viernes, marzo 29, 2024
DESTACADOPENSAR CON CRITERIOS

Ser libres no es caminar sin grilletes

 

Podría decirse que el ser humano por excelencia es un amante sin límites de su libertad.

¿A quién no le gusta ser libre? Pero ser libre no es poder caminar sin grilletes en tus pies y cadenas en tus manos; ser libres es el respeto a tus derechos y el cumplimiento de tus deberes, en libertad.

El vuelo de un águila es imponente. Emula desde lo alto la verdadera libertad. Sin embargo, pese a tener alas brillantes y fuertes para volar con absoluta libertad, un águila está obligado a transformarse para seguir cumpliendo con su rol de depredador; por lo que en la mitad de su vida (viven alrededor de 70 años), ya cuando sus alas, picos y garras están envejecidas, pesadas y casi inútiles, debe subir a un risco, ocultarse por alrededor de 5 meses; tiempo que utiliza para picotear con fuerza contra la roca hasta arrancar su pico viejo para esperar que nazca uno nuevo,  con el que arrancará luego sus garras y su viejo plumaje, para hacerse así más fuerte y por supuesto reiniciar la otra mitad de su vida renovado. Ya transformado por completo saldrá imponente mostrando su vuelo rasante listo para depredar a su presa y garantizar de esta manera su sobrevivencia.

Eso es precisamente lo que se espera de los aguerridos latinoamericanos que hoy perecen bajo la bota opresora de los seudo dictadores que dominan sus destinos. Es lamentable que ya sin ánimos, sin un quejido, sin levantar una mano, sumisos y callados, sólo están a la espera de que el sátrapa vil haga lo que se le venga en gana con su dignidad y con su nacionalismo.

Con su alma a disposición del diablo, el pueblo latinoamericano, prefiere dejarse dominar porque ya su patriotismo fue extinguido con migajas populistas y represión desmedida, llenando de miedo sus corazones. Por eso, al igual que este ejemplo rapaz, el de un águila que se transforma para seguir imponiendo su poderío, que no es otra cosa que su depredador vuelo libre; los oprimidos están llamados a deslastrarse de lo que no les sirve e iniciar un nuevo vuelo hacia libertad.

No dejemos de lado que, para enseñarle a volar a sus crías, las águilas les muestran lo que ellas hacen para volar, extendiendo sus alas y dando pequeños vuelos cerca del nido, de esta manera les muestra cómo es la forma de lograr mantenerse sobre el aire; hasta que llega el momento de que la mamá águila va a empujar a sus aguiluchos fuera del nido hacia el abismo. La mamá águila sabe que la única forma en que sus crías van a volar es volando. Un pueblo oprimido, ávido de libertades, está llamado a lanzarse sin miedo y deshacerse de sus pesados grilletes y cadenas, para levantar su vuelo libre, con fuerza, con ganas de dejar atrás toda esa vida de limosnas y de silencio. Ya los vuelos de instrucción y simulacros han sido suficientes.

El águila toma la decisión de tirar a sus críos para que sepan volar por sí solos o perecer en el intento. También para anteponer su derecho de tener espacios libres, no contaminados para preservarse como especie animal; resguarda su nido y enseñan a sus crías a desear volar en libertad, poderosos, además de mostrarles la necesidad de preservar el derecho de no cazar moscas.

Este vuelo tan admirado y utilizado como metáfora para que los seres humanos desarrollen un instinto de saber ir a la presa, de dominar especies más poderosas y dejar de lado al más débil, parece que ya no es del interés de muchos ciudadanos latinoamericanos, pero creo que es hora de despertar, aprender lecciones, y sin temor lanzarse a recuperar y dominar espacios perdidos, a labrar la vida sin miedos a la que tienen derecho, y por supuesto lograr el bienestar social y económico que por naturaleza y ley divina le fue conferido.

Planeen un vuelo en libertad, desgarren la piel del opresor, salgan victoriosos de estos desmanes políticos que han llevado a Latinoamérica a la barbarie social y a la casi extinción de las moscas, que en estos casos han pasado a ser el principal nutriente de estos regímenes dictatoriales disfrazados de democracias.

El norte: desear volver a ser libres, transformarse, dejar de cazar moscas e ir directamente a esa feroz criatura llamada izquierda, y ya renovados sin grilletes ni cadenas triunfar ante en abuso y la falta de libertades sociales, emulando la lucha que el águila por siglos ha realizado para perpetuar su poderío al surcar el cielo libre, ya con la presa aprisionada entre sus garras.

Foto/Internet