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Desde Gibraltar: El origen de un culto

Para Juan de Dios Martínez, asiduo investigador del culto a San Benito de Palermo en el Sur del Lago, ya fallecido, esta tradición ancestral tiene su origen en el padre tambor.

por Noris Hernández

Una Imagen que está presente en los hogares de muchos venezolanos como su santo protector, es la de San Benito en Gibraltar, pero qué hay en las raíces de esa devoción; pues nada más y nada menos que un fervor religioso de origen ancestral que forma parte del amor hacia la divinidad de las Aguas Azules.

RITOS DESDE DAHOMEY

San Benito de Gibraltar

San Benito en Gibraltar. FOTO/EVELYN CANAÁN

El culto a San Benito de Palermo se realiza en muchas regiones hispanoamericanas. En Venezuela se lleva a cabo con elevado fervor en las poblaciones costeras del suroriente del Lago de Maracaibo del estado Zulia, donde se originó esta tradición, y en la que se da una multitudinaria participación del pueblo y la esmerada elaboración del ritual en honor a San Benito.

Estos rituales que hoy se rinden al Santo Negro de Palermo, son una síntesis de antiguas culturas africanas de diversas y desconocidas procedencias, trasplantadas a estas regiones de América por el régimen esclavista.

Entonces lo que comenzó con el culto al Príncipe Ajé de Dahomey, actual república de Benín en África, terminó transformado en Venezuela, a partir del siglo XVII, en un culto a la santidad de una figura católica que traspasa fronteras simbólicas de grupos étnicos de descendencia negra, esclavos, indígenas y mestizos criollos zulianos y andinos.

Se cuenta que el mito del Príncipe Ajé, el dios de los ríos y el mar, consagró las primeras hermandades de San Benito y Santa Ifigenia en los siglos XVI y XVII en España y Portugal; y por una cuestión de estrategia esclavista que relacionó el color de piel  de este Santo igual a la de los esclavos africanos, se utilizó esta característica para mezclar a Benito de Palermo con las deidades de los esclavos en Europa Mediterránea y América, con el objetivo de convertirlos al cristianismo a través del bautismo y la veneración de santos.

San Benito de Gibraltar

FOTO/EVELYN CANAÁN

El culto a San Benito de Palermo también se celebra en España en la provincia de Pontevedra, una aldea llamada Angoares en el municipio de Ponteareas, coincidiendo con las fiestas patronales de dicha aldea, donde miles de fieles cada año hacen ofrendas como figuras de vela de formas y partes del cuerpo que sirven algún tipo de dolencia, para que el Santo ayude en su sanación. También se ofrecen huevos, aceite y animales, que serán bendecidos y después subastados. La fecha varía según el calendario eclesiástico entre finales de abril y principio de mayo.

La devoción de deidades católicas de piel negra a América según documentación histórica revisada por investigadores, corrobora que, hacia el siglo XVII, aparecen títulos de las primeras hermandades consagradas a San Benito y Santa Ifigenia en España. Se reporta la presencia de hermandades en Granada (San Benito de Palermo en la iglesia de Santa Escolástica; San Benito y Santa Ifigenia en Cádiz, 1664). Y es que ya en España y Portugal, las cofradías eran un espacio de relativa autonomía para los esclavos. Existen datos históricos sobre más de 30 hermandades de pretos en Portugal y más de 20 cofradías de negros, morenos o mulatos en España. Ya en la baja Edad Media hubo algunas en Valencia, Sevilla, Barcelona o Lisboa, pero muchas fueron creadas en el siglo XVI y XVII, en la fase de mayor auge de la esclavitud.

San Benito de Gibraltar

FOTO7EVELYN CANAÁN

TEMPLO DEL TAMBOR: San Benito de Gibraltar

Tras la colonización de Venezuela, los Wester de la corona española desarrollaron sus gobiernos ubicados en Mérida, Trujillo y Maracaibo, de allí que, según reportes históricos para 1775 había una imagen de San Benito en la Villa de Nuestra señora del Rosario de Perijá, ciudad fundada por familias canarias, entre ellas Juan de Chourio, quien poseía varias haciendas en el Sur del Lago, específicamente en Gibraltar, Ceuta Tomoporo, San Timoteo, San Lorenzo y Tasajeras. El hacendado Juan de Chourio se le había entregado licencia en 1722 para introducir esclavos para trabajar en sus plantaciones.

Es así como es en el Sur del Lago, que tenía como centro administrativo y político el pueblo de San Antonio de Gibraltar, se convierte en el lugar donde los creyentes muchos de ellos esclavos cimarrones provenientes de los cumbes, comienzan a invocar la deidad de las Aguas Azules, el príncipe Benito Ajé, para pedir su protección y curar sus enfermedades físicas y espirituales.

El centro de congregación de los esclavos para rendir culto a sus deidades se inició en el templo de San Pedro de Gibraltar, hoy en ruinas luego de ser bombardeado y saqueado durante los enfrentamientos entre colonizadores, indígenas, piratas y guerras independentistas.

Existe el mito alrededor de Benito Ajé que cuenta que el Rey de Abomey en Dahomey escoge a una joven aldeana para integrarla a su grupo de esposas, esta no quiere compartir el amor por su rey con el resto de las esposas, y ya embarazada, se retira a su aldea donde parió al príncipe Ajé.

Esta devuelve el niño al rey para que lo crie. Ya adulto el príncipe sale en busca de su madre, en su viaje consigue gente para ayudar y curar de enfermedades. Al morir, el pueblo lo hizo divinidad y se incorporó a la religión Fons de Dahomey. Se dice que nunca consigue a su madre.

Con el templo como epicentro se registran ante la mirada vigilante de la iglesia católica y de los amos esclavistas, las primeras cofradías de chimbángueles que era la organización jerárquica de origen africano de estos grupos de adoradores esclavos; posteriormente durante el proceso de evangelización se vieron obligados a absorber elementos europeos para sobrevivir ante su necesidad de mantener un contacto cercano con sus deidades, por lo que deciden cambiar el rumbo de sus rituales, calificados por los religiosos como paganos, agregando a ellos la figura de Benito de Palermo, potenciado con el culto al príncipe Ajé, como forma de mantener el respeto por su cultura ancestral.

Las razones de la Iglesia y los esclavistas para introducir la devoción de santos de piel negra o mulata fueron de carácter estratégico, debido a las consecuencias del traslado de esclavos negros a Europa Mediterránea hacia América que forzó a la Iglesia a buscar nuevos modelos de santidad negra y mestiza para atraer a los esclavos, y San Benito era uno de ellos.

Golpes ancestrales

Todas las comunidades que veneran a San Benito poseen golpes de tambor y de bailes diferentes o sus propias cadencias musicales de profundo significado, con los que exaltan hasta el paroxismo la veneración sacra hacia el Santo, entre ellos, los golpes sagrados de Ajé, Chocho, Chimbangalero Vaya, Misericordia y San Gorongomé. Además, el golpe Cántica que se realiza sin el santo.

San Benito de Gibraltar

FOTO/REDES SOCIALES

TRES ESTADOS SAMBENITEROS

San Benito tiene presencia masiva de devotos en las poblaciones de tres estados del país: Bobures, Gibraltar, Cabimas y Lagunillas en el estado Zulia; Timotes, Chachopo, Mucuchíes, San Rafael y Mucurubá en el estado Mérida; Mesa de Esnujaque, Valera, Granados, Boconó, Motatán, Betijoque y Sabana Grande en el estado Trujillo. Los trujillanos veneran con mucho fervor al Santo Negro el 25 de diciembre en Betijoque y localidades como Pampán y Monay; mientras que en Motatán se realiza una romería, como corolario de la celebración del Aniversario de la localidad cada 2 de septiembre, y durante la misma se reciben hasta más de diez agrupaciones de tambores de todo el estado y de regiones vecinas para realizar un recorrido por las principales calles. En los últimos años también ha sido un punto de encuentro para festejar las fiestas del San Benito en las fechas 22 y 31 de enero, cuando convergen en esta comunidad los diferentes Santos de varios municipios de los estados Zulia y Trujillo.

Las banderas que acompañan las procesiones de San Benito, son de color azul como un sincretismo con la deidad Ajé, señor de las aguas azules.

En Venezuela existen capillas de San Benito en muchos poblados y en un gran número de iglesias católicas se incluye un altar a este Santo.

San Benito en Gibraltar: El padre Tambor

Para Juan de Dios Martínez, asiduo investigador del culto a San Benito de Palermo en el Sur del Lago, ya fallecido, esta tradición ancestral tiene su origen en el padre tambor, quien indagó por más de 30 años entre sus ancestros desde 1950 sobre esta tradición, destacando este patrón religioso dahomeyano que rige las aguas y que fue relacionada con la Hoya del Coquivacoa hoy lago de Maracaibo.

Si bien la jerarquía eclesiástica designó como día de su celebración el mismo día de la muerte de San Benito, acaecida el 4 de abril de 1589, el ciclo de la fiesta en estas regiones del país (Sur del Lago, Costa Oriental del Lago, Maracaibo, costa de la Guajira venezolana y Los Andes) presenta la particularidad de abarcar el solsticio de invierno (Del 1 de octubre al 6 de enero), donde los bailes, música y canticos en homenaje al Santo Negro varían en cada región.

Escritor, músico e investigador de las culturas africanas del Zulia y de Venezuela, líder fundador del Grupo Ajé, a través del cual recuperó y grabó música, cantos y danzas de origen negroide. Fue nombrado Patrimonio Musical del Zulia el 23 de agosto de 1993, y se le otorgó la Mención Danza Folclórica del Premio Conac.
Por conmemorar el natalicio de Juan de Dios Martínez, se decretó celebrar el Día de la Afrozulianidad cada 16 de marzo.

 

Los esclavos procedentes del continente africano que llegaron a América la adoptaron como una Nueva África, donde repicaron sus tambores para rendir culto a su nueva deidad: San Benito de Palermo.

LA NUEVA  ÁFRICA EN AMÉRICA

En los rituales que celebraban algunos esclavos trabajadores en ciertas casas de los esclavistas, los africanos lograron conservar algunos vestigios de sus culturas de origen, poniéndola en práctica en América, su “nueva África”, al lograr incorporar a varios seguidores en sus cultos. Estos esclavos, según destaca Juan de Dios Martínez en sus libros donde reseña el resultado de sus investigaciones, tuvieron más oportunidades que los esclavos que trabajaron en las labores agrícolas, donde el trabajo era fuerte y vigilado.

“Haciéndoles mandaos a los amos, poco a poco se le fueron uniendo varios esclavos nacidos en Imbangala, por eso al toque de tambores de ellos se les empezó a llamar aimbangaleros, con el tiempo se les llamó chimbangaleros y a toda la fiesta chimbangles. Probablemente estos imbangalas entraron a la zona por medio del asiento esclavista de Juan Rodríguez Couthino y Gonzalo Vaes Couthino, que hasta 1613 o 1615 estuvo incorporando al sur del Lago esclavos procedentes de Angola”, sostiene en sus textos el líder afrodescendiente.

En la tradición oral del sur del Lago de Maracaibo, según le cuentan a Juan de Dios Martínez, se habla de un esclavo iniciador del culto, que tenía más de treinta años y provenía del occidente de Angola en el reino de Imbangala. Es por ello, que sus narraciones cuentan que uno de los primeros golpes o ritmos de tambor que se tocó se llamó Imbangala.

Los esclavos relacionban a al príncipe Ajé con los ciclos y festividades de la lluvia en los cuales se invoca la deidad con tambores para calmar la ser de la tierra y los cultivos. También en estas versiones, Ajé protegía a sus fieles interrumpiendo la búsqueda de su madre entre octubre y enero de cada año. El séptimo día de enero empezaría de nuevo su búsqueda, encontrando a su madre en el azul de las aguas, según relata Juan De Dios Martínez.

Al Santo Negro le dan el poder de castigar a los que impidan el buen desenvolvimiento de las celebraciones y a los que no cumplan sus promesas, les puede introducir espíritus maléficos de muertos que pueden acabar con una familia entera.

San Benito de Gibraltar

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