En San Fratello, antes San Filadelfo al norte de la isla de Sicilia, nació alrededor de 1524 Benito Manasseri; hijo de Cristóbal Manasseri y Diana Larcán, esclavos traídos desde Etiopía y vendidos al rico terrateniente siciliano, Vicente Manasseri, para trabajar en su plantación cerca de la provincia de Messina, y que luego fueron liberados y convertidos al cristianismo.
En el devenir del tiempo Cristóbal y Diana Larcán contraen matrimonio en la Iglesia Parroquial de San Fratello, pero, deciden no tener hijos para que no nazcan esclavos igual que ellos. De esta singular y valiente decisión se entera Vicenso Manasseri (Su amo) y les promete que su primer hijo nacería libre. Nace así Benito, el primero de cuatro hermanos: Marcos, Baltazara y Fradella.
El nacimiento de Benito marcaría el comienzo de una obra de santidad puesta al servicio de Dios y de los demás, al convertirse después en una figura religiosa notable, cuya vida resonó por su humildad y devoción a Dios, dejando un legado perdurable que trasciende fronteras y épocas.
Su fecha de nacimiento ha sido motivo de debate, pero la mayoría de las fuentes coinciden en que nació entre 1524-1526 en Italia.
A pesar de esta variación, su obra de santidad y su paciencia frente a los prejuicios raciales lo convirtieron en un Santo venerado en todo el mundo.
Si bien no podemos afirmar con certeza cuál es la fecha exacta de su nacimiento, su influencia y devoción supera con creces cualquier discrepancia cronológica.
San Benito de Palermo, también conocido como San Benito el Africano, el Moro o el Negro, fue beatificado por el papa Benedicto XIV en 1743 y canonizado por el Papa Pío VII el 24 de mayo de 1807, en reconocimiento a su extraordinaria y ejemplarizante vida de humildad, fe y superación, siendo una figura religiosa inspira a quienes enfrentan discriminación y dificultades. Más tarde fue nombrado por el Vaticano Santo Copatrono de Palermo.
Fue nombrado Benito debido a la exclamación que hizo la madre al enterarse que hijo nacería libre en una comunidad de esclavos. ¡Bendito sea Dios! ¡Mi hijo será libre!
Aunque se dice que de niño fue pastor, no fue sino ya adulto, en 1564, que decidió regalar todas sus pertenencias para unirse como cocinero a un grupo de eremitas de la Orden de los Frailes Menores de la Observancia de Santa Domenica, dirigido por fray Jerónimo Lanza, que seguían la Regla de San Francisco de Asis, donde llegó a ser un líder religioso a los 28 años, siendo a menudo acosado por su raza y antecedentes, Benito mantuvo siempre su dignidad y actitud amable.
De la Ermita al Altar
La fama de santidad de este grupo de eremitas atrajo a muchas gentes del lugar, y entre todos destacaba la virtud de Benito por sus penitencias, caridad hacia los pobres y sus dones taumatúrgicos.
La comunidad eremita se trasladó a un lugar solitario llamado Masseria Platanella, y de aquí pasaron a Mancusa, donde Benito fundaría un convento; también fueron a la soledad del monte Pellegrino, junto a Palermo, donde vivieron en condiciones extremas en unas cuevas; después llegaron al convento de la Virgen della Daina; a la muerte de fray Jerónimo, Benito fue elegido superior de la comunidad y dio el hábito de Terciario franciscano a San Francisco de Paula, volviendo al monte Pellegrino en 1550.
Tras disolverse el grupo, cuando el papa Pío IV en 1562, consideró que no debía haber filiación respecto a la regla de franciscana e invitó a los religiosos de comunidades independientes a adscribirse a las órdenes religiosas establecidas, Benito fue aceptado como hermano lego en el convento franciscano Santa María de Jesús de Palermo de la Orden franciscana, donde por no saber leer ni escribir fue asignado al área de la cocina, lugar donde se convirtió en un cocinero singular, por su admirable piedad, por su humildad y por su poder taumatúrgico.
A pesar de ser analfabeto, su humildad, piedad y los milagros que se le atribuyeron, especialmente curaciones, condujeron a su santificación.

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Como cocinero en el convento, Benito siempre tenía suficiente comida, a pesar de los recursos limitados. Cuando sus superiores le dieron cuenta de la profundidad de su comprensión sobre la compleja teología y las Escrituras, fue nombrado guardián de la comunidad, dirigiendo con éxito la orden con una versión más estricta de la regla franciscana, como superior de los Hermanos Menores Observantes de Sicilia.
La santa Regla para los monjes
La vida de San Benito de Palermo caracterizada por su sencillez y devoción atrajo a numerosos seguidores, quienes encontraron en él un ejemplo vivo del amor cristiano y la compasión desinteresada. La humildad piadosa de Benito, su generosidad compasiva, así como su perspicacia espiritual y sabiduría permitió, que, tanto los pobres como los poderosos de toda Italia, entre ellos el Virrey de Sicilia, buscaran su consejo.
Su singularidad se puso de manifiesto en 1578, cuando a pesar de ser sólo lego y analfabeto, se le eligió Prior del convento de Santa María de Jesús de Palermo. Costó mucho convencerle de que aceptara, sin embargo, luego de aceptar haría cumplir la regla franciscana al pie de la letra. Dirigió durante tres años la comunidad. Mas tarde fue maestro de novicios. Benito tuvo una vida de santidad que llevó a que por donde pasaba la gente se congregaba para verle.
A San Benito se le atribuyen varios milagros. El más importante: la escritura de una regla para sus monjes, conocida luego como la «Santa Regla». Escrita alrededor del año 1530 (d.C), es un manual y código de oración para la vida monacal.
Al final de su vida, Benito pidió retirarse a la cocina, donde reanudó la alimentación de los pobres, el cuidado de los enfermos y el asesoramiento de los poderosos que venían de visita. Murió a los 63 años, el 4 de abril de 1589 en la ciudad de Palermo. La tradición sostiene que murió a la misma hora que había predicho. Sus restos reposan en el altar mayor de la Iglesia Santa María de Jesús de la ciudad de Palermo.
A lo largo de su vida, San Benito de Palermo vivió en una profunda comunión con Dios, siendo un testimonio viviente de cómo el amor divino puede transformar y trascender las barreras impuestas por la sociedad. Su vida está llena de episodios milagrosos y momentos de profunda conexión espiritual, que lo han convertido en un modelo de santidad para la feligresía católica.
En su honor, muchas parroquias católicas y civiles en el mundo llevan su nombre. Además, su cuerpo fue encontrado incorrupto cuando fue exhumado pocos años después de su muerte. Su legado perdura como una invitación a vivir con caridad, humildad y fe.
El Bautizo de Benito
Benito fue bautizado por Guillermo Pantemoli, su padrino, rico propietario de tierras en Sicilia; esa noche toda la comunidad se reunió para festejar el acontecimiento. Se dice que fue un preludio de Benito a través de los siglos: Convocar a los humildes y desposeídos para congregarse, celebrar y encontrase en su nombre.

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Iglesia de Santa María de Jesús en Palermo
El fuego consumió su cuerpo
La Iglesia de Santa María de Jesús, del Convento de los Frailes Menores en la ciudad de Palermo, erigida en 1426, ubicada en las laderas del monte Grifone en Sicilia-Italia, resultó gravemente dañada el pasado 26 de julio del año 2023 por un incendio que consumió parte del recinto sagrado donde reposaban los restos mortales de San Benito de Palermo, logrando salvar de las llamas solo unos pocos fragmentos óseos del santo.
El cuerpo del santo había sido trasladado a esta iglesia en 1983. Tras el grave incidente los restos del santo por el momento reposan en la Catedral de Palermo mientras concluyen los trabajos de restauración de recinto religioso.
Para Fray Fernando Trupi, a cargo el convento, la noticia causó consternación entre los devotos de San Benito, especialmente en la comunidad de Palermo, donde el santo es venerado como copatrono.
El santuario de Santa María de Jesús es un punto de peregrinación para fieles de todo el mundo, especialmente de América Latina, ya que allí vivió y murió San Benito, donde cada 27 de diciembre y 6 de enero, sus devotos le oraban y realizaban sus peticiones.
Esta iglesia también guardaba el cuerpo del Beato Mateo Guimerà, quien fue el arquitecto responsable de su construcción de este patrimonio histórico y religioso de la iglesia siciliana.
Las razones del fuego, que se propagó sin control, fueron atribuidas a una intensa ola de calor que sufría Italia en ese momento, según la prensa local.

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La bula (letra pontificia) del Papa Pío VII resume la vida de Benito de Palermo como: “Educado santamente y dotado de un carácter noble y sincero dio señales convincentes de su futura grandeza”.
En el quinto centenario de su nacimiento, recordamos y celebramos la vida de San Benito de Palermo como un faro de esperanza y un ejemplo vivo de la capacidad del amor de Dios para superar todas las adversidades.