Hablar de los orígenes de la devoción a San Benito de Palermo en Cabimas, ubicado en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo en el estado Zulia, es difícil por todo lo que encierra la fe que esta sociedad guarda hacia su querido copatrono, trono que ocupa San Benito desde 1962 cuando la iglesia le designó ese honor.
En Cabimas todo comenzó en el siglo XVII con los frailes capuchinos que llegaron desde las ciudades españolas de Navarra y Cantabria al asentamiento de La Misión de San Antonio de Punta de Piedras en 1758, como bien lo dicen los historiadores, con una Imagen de San Benito de Palermo bajo el brazo.
Según documentos históricos, el obispo Mariano Martí en 1774 daba fe escrita de la estancia de estos religiosos en la zona que ofrendaban a San Antonio de Padua y a Benito de Palermo, descrita en su visita a estas tierras; por ello se deduce que en esta fecha llega a Cabimas la primera Imagen de San Benito, siendo una de las más antigua que se registran en el país.
La devoción en torno a San Benito de Palermo en Cabimas se fue transformando año tras año en una identidad colectiva para los pobladores de Cabimas, que asumieron la celebración de un culto, que, para muchos investigadores, se mezcló con la conquista, la colonización y la esclavitud, logrando un sincretismo entre el culto a Ajé, el dios de las Aguas Azules, y Benito de Palermo el bondadoso santo descendiente de esclavos etíopes.
Los conquistadores iniciaron la colonización y para iniciar la producción agrícola en los territorios conquistados iniciaron una inmediata colonización con ayuda de la evangelización de la mano de obra esclava en su mayoría proveniente de África; esta a su vez trajo consigo sus arraigos culturales entre ellos el culto a Benito Ajé a quien le rendían honores con golpes de tambores; luego identifican al Santo Negro impuesto por los monjes evangelizadores que llegaron desde Italia y España para fusionar esa veneración y llevarla adelante como la conocemos hoy en día.
Cuenta la historia que, en el caso de Cabimas, al retirarse los monjes capuchinos de esta zona debido a que el Libertador Simón Bolívar había firmado el Decreto de Guerra a Muerte contra los defensores del régimen español, abandonaron la iglesia local en 1818 y entregaron la Reliquia del Santo a una familia lugareña, a los Antúnez, quienes resguardaron la imagen y celebraban fiestas en su honor con mucha alegría en su casa hasta que fue entregada en 1829 a la iglesia donde reposa hasta ahora.

Primera Imagen de San Benito que llega a Cabimas de manos de los monjes capuchinos. Esta en custodia en la Catedral de Cabimas. (Foto/Gayledys Barrientos)
Máximo Antúnez, oriundo del Sur del Lago, y su esposa Herminia Quiroz, al ordenarse la construcción de una capilla de techo de paja y paredes de barro, para el resguardo de la tablita de la Virgen del Rosario en el centro de Cabimas, decidieron ceder la custodia de la imagen de Benito a la iglesia.
A esta característica social de los orígenes de Cabimas, se suma la oleada migratoria que llegó a Cabimas y que giró en torno al descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo. Una gran cantidad de familias desde el Sur del Lago y Los Andes venezolanos, entre otras regiones nacionales y extranjeras, se establecieron en Cabimas, encargándose de traer a esta zona su cultura, entre ellas, la frenética veneración a San Benito de Palermo.

La concentración de devotos de San benito en Cabimas es multitudinaria y festiva. (Foto/Gayledys Barrientos)
Comienza la gran fiesta de San Benito de Palermo en Cabimas
Las primeras reseñas periodísticas sobre la celebración que se realiza en Cabimas en honor al Santo Negro se dan en 1932, cuando la prensa local habla de una misa oficiada en la iglesia, hoy catedral de Cabimas, donde la Imagen era sacada de su nicho cargada solo por mujeres. Este aspecto da pie a que varias estrofas en composiciones musicales conocidas como tamboreras, refieran “San Benito lo que quiere es que lo bailen las mujeres”.
Bien lo decía el escritor Luis Britto García, en una cita hecha por el periodista Manuel Bermúdez en el 2001 en uno de sus reportajes sobre el tema: No hay lujos, no hay excesos, no hay derroche que no tenga su origen en Cabimas, yo diría que no hay devoción más fervorosa y alegre hacia Benito de Palermo que no tenga su origen en Cabimas.
Así comienza esta historia que se recrea con la devoción que los pobladores de Gibraltar y Bobures irrigaron alrededor de San Benito de Palermo y su culto que fue tallado a pulso por los esclavos africanos que llegaron a trabajar en las plantaciones de la zona.

Esta imagen de San Benito, donada por la familia Ochoa Freites, es la que sale en procesión junto a sus devotos por las calles de Cabimas. (Foto/Gaydelys Barrientos)
Para 1950 debido al deterioro que sufría la imagen en medio del frenesí que provocaba a los devotos que lo seguían en procesión por las principales calles de Cabimas; ante el daño por el licor que asperjaban sobre la Imagen y el desprendimiento continuo de sus extremidades y hasta de su cabeza, esta fue sustituida por una nueva que hasta ahora es la que acompaña a la feligresía durante las extensas romerías. La iglesia de Cabimas también aprobó desde el 23 de julio de 1965 ser parte de la organización del ciclo festivo en honor a San Benito, en el que forma parte la procesión que se celebraba desde 1960 reglamentada por la iglesia a cargo en ese entonces por monseñor Guillermo Bríñez
Golpes de devoción
Nadie puede olvidar que para venerar a San Benito tenemos que ser parte de ese culto de tambores y creencias que se tejieron alrededor de su devoción, y en Cabimas, esos chimbángueles sonaron primero desde alrededor de finales del siglo XVIII en los sectores de La Rosa Vieja y Ambrosio, que por ser pueblos costeros recibían en sus pequeños puertos de madera, grupos de piragüeros provenientes del sur lacustre de Maracaibo, en su mayoría de Gibraltar, Bobures y de los Andes venezolanos, quienes ya veneraban a San Benito y lo honraban con sus vasallos. A estos pequeños caseríos ubicados al sur y al norte de Cabimas llegó la fiesta sambenitera. En el caso de La Rosa, llegó con sus tambores el señor Arrieta, de quien solo se hace referencia en la bibliografía consultada de su apellido y que era oriundo del Sur del Lago, mientras que en Ambrosio repicaban los tambores de Pedro González.
Según algunos escritos publicados en la Internet, se supone que Arrieta tenía su propia Imagen de San Benito y un juego de tambores con el que, con ayuda de otros devotos, realizaba fiestas de veneración en su casa, si consideramos que los textos sobre el tema del reventón del pozo petrolero Barroso II hablan de que él con una imagen y sus vasallos pidieron tocar sus tambores cerca del chorro que llevaba 9 días expulsando petróleo sin control.
La festividad entonces comenzó a crecer en el imaginario cabimense desde ese 14 de diciembre de 1922 cuando en ese, hasta ese momento, desconocido caserío La Rosa, reventó el pozo petrolero El Barroso II, causando estragos ambientales en la población, que no tuvo otra salida que encomendarse a San Benito de Palermo para que intercediera por ellos ante la magnitud del chorro de petróleo que afectaba sus viviendas.
¡Milagro! ¡Milagro! Gritaron de rodillas agradecidos los lugareños, cuando por intercesión de la pequeña talla del Santo Negro, luego que el señor Arrieta la acercó al descomunal chorro de petróleo, bamboleándolo entre los ocho (8) tambores que un grupo de vasallos golpeaban con insistencia y fe, para que el pozo dejara de expulsar crudo. Tras el aceptado milagro, que los incrédulos calificaron de casualidad, ya que se decía que una explosión dentro del pozo provocó que este se tapara y dejara de fluir el líquido viscoso que expulsaba el pozo hacia afuera; se afianzó esa veneración por el Santo Negro de los milagros en Cabimas, donde hubo creyentes que aseguraban haber visto reflejada la cara del Santo en la altura del chorro. Esta vez el Santo Negro acudió a su auxilio al igual que posterior a su hallazgo, el petróleo, también sería su benefactor como fuente de crecimiento económico y social.
Para agradecer al santo los jefes de la Venezuelan Oil Concessios (La VOC), empresa que exploraba este yacimiento petrolero, hizo una gran fiesta amenizada por los vasallos de San Benito del señor Arrieta, y ya para 1930 la fiesta en honor al Santo era cada vez mayor, hasta lograr aglutinar alrededor de 200 mil devotos como sucede en la actualidad.
Declaración de Samuel Smith
Cita de un reportaje de Manuel Bermúdez, 1982. Revista Lagoven.
“Estábamos allí con míster Fred Brack, el superintendente de perforación, cuando llegó un señor Arrieta, vasallo de San Benito, que vivía en la cruzada de La Montañita, yendo para La Salina; y me dice: Samuel, hágame el favor, dígale al señor Brack que nosotros queremos permiso para ir al taladro a parar el chorro. Brack se echó a reír y me dijo, están locos. Le expliqué a Arrieta que Brack decía que eso era imposible, que si se meten hasta allá no salen más nunca ni San Benito ni ustedes. “Que no intenten eso”. Pero Arrieta me respondió que le dijera a Brack que eso no era imposible, que San Benito paraba el pozo. Arrieta y el grupo con ocho tambores, penetró por El Cardonal hasta el pozo. Brack le comentó a Smith: pobre gente. Esos no volverán más nunca. Cruzaron El Cardonal, buscaron Pueblo Nuevo para seguir hacia el pozo, pero viendo que no podían llegar hasta el sitio, allí mismo se pusieron a tocar los tambores. Bañaban a San Benito en petróleo y tocaban cuando, de pronto, el pozo se paró. Por orden de Brack la Venezuelan Oil Concessions pagó todos los daños y les montó a los sanbeniteros una fiesta pública en La Rosa, en la tienda de Abraham Perozo”.
Roseros Vs Ambrosianos
Una disputa que tuvo su origen desde el inicio de una fervorosa devoción hacia San Benito de Palermo en Cabimas, es la que escenificaban cada 27 de diciembre los devotos del santo de los sectores Ambrosio y La Rosa desde principios del siglo XX.
En las primeras procesiones el santo era sacado por sus cargadores mujeres de la Iglesia del Rosario, hoy catedral de Cabimas, inmediatamente se escenificaba una férrea lucha entre los Roseros y los Ambroseros, los dos únicos grupos de vasallos existentes, el de los Borjas de La Rosa Vieja y los de Pedro González de Ambrosio. El objetivo era hacerse cargo de perihuela que llevaba la Imagen de San Benito. El grupo que ganara determinaba la dirección de la procesión, que era sólo el 27 de diciembre.
El tiempo fue cambiando muchas cosas, entre ellas, la primera reglamentación en 1960 por parte de Monseñor Guillermo Briñez, de la salida del recorrido de la imagen de San Benito por las calles de Cabimas para ser sacado en hombre por sus files creyentes y participes de la fe católica, determinando la celebración de dos días de procesiones, una el 27 de diciembre y otra el 1 de enero, conocido como el Día de Año Nuevo. Años después se aprobó también por parte de la Iglesia a cargo del extinto monseñor Roberto Lückert, una alternancia salomónica en el recorrido y el cambio de fecha del 1 de enero al 6 de enero, que buscaban evitar un poco los desórdenes que se formaban durante la procesión debido al consumo de alcohol. La alternancia comprendía que cada año se direccionaría la procesión de forma alterna: si este año iba hacia La Rosa el 27 de diciembre, el 6 iría hacia Ambrosio, y así, el año entrante, se haría al contrario.
Estos dos grandes acontecimientos religiosos, uno influenciados por los frailes que ofrecieron la vida de santidad de Benito de Palermo a los pobladores de La Misión y otro por la influencia de foráneos que llegaron desde el Sur del Lago de Maracaibo y Los Andes a radicarse en la zona de Cabimas; le dieron paso a una de las más grandes manifestaciones culturales del país, la procesión de San Benito de Palermo que se escenifica en Cabimas cada 27 de diciembre y 6 de enero de forma alternativa entre los sectores que dieron forma a esta cultura religiosa; La Rosa y Ambrosio.
Secuestro a ratos y rocíos de licor
Asperjado de licor y secuestrado a ratos por grupos de devotos del sector Tierra Negra, primer barrio urbano de Cabimas, que por años han reclamado que el sector tenga un espacio durante el recorrido o instituciones devotas, como la Guardia Nacional, burlando los cordones de seguridad de policías y militares que resguardan la Imagen y se unen para evitar los desmanes producto de la ingesta de alcohol y el frenesí de los devotos, observamos escenarios contrarios a la vida de un hombre que nunca probó licor y que nos ofrece una historia de santidad.
Contraviniendo lo que la iglesia católica predica sobre Benito de Palermo, durante la celebración en Santo baila y se embriaga con su pueblo, ya que es considerado por sus vasallos como un negro más, pese a que es un ser sagrado, vertiendo sobre el los rasgos que históricamente son asignados a los negros de la región: bebedores, alegres y parranderos.
En esta fiesta de ron que llevó años atrás a desmanes públicos de grandes magnitudes donde se llegaron a registrar muertes, violencia, robos y hasta ultrajes; ha ido disminuyendo luego de ciertas medidas de control tomadas por los organizadores, las autoridades civiles y militares y la misma iglesia.
Este punto de encuentro multitudinario entre el Santo Negro hacedor de milagros y su pueblo, que a son de tambores desde muy temprano sale a recorrer sus calles de Cabimas, entre miles de personas que lo sofocan entre sentimientos de alegría y fervor, entre rezos, promesas y licor, nos encontramos una historia de devoción y fervor religioso de gran simbología en el alma de sus devotos, quienes piden favores a su Santo y le prometen un sinfín de cosas, como caminar de rodillas hasta la Imagen o venerarlo durante su recorrido festivo dos veces al año danzando y alabando su bondad santa.
Los devotos de San Benito San Benito en Cabimas le piden protección para sus cosechas y negocios. Tienen su Imagen en las cocinas de las casas para que no falte nunca la comida, además suele acompañarlos a los pescadores en sus faenas lacustres.
Cinco gigantones de San Benito
En Cabimas ya no valían solo las pequeñas imágenes de cocina y las que se elaboraron para las iglesias y capillas para darle vida a la devoción por San Benito de Palermo, ahora sus fieles creyentes, cuentan con cinco monumentos en su honor, conocidos como Los Gigantones de San Benito, y que fue una iniciativa del militar devoto Miguel Collantes, coronel de la GNB, quien junto con el General Néstor Luis Reverol la hicieron realidad. Todas estas esculturas forman parte del Patrimonio Histórico Cultural de Cabimas, por ello el llamado es a cuidar y preservar de estas obras de arte, que son una muestra del amor que tienen los hijos de Cabimas para con este santo que con su bondad y amor se gana el corazón de todos los cristianos.
De izquierda a derecha: La primera escultura hecha de madera por el escultor Pedro Campos de San Benito se ubicó el 27 de diciembre del 2002 en la Avenida Andrés Bello en la Plaza de Los Chimbángueles en el sector de Ambrosio. La segunda escultura fue construida en la Plaza de La Montañita de la parroquia La Rosa e inaugurada el 5 de enero de 2009, esculpida también por el escultor Pedro Campos. El 4 de abril del 2014 en el marco del aniversario de la muerte de San Benito se erige una tercera escultura que se ubica en la Urbanización Los Laureles en la parroquia Germán Ríos Linares. El escultor fue el mismo Pedro Campos. La cuarta fue construida en el 2006 en la avenida Carnevalli, Urbanización Refinería (Isla del Burro) Parroquia Carmen Herrera. Escultor Pedro Campos. Un quinto gigantón está ubicado en la Calle Impulso de Ambrosio. Fue realizada por el escultor Oliver Mundo. (Fotos/Gayledys Barrientos).
UNA PRÁCTICA CASI ERRADICADA
Muchos se preguntarán que pasó con aquellas personas, hombres y mujeres, que se veían en las ciudades y carreteras zulianas, creyentes o no, con la réplica de un San Benito dentro de un cajoncito azul, pidiendo colaboraciones a los conductores y transeúntes, al parecer para construir nuevos templos en honor a este santo.
Dicen que la Iglesia con la intercepción de sus sacerdotes y máximas autoridades los mandaron a desaparecer, en el buen sentido de la palabra, alegando que están utilizando dicha imagen religiosa para costear vicios, calificándola como una acción inmoral. En ocasiones se ordenaba el arresto de estos “sambeniteros”, de allí que se escuchara con frecuencia “San Benito está preso”. Lo que si es cierto es que estos recolectores de limosna, bien sea para su sustento diario, construir capillas, ayudar al necesitado o costear vicios, que data de entre los años 50 y 60 y que tuvo su punto máximo en los 80, son hoy día muy escasos
Día de júbilo municipal
Mediante Decreto Nro. 0024-12-2022 el alcalde de Cabimas, Nabil Maalouf decreta el 27 de diciembre como día de Júbilo y Exaltación no laborable en Instituciones Públicas y Privadas para que el gentilicio de Cabimas se vuelque a venerar con devoción a San Benito de Palermo como Co-Patrono Espiritual y lo acompañe en las festividades en su honor.
Parroquia San Benito
En Cabimas, una parroquia del municipio le fue concedido el nombre de San Benito, en honor a este santo y a la devoción que muchos cabimenses sienten por él, ya que a través de los años esta manifestación cultural deja entre ver la gran fe y devoción de un pueblo que siente hacia su copatrono.
Vasallos con amor a su Santo
Durante muchos años, Cabimas ha sido epicentro de la creación de importantes asociaciones de “Vasallos”, conformadas por fieles devotos al Santo Negro, quienes son los encargados de acompañar y resguardar durante toda la procesión la Imagen del amado y bondadoso San Benito de Palermo.
En Cabimas, al igual que en el resto de los pueblos que poseen cofradías sambeniteras, esta sociedad se creó con el fin de hacer una sucesión a las nuevas generaciones y seguir manteniendo latente la manifestación popular que caracteriza los festejos de San Benito.
En la actualidad en cada procesión alcanzan a participar alrededor de 12 grupos conformados, pertenecientes a los sectores La Rosa, La Montañita, Tierra Negra, Ambrosio, Los Laureles y La Misión, los cuales en años anteriores llegó a alcanzar más de 20 grupos. A medida que ha ido disminuyendo la presencia de devotos en las procesiones principales también ha disminuido el número de agrupaciones asistentes.
Eduardo Atencio, descendiente de una de las cofradías más antiguas de Cabimas, la de los vasallos de Ramón Ochoa Freites, destaca que esta agrupación familiar con más de 80 años de existencia, y que tras la muerte de su fundador Eduardo Ochoa se refunda en 1962 como organización de Vasallos de Ramón Ochoa.
Indicó Atencio que desde el inicio de las romerías en honor a San Benito, la imagen original entregada por los Antúnez a la iglesia, era la que salía en procesión al lado de los cabimenses, pero con el transcurrir de los años la imagen estaba deteriorándose, por lo que su abuelo Ramón Ocho decidió, a principios de los años ‘80, mandar a elaborar una réplica de la misma en madera, en una carpintería ubicada en el sector Bello Monte propiedad del escultor italiano Alfredo Farina, residente de Cabimas, que fue entregada a la iglesia para las procesiones del 27 de diciembre y la fiesta de Fin de Año el 1 de enero; sin embargo debido al frenesí que se desborda durante el recorrido también sufría serios daños.
“Mi abuelo mandó a elaborar una nueva en madera de vera con artesanos populares de la población de Quibor en el estado Lara a finales de los años 90, sirviendo como modelo la elaborada por Farina, entregada a la iglesia durante la conmemoración de la muerte de San Benito un 4 de abril, que es la que hoy reposa en la Catedral; mientras que la primera fue restaurada y permanece en la casa matriz de la Sociedad de Vasallos Ramón Ochoa Freites en el sector Ambrosio y es utilizada para nuestras procesiones. Recuerdo que esa imagen la bendijo monseñor Roberto Lücker en Ambrosio y de allí se trajo en procesión hasta la catedral”, indicó Atencio.
Los vasallos de Ramón Ochoa llevan a las procesiones a más de 80 vasallos entre cargadores, banderilleros y tocadores, y alrededor de 50 hacen vida permanente en el grupo cumpliendo otros compromisos. Involucrando en sus actividades principales a más de 300 personas.
“En Cabimas estamos realizando un trabajo fuerte de la mano de las organizaciones de vasallos del Sur del Lago, preocupados por retomar los orígenes de esta tradición, a fin de que se realice con más religiosidad y menos desmanes”, es el mensaje que Eduardo Atencio ofrece a los devotos de San Benito en Cabimas.
El éxtasis de la ceremonia, la danza de Ajé a ritmo de tambores cuando sale el Santo Negro de la iglesia y cuando se guarda en ella, es el retrato de una tradición que nutre la religiosidad y el amor hacia San Benito de Palermo a lo largo y ancho de la costa suroriental del lago de Maracaibo.
Ramón Vicente Ochoa Freites, nació el 5 de abril de 1912. Vivió y creció en el sector Ambrosio de Cabimas. Fue un artesano fabricante de tambores y líder chimbangalero de su grupo de vasallos. El 7 de septiembre de 2001 muere a la edad de 89 años, quien fue conocido como el requintero mayor de Ambrosio.
Fiesta de Arraigo
Vasallos de La Rosa Vieja
Si de orígenes de la fiesta del Santo Negro en Cabimas se trata, no podemos dejar de mencionar uno de los más antiguos grupos de vasallos de esta ciudad, el grupo de La Rosa Vieja al mando por muchos años de su fundador Andrés Borjas, ya difunto, desde principios del siglo XX.
Indicó José Borjas, nieto del vasallo Andrés y quien hoy está al frente del chimbánguele, que el origen del nombre del grupo de vasallos de este sector viene de la Rosa Vieja, de donde su abuelo, había comprado un juego de tambores a un vecino de la Rosa Vieja para iniciar su grupo de vasallos de San Benito; por ello decidió colocar el nombre de ese sector al grupo. “Mi abuelo también fabricaba tambores”.
“Mi abuelo entregó el Chimbanguele a su a su hijo José Borjas quien lo dejó en mis manos, que también me llamo José Borjas. Ya tengo 38 años dirigiendo el grupo como encargado del mantenimiento y capitán de banda”, aseguró.
En la actualidad el grupo está conformado por dos capitanes, un tesorero mayordomo, un secretario, 50 vasallos y 5 bandereros; siendo su único dueño: los devotos.
Recuerda Bojas que su devoción comenzó a crecer en su corazón, desde esos días cuando a la edad de 6 años que veía a su abuelo elaborando tambores. “Yo aprendí con él a tocar y fabricar tambores. Cada 27 de diciembre y 1 de enero veía a mi abuelo atender a los vasallos para salir a la procesión desde la catedral, luego de vuelta en la noche llegaban a la casa y organizaban todo con él. A mí solo me llevaban a la catedral. Me acuerdo, que antes metían a los grupos de chimbángueles dentro de la Catedral y eran pocos grupos. Ahorita por la cantidad de personas y grupos que asisten lo hacen fuera de este recinto religioso”.
“Para mí es una alegría muy grande ser un fiel devoto de San Benito de Palermo. Estoy siempre atento a los días principales de sus fiestas para ir a celebrarlo tocando mis tambores. Es una devoción de arraigo familiar. Hasta lloro cuando le toco al Santo. Es una devoción tan grande que no lo puedo explicar; y así son todos los devotos, llevamos esa alegría y amor hacia San Benito dentro de nuestros corazones”, refiere emocionado José Borjas.
Explica Borjas que el grupo tiene dos imágenes, la primera que heredaron de su fundador Andrés Borjas, que solo llevan a las promesas que desde el inicio del vasallo solo se cumplen del 1 de octubre al 27 de diciembre, así como a las actividades de la Iglesia; mientras que una segunda que fue donada por un fabricante de imágenes de Maracaibo, que se utiliza para eventos donde solicitan el chimbanguele como cumpleaños y actos públicos.
Iglesia San Pedro Apostol
Nicho de un Santo milagroso
Una hermosa imagen de San Benito de Palermo reposa en custodia en la iglesia San Pedro Apóstol, ubicada en el sector Delicias Nuevas de la parroquia Ambrosio de Cabimas.
Esta imagen fue entregada a resguardo a ese recinto religioso por el devoto de San Benito de Palermo, Eduardo Atencio Ochoa, quien es también miembro activo de la Sociedad de Vasallos Ramón Ochoa Freites de Cabimas.
Atencio Ochoa indicó que mandó a tallar la Imagen en madera de cedro en la población larense de Curarigua con el artesano local Domingo Pérez conocido en la zona como “Mingo”; y se procedió el 10 de enero del año 2022 a hacerle entrega de la Imagen a la parroquia eclesiástica San Pedro Apóstol de Cabimas.

San Benito de Palermo de Cabimas.
La Sociedad de Vasallos Ramón Ochoa tomó la decisión de permitir la custodia del Santo en dicha sede eclesiástica, por existir una relación directa con el padre Luberto Ríos, párroco de esta iglesia, y quien guarda en su corazón una devoción especial por San Benito; con la idea de emprender juntos el duro trabajo del rescate de la celebración tradicional de la manifestación cultural a San Benito de una forma más sana y digna, y para ello involucraron a sus hermanos del Sur del Lago, específicamente al Vasallo de Gibraltar en el municipio Sucre.
La Sociedad Ramón Ochoa pasó a formar parte de Fundavasallos, asociación de vasallos del eje panamericano, presidida por Marcial Briceño, que les ofrece la oportunidad de conocer y desarrollar esta manifestación cultural de una manera más rígida tal cual fue instaurada por sus ancestros; de esta manera inició su cruzada por la dignificación de la manifestación afrodescendiente sambenitera en Cabimas.
El 19 de enero de 2020, la Parroquia San Pedro Apóstol, ya había estrenado su agrupación Escuela de vasallos en honor a San Benito de Palermo.
Explicó durante la bendición a los integrantes del grupo, el Pbro. Luberto Ríos, que la iniciativa busca influir en los niños de esta comunidad cristiana, dándoles a conocer desde muy jóvenes como fue la vida del Santo para que busquen imitarla, y con la intención de “sanear” el verdadero culto a San Benito de Palermo, que se rinde a una persona de fe, con grandes dotes espirituales, a quien el Señor bendijo grandemente, y que aún con vida pudo realizar milagros en su nombre.
“La idea es ofrecer a los fieles, al san Benito de San Pedro, una celebración sin alcohol, desorden ni desmanes y nada que tenga que ver con brujería, ni esoterismo. Es un culto saneado, en honor a un santo, a un hombre que se encuentra en los altares. San Benito está donde está por haber sido un hombre con una vida intachable, una vida de oración”.
Cada 27 de diciembre y el 06 de enero la Iglesia San Pedro Apóstol ofrece una procesión en la que se respeta la imagen de San Benito de Palermo en Cabimas y a la que puedan asistir los fieles que quieran manifestar su recta devoción.
En honor a la memoria de San Benito, co-patrono de los cabimenses, en esta iglesia se practican las memorias mensuales los 27 de cada mes, también se hace mención específica en las liturgias, se hace un toque de tambores en la iglesia y también se saca el Santo hacia algunos sectores de la parroquia, siempre respetando el rigor de la manifestación como lo es el ciclo de parada, por lo que la imagen reposa solo en el templo hasta pasado el tercer vasallo de obligación, y luego a chimbangalear.