FARÁNDULA

Rosalía, el fenómeno de la cultura pop que no veíamos venir

“Que no soy tu bizcochito”, se jacta al decirlo la Rosalía, no obstante, su imagen de ‘bichota’ dice que no, y nos recuerda el “entiende no” que claman las mujeres en las marchas feministas, así responde a ese reguetón abusivo que cosifica a la mujer.

Ese “ya no soy ni voy a ser tu bizcochito”, nos sabe a poder femenino salido de su boca; no importa si sus dientes tienen diamantes incrustados o si es amiga de las Kardashian. Le creemos. La Rosalía que se presentó en el Ceremonia de 2019 ya pregonaba su apoyo a la maternidad elegida, en un pequeño speach que enardeció al público, y en ese primer encuentro se ganó las páginas principales de los periódicos que hablaban del festival, incluso si Massive Attak o Aphex Twin eran los estelares.

Rosalía, el fenómeno de la cultura pop que no veíamos venir

La española, volaba cabezas combinando jazz con ritmos urbanos, o trap con flamenco y distorsiones; que si los malinterpreta, que si los mancilla o no se le entiende na’, tampoco importa. Ya entró a esa especie de olimpo de los cantantes que se les perdona todo.

Hay quienes la elevan al estatus de artista conceptual ‒con cierta grandilocuencia‒ y quienes afirman que es solo un producto de marketing más, que no merece las glorias ni notoriedad que le otorga el flamenco, porque no lo lleva en la sangre… los detractores tendrán que ponerse a debatir con Pedro Almodóvar, quien asegura, es todo lo opuesto a una artista diseñada por la industria.

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O con Billie Eilish, quien apenas la descubrió, se volvió parte se sus stories de Instagram –mejor campaña de publicidad no hay ni mejor validación. Rosalía tiene una larga trayectoria en la que siempre ha jugado a ser experimental, y aunque a veces no le salga bien, se da esa libertad.

Rosalía, el fenómeno de la cultura pop que no veíamos venir

En su segunda producción discográfica El mal querer (2018), cada tema correspondía a un capítulo de la novela Flamenca del siglo XIII, en la que hablaba del mal amor que ahora nombramos tóxico. Y entre TikTok’s, memes, donde su mandíbula parece dislocarse al mascar un chicle, búsquedas en Google de “… qué significa Chicken Teriyaki” y “Saoko, papi, Saoko” o análisis profundos sobre los secretos que esconden sus canciones, hasta la invención de un alfabeto propio, la Rosalía confirma que es un fenómeno de la cultura pop ‒que no vimos venir‒, porque no tiene la cara de Taylor Swift ni la fórmula musical establecida de las estrellas de su generación.

cantante

En apenas tres años, desde su primer encuentro con los mexicanos, la famosa parece haberse metamorfoseado, pero ella no se siente mariposa, se siente “Motomami”, entre empujones en el aeropuerto por la cantidad de gente que esperaba su arribo (y a pesar de sus caras de hartazgo) ella sabe que regresó a la Tierra Prometida, no se equivocó: las redes sociales del domingo 14 y lunes 15 de agosto eran todo Rosalía y su grandiosidad, tras sus dos conciertos abarrotados en el Auditorio Nacional.

Que si el ciclorama blanco como lienzo, la tinta Bic color azul para escribirse y reescribirse, el vanguardista formato vertical o la cauda espectacular de su vestido… El tiempo dirá qué otra transformación hemos de ver de la catalana… o si no dio para más.

Pero nadie puede negar –nos guste lo que hace o no– que, entre atuendos de grandes marcas, uñas kilométricas, actitudes ordinarias, composiciones viscerales, arte visual impactante, tergiversaciones del lenguaje, bailes sugerentes y la sexualidad consensuada de su imagen, Rosalía es hoy lo que pregona, la “Motomami”, una mujer mitad humana y mitad máquina (de hacer dinero), que no solo vende discos, sino una actitud que la consolida en el imaginario de la nueva mujer del siglo XXI, eso sí, solo para las que se atrevan.

rosalía

Fuente………….Caras

 

 

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