real son los presos extranjeros y nacionales que dejan estas acusaciones inverosímiles que rayan en lo pintoresco.

Por otro lado, es cierto que una ínfima parte de la población da por hecho que Nicolás Maduro sí ganó las elecciones, y consideran que un abusivo hackeo provocó que el CNE no pudiese contar con las actas de escrutinio que así lo especificaban, mientras dan por sentada la falsedad con ayuda del impero gringo de las actas presentadas por los líderes del comando de la Unidad Democrática encabezada por el candidato ganador y Edmundo González Urrutia y María Corina Machado, pero eso también es democracia: diversidad de opiniones, diría.

Con estos nuevos episodios, la saga del chavismo se alarga, pero se abre un nuevo posible desenlace con lo que pueda salir de la crisis política que agobia a los venezolanos: Una transición negociada que coloque a Venezuela de nuevo en el sendero democrático que sus nacionales anhelan y por la cual luchan a brazo partido con la ayuda de la comunidad internacional. Y para esta parte de la historia se necesitan jóvenes, líderes, jóvenes críticos, jóvenes demócratas.

Foto/Tomada de la WEB/El Nacional

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