Por el Esequibo de mi infancia

Desde mis tiempos escolares, allá por los años 70’, he considerado esa parte del diferendo territorial o zona en reclamación, que asumimos como parte del mapa de Venezuela, como nuestro. Sí, esa zona de rayado geográfico que siluetábamos anexa a nuestro mapa y rellenábamos con trazos rojos oblicuos. Esa fue la forma más correcta de recordarnos que no cedíamos  en nuestra intención de que el Acuerdo de Ginebra, un documento firmado en 1966, (un año después de mi nacimiento) resolvería más temprano que tarde esta controversia con Guyana por un territorio de 159.000 kilómetros cuadrados conocido como el Esequibo; un convenio alcanzado bajo el auspicio de las Naciones Unidas, que buscaba «resolver el conflicto entre Venezuela y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte» sobre el territorio de la frontera entre Venezuela y una incipiente nación entonces conocida como “Guayana Británica”, hoy Guyana.

Los venezolanos estamos llamados este domingo a certificar sí ese amor o sentido de pertenencia inculcado por nuestra tierra desde niños, prevalece en el tiempo. Aunque no considere necesario realizar la consulta de este domingo 3 de diciembre sobre el tema de la defensa del Esequibo venezolano, para hacer respetar nuestra soberanía tras evidentes violaciones territoriales del Estado Guyanés; por creer que es igual a esa pregunta que hace el cura a dos personas que acuden a él para bendecir su unión marital, de si acepta o no a su pareja, como quien dice por ahí, la pregunta sobra; sin embargo, desmenuzando la posible intención del Régimen del presidente Nicolás Maduro de mover todo su aparataje electoral para realizar esta consulta, queda decir, que sí es necesario acudir a ella, pues guerra avisada no mata soldados.

A los venezolanos les tocó “el triste destino de dudar” del que hablaba el escritor argentino Jorge Bucay, por eso cualquier propuesta que venga del Régimen perverso de los rojos rojitos la verá con recelo, y los cabecillas del régimen lo saben, por ello juegan a que los venezolanos que lo adversan procuren no acudir a las urnas, y así con esa considerable abstención se les firme ese cheque en blanco que con tanta vehemencia desean.

Se sabe a viva voz y por escrito que el chavismo cuando sufre una derrota, como la sufrida el pasado 22 de octubre con el proceso de primarias opositoras, no le queda más que descalificarla, desconocerla y confrontarla con otro proceso similar para revertir los resultados midiendo fuerzas.

Rocío San Miguel, presidenta de la organización no gubernamental Control Ciudadano y especialista en análisis en el ámbito militar, lo dijo y con mucha razón: sí debemos ir a votar, y la fórmula tiene que ser:  Sí, Sí, No, No y No.  No abstenernos es la única manera de evitar darle un cheque en blanco al Régimen, el cual de obtenerlo lo utilizaría sin pensarlo al momento de verse acorralado y con una clara posibilidad de poder el poder que ostenta. San Miguel asegura que el presidente Nicolás Maduro no dudará en activar un Estado de Conmoción valiéndose de la respuesta número cuatro del referendo sobre el Esequibo, cuya decisión le permitirá suspender el proceso electoral presidencial previsto para el tercer trimestre del año próximo, apagándole de nuevo a los venezolanos la oportunidad de ver la luz al final del túnel.

La pregunta 1 y 2 ha sido descrita por los analistas políticos como una trampa casa bobos, es evidente que negarlas es violar la Constitución Nacional, por lonque deben ser contestado con un inevitable Sí.

Mientras la pregunta 3 de ser afirmativa le daría al Estado una justificación para salirse de la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), y para mí y para muchos otros venezolanos esa no es la ruta adecuada; Venezuela debe permanecer en este organismo que investiga arduamente los crímenes de lesa humanidad y violación de derechos humanos cometidos por el Régimen en contra de venezolanos. A esta pregunta la respuesta debe ser “No”.

La 4 y la 5 son aún más peligrosas y también deberían ser negadas; estas preguntas son abiertas y hablan sobre usar “otros medios” o implementar “otros planes” para hacer frente a la disputa territorial que se mantiene con Guyana. Eso es muy delicado y puede justificar que el oficialismo haga una utilización inconstitucional del deseo del pueblo de defender su soberanía, llegando a un conflicto bélico de grandes dimensiones y de resultados dramáticos y activando desde luego un Estado de Excepción.

San Miguel ratifica que teme que el chavismo pueda utilizar las respuestas de la consulta como un “cheque en blanco” para escalar las tensiones con Guyana a un conflicto armado, en su afán de mantenerse en el poder. “Ignorar la consulta es dejarle el camino abierto para que la única verdad sea la que plasme el poder a través de su aparato de propaganda”.

Concuerdo con San Miguel cuando dibuja las intenciones del régimen como provocadoras para el proceso de ir a unas elecciones transparentes y libres, pues ya desde el 2021 se está guardando un as bajo la manga: la disputa del Esequibo.

Para nadie es un secreto que la reclamación de la zona del Esequibo ha sido utilizada por los Gobiernos como herramienta política, y el más grave lo realizó el presidente Hugo Chávez Frías cuando detuvo el diferendo por convenios internos entre ambos gobiernos. Por su parte el presidente Maduro ya desde el año 2021 había incluido el tema del Esequibo en las negociaciones de México y fue ratificado en Barbados, y todo indica que sería usada en el momento indicado, como realmente se da la ocasión luego de la dura derrota en las primarias.  Ahora desvía la atención con un tema poderoso, atractivo, con implicaciones internacionales y que convoca a sentimientos patrios, como lo es la integridad territorial. El CNE con claros visos chavistas aprueba la consulta rápidamente y redacta las preguntas a su medida, iniciándose con ello una masiva campaña comunicacional para su aprobación.

Tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe. Ya el cántaro del venezolano de a pie, el que está cansado de la crisis que agobia a su país que solo ha dejado ciudades enteras desoladas, amenazando con hacer realidad esas casas muertas de Miguel Otero Silva, debido a una diáspora indetenible de escalas jamás vividas por esta nación; se rompió y quedó hecho trizas. El venezolano duda, sin darse cuenta de que cualquier llamado a la abstención que se produzca en el país tiene una posibilidad cierta de que podría producirse una nueva lista Tascón, cuyas consecuencias todos conocemos.

El Régimen sabe que no es una buena opción declarar un enfrentamiento bélico con Guyana, porque este país a pesar de no tener la misma capacidad armamentista de Venezuela tiene aliados poderosos, tanto que para este viernes está previsto una reunión bilateral entre el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, con su homólogo de Guyana, Irfaan Ali, en el marco de la COP28, que se celebra en Dubái; mientras que el Ministerio de Defensa de Brasil confirmó que ha reforzado la presencia militar en las fronteras con ambos países debido a los roces que existen entre Caracas y Georgetown. Sin embargo, nada es más cierto que cuando se trata de no dejar el poder se llega a llevar al desguazadero hasta el más inocente que en este caso es el azotado pueblo venezolano.

Los venezolanos no la tenemos fácil, como quien dice, sino nos agarra el chingo nos agarra el sin nariz. No olvidemos que la institucionalidad del país, que es la llamada a ponerle freno a las intenciones de perpetuidad del Régimen chavista, está a su servicio, desde el TSJ hasta el CNE, por ello debemos enfrentar con nuestro voto la posibilidad de que el Régimen chavista siga haciendo lo que le dé la gana con el futuro de este país tan noble.

El pie de fuerza del venezolano es la esperanza y de ella debemos valernos para no dudar.  La oposición debe aprender de sus errores para recorrer el camino hasta una salida democrática a este caos político, social y económico que se ha instaurado en el País; solo así podrá sostener esa esperanza, que estimamos, está muy cerca de llevarnos a la libertad.