Las cartas están echadas de lado y lado. Tanto la oposición como el chavismo saben qué se juegan este 28 de julio cuando los venezolanos acuden a las urnas a elegir nuevo presidente. Lo importante, para los opositores, es ir sin miedo al poder que ejerce el régimen sobre el organismo electoral para pretender que el viento juegue a su favor.
La abstención no es la salida, la ruta sigue siendo la electoral.
Si la oposición quiere ganar tiene que lograr que el amedrentamiento, la amenaza, la manipulación, el ejercicio aberrante del poder sobre las instituciones y la falta de un Estado de derecho; no logren atemorizar, a la hora de acudir a los centros de votación, al pueblo que quiere cambio y que desea que este cambio sea inmediato; porque ante tanto desgobierno el pueblo ¡ya no aguanta más!
Hay que ir paso a paso, pero firmes en el objetivo: salir de un régimen autocrático que acabó no solo con el bienestar de una nación, sino que transformó a la sociedad venezolana en una sociedad temerosa, y en algunos casos adulante, enajenada y perezosa, desplazando el “quítate tú para ponerme yo” por un “a mí deme algo que yo les doy mi voto”.
Un pueblo venezolano acostumbrado a entrar gratis al circo con un mendrugo de pan en la mano, es ahora la imagen de una otrora nación de libertades y progreso económico.
Y no son simples elucubraciones recreadas por una mente enajenada por los gringos y su capitalismo salvaje, son planteamiento de alguien que ha vivido en carne propia el resultado de este socialismo del siglo XX que se vendió como una panacea y terminó siendo la bomba atómica en Nagasaki e Hiroshima, donde su objetivo se desdibujó con la muerte de miles de inocentes y la destrucción de estas ciudades.
El temor de una gran mayoría de venezolanos ante la posibilidad de que el régimen de Nicolás Maduro se mantenga en el poder tras las elecciones del 28 de julio, es comprensible; pero también lo es su disposición a votar en contra de un régimen solapado en su supuesto amor al pueblo, corrupto, autócrata y violador de todo derecho humano; por considerarlo la causa de todos sus males sociales.
A lo largo de su mandato, Maduro ha enfrentado críticas y acusaciones de violaciones sistemáticas a los derechos humanos. Además, su gestión ha estado marcada por restricciones en la participación política y en el proceso electoral, por ello este 28 de julio al pueblo opositor no le queda otra que echar su última carta a la mesa, su voto, para jugarse su futuro inmediato.
Desde que asumió la presidencia interina en 2013 tras la muerte de Hugo Chávez, Maduro ha enfrentado desafíos y controversias, y su reelección en 2018 fue ampliamente cuestionada; hoy no es la excepción, ya que sigue utilizando todo su arsenal de poder para afectar el libre y transparente desarrollo de la elección presidencial de este 28 de julio, que por primera vez desde que el chavismo llegó al poder, amenaza seriamente su estancia en Miraflores.
Pero no hay que tener miedo a ser libres. Recordemos la alegoría de la caverna de Platón: Individuos que no conocen la libertad de pensamiento, porque crecieron conociendo una sola forma de vida hasta confundir las sombras que les proyectan en la salida de su cautiverio, con sus enemigos. Individuos que ven ese mundo posterior como irreal negándose a atravesarlo para considerarse libres.
Ahora son los venezolanos los que están encadenados en esa cueva, creyendo que la libertad es todo lo que les han hecho creer sin pensar que son solo disfraces de democracia participativa, igualdad e inclusión en la toma de poder para los más desposeídos.
Si comparamos este precepto filosófico con nuestra sociedad encontramos que, en la sociedad actual, el poder político a menudo se utiliza para mantener el control y limitar la libertad de las personas. Los ciudadanos pueden sentirse atrapados en una “caverna” de desinformación, manipulación mediática y restricciones impuestas por el gobierno. Como los prisioneros encadenados en la alegoría, muchos no pueden ver más allá de las sombras proyectadas en la pared, que representan las apariencias superficiales y engañosas que les presentan para mantenerlos sumisos y garantizar una permanencia abusiva en el poder.
Platón describe a esos seres humanos encadenados en una cueva desde su nacimiento que solo pueden ver las sombras proyectadas en la pared frente a ellos, como creyentes fervorosos de que esa es la realidad completa para ello no otra. Sin embargo, si uno de los prisioneros fuera liberado y expuesto a la luz del mundo exterior, descubriría una realidad más profunda y verdadera. Esta metáfora sugiere que el conocimiento y la liberación requieren mirar más allá de las apariencias y cuestionar las estructuras de poder.
Tanto en la sociedad actual como en la alegoría de la caverna, el acceso al conocimiento y la verdad está restringido por las circunstancias y las instituciones. La lucha por la libertad y la comprensión más allá de las sombras sigue siendo relevante en nuestra búsqueda de una sociedad más justa y consciente.
Hoy en Venezuela está más vigente que nunca este análisis. Una parte de la sociedad venezolana, ahora en minoría, ni siquiera es capaces de entender su significado, y compararlo con su realidad. En el caso venezolano nos encontramos con un pueblo que tiene miedo a pensar y ser independiente, vive en cavernas mentales en donde se sienten protegidos por sistemas de gobierno populistas y absurdos, nacidos de la ignorancia y el miedo impuesto al pueblo; y es por eso que vemos ciudadanos que no se atreven a abandonar estas cuevas de manipulación social, económica, cultural y política, por temor a enfrentar peligros reales o imaginarios como la exclusión social y la nula participación en la toma de decisiones de sus sociedades.
El mito de la caverna puede aplicarse a cualquier tiempo y sociedad que expresa la paradoja entre libertad y ente social. Platón muestra en sus enseñanzas la necesidad de la Libertad de las ideas y nos dice que para alcanzarse se debe salir de la caverna en la cual nos encontramos, para vislumbrar esa libertad que impulsa a la sociedad a mejorar y alcanzar su propio bienestar.
No hay lugar a dudas que en Venezuela como en otros países del Continente la revolución socialista fue y sigue siendo un guion bien representado reeditar esas cavernas. Es como una novela rosa que hace llorar a muchos pensando que la muchacha humilde podía casarse con el señorito de la casa; pero como los individuos encadenados de Platón llegó el momento de que algunos de ellos atraviesen las sombras que proyecta el poder abusivo de regímenes como el chavista, y salgan a deleitarse con la realidad fuera del maltrecho y malsano socialismo del siglo XXI para comenzar a vivir una realidad constructiva y no destructiva, libre y no encadenada, creciente y no atrasada en los fantasma de las teorías anticapitalistas de siglos pasados.
La incertidumbre sobre el futuro político y económico del país genera preocupación entre los ciudadanos. Esperemos que estas elecciones en Venezuela se desarrollen de manera transparente y que se respete la voluntad popular; porque la hora es ahora y la salida es electoral.