Que en este año los propósitos tengan resultados

Pensar en un año que termina y en otro que comienza, en qué nos dejó el viejo y qué nos trae el nuevo; no es fácil, o al menos no para mí, porque siempre hay metas que no se cumplen, por falta de voluntad cierta.

Al recomenzar nuestras promesas decembrinas nos aguarapan los ojos las personas que no están más, las cosas que no queremos que sucedan, pero que suceden y los sueños que queríamos cumplir, pero que nos hicieron despertar sobresaltados y nostálgicos por no haberlos alcanzado.

El 2022 trajo cosas bellas al mundo, aunque más bellas hayan sido para los seguidores de Lionel Messi y su copa del Mundo, pero también tristes ante la certeza de que seguimos sin hacer la tarea en cuestione de paz, de crecimiento sustentable y de golpes de timón a tanta deshumanización.

El mundo no se detiene y año tras año nos muestra su fuerza, un ejemplo la victoria ante el Covid 19, con sus casi inmediatas vacunas que evitaron resultados más oscuros. El talento de sus habitantes para hacer cosas impensables, dejando claro que lo que se piensa se crea, es una muestra de que este, los de atrás y los que vienen, son años de engenio y creatividad para avanzar. Sin embargo, nada se hace cuando las mentes retrogradas no se extinguen, siguen allí ante el silencio del mundo. Cito algunas: Vladímir Putin, presidente ruso, quien atenta a mansalva contra la vida en Ucrania, con una guerra sin sentido para el resto del mundo, pues solo responde a situaciones geopolíticas que nutren sus ganas de reinar en el mundo entero, una supremacía que ha dejado la tierra ucraniana ensangrentada y exhausta de su lucha contra el poderoso. En América la cosa no es diferente; Daniel Ortega actúa a sus anchas ante una inexplicable pasividad de los organismos internacionales, instaurando una dictadura cruel con la que busca dominar y asesinar a quien lo adverse sin importar que se trata de su propio pueblo, aplicando esa misma forma de gobierno contra la que luchó y que lo llevó al poder. En Venezuela el heredero del régimen chavista, Nicolás Maduro, se burla de la miseria de su gente y subestima su grado de nacionalismo ya extenuado por el abuso de poder, al punto de que cerró el año ordenando la elaboración y distribución gratuita de dos héroes de goma entre los niños venezolanos: superbigote y cilita; aprovechándose de la inocencia de un niño que sólo busca recibir un obsequio navideño. Fue una bajeza como es su costumbre, que solo recibió un tenue rechazo de los opositores al régimen. De este tamaño es la crueldad con la que busca implantar una imagen de salvadores rojos, que no existe, cuando en realidad son los villanos del cuento, esos que en nada se diferencian del Guason de Disney o del Thano de Marvel.

Asimismo, las investigaciones contra enfermedades tan duras como el cáncer no avanzan como en otras áreas, y cada día la muerte oncológica nos deja un vacío en el alma. La pregunta es: qué hace falta para que esa brillantez mental que tantas soluciones ha dado al mundo, logre descifrar la cura contra esta nefasta afección. Es absurdo que mientras seguimos enterrando a nuestros héroes del dolor que pierden su batalla contra el cáncer, se lanzan misiones rimbombantes al espacio en busca de la posibilidad de habitar otras galaxias, cuando está claro que a duras penas habitamos la nuestra.

Lo importante no son las metas y los propósitos para este año que comienza sino las ganas que le pongamos para cumplirlos. La tarea para el mundo vuelve hacer la misma hasta que por fin logremos completar, aunque sea, la mitad de ella: Unidad, Solidaridad, Paz, Amor, pero sobre todo que seamos parte de la solución de cada uno de los problemas que nos obstaculizan ir en la dirección correcta.