POR: RAÚL OCHOA CUENCA
El 24 de junio se celebra en Venezuela el Día del Ejército; en el año 1960 el presidente constitucional de la República era Don Rómulo Betancourt, quien se disponía a presidir los actos militares conmemorativos no solo del que fuera nuestro glorioso Ejercito, sino también la conmemoración de la batalla de Carabobo, victoria esta de los patriotas que selló la Independencia de nuestro país del yugo español. El desfile, como era costumbre, se realizaría en el Paseo de los Próceres.
El día del ejército patrio continúa siendo siempre el mismo, pero lo que ha diametralmente ha cambiado en los últimos 60 años son los presidentes y el honor por la patria hoy inexistente en nuestro ejército.
Una soleada mañana del viernes 24 de junio del año 1960, Rómulo Betancourt fue víctima de un atentado dinamitero, hace exactamente 61 años, donde sufrió quemaduras de tercer grado en sus manos además de salir lesionados su sentido del oído y de la vista. A las 18 horas después del atentado, Don Rómulo Betancourt aparece en la televisión para decirle al pueblo que con él nuestra naciente democracia no moriría, que se fortalecería, no obstante, los ataques de los apátridas y enemigos de la nación, que tenían a Venezuela como objetivo político y económico, lo cual lograron 40 años después, con la ascensión al poder del bárbaro de Sabaneta.
Sí, en aquel lúgubre viernes 24 de junio del 1960 nuestro presidente era un patriota venezolano decidido a convertir el país en una nación próspera y fundamentalmente de principios y de prácticas democráticas, todo lo contrario a un innoble y cruel dictador quien de vez en cuando se disfraza de general, un malayo de incierta nacionalidad, sin escrúpulos, con el solo objetivo de mantenerse en el poder mediante crueles triquiñuelas aupado por potencias extranjeras y dueño de un poder absoluto, convirtiendo a nuestra nación en un estado fallido; dicho coloquialmente, en un territorio guarida de hampones, traficantes de drogas, terroristas y estafadores de cualquier nivel o nacionalidad, utilizando las pocas instituciones que aún existen como instrumentos para satisfacer sus apetencias criminales.
En este comentario por el cual recuerdo el atentado a Rómulo Betancourt me parece interesante recordar igualmente su discurso de toma de posesión ante el Congreso Nacional y en sesión conjunta de ambas cámaras el 13 de febrero del año 1959. Allí el nativo de Guatire e hijo de un canario, haciendo uso de su experiencia y madurez como estadista, lo dejó muy claro: «En el transcurso de mi campaña fui muy explícito en el sentido de que no consultaría al Partido Comunista para la integración del Gobierno. Es un hecho que la filosofía política comunista no se compagina con la estructura del Estado venezolano».
Y el cretino de Chávez 35 años después, se fue a Cuba a decir que a Venezuela la convertiría en otra isla de la felicidad. Los dos tenían razón, Rómulo entendió el peligro que significaba el partido comunista y el cretino de Chávez hizo exactamente lo contrario, abriéndosele completamente a Castro en forma individual y al comunismo en general.
Dos maneras de recordar el 24 de junio, día del ejército y conmemoración de la batalla de Carabobo. Rómulo herido, pero al lado de un pueblo, mientras que el apátrida de Maduro rodeado de brujos y hechiceros.
Raúl Ochoa Cuenca