OPINIÓN

CUENTOS DE PIEDRA

POR: EUGENIO MONTORO

Simón bar-Jona era el nombre de un tipo que era pescador en el mar de Galilea y al que Jesús de Nazaret vino a reclutar como apóstol. Fue uno de sus más leales seguidores y Jesús le encomendó la tarea de dirigir y organizar la Iglesia primigenia y que dio base al actual cristianismo en sus muchas variantes.

“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. Pedro inició su proceso de organización en Antioquía en Turquía junto a otros apóstoles y de allí pasó a Roma con igual propósito. Tuvo muchísimo éxito y todos los días decenas de romanos dejaban a sus viejos ídolos y adoptaban la nueva fe. La cosa tomó suficiente importancia como para llegar a oídos del emperador Nerón quién, sin mucho retraso, ordenó capturar a Pedro y sus bochincheros.

Pedro sintiéndose acosado y temeroso por su vida, decidió abandonar Roma huyendo por la Vía Apia. En el camino se encontró con la visión de la figura de Jesús cargando la cruz y Pedro le dijo” Quo vadis Domine” (¿A dónde vas Señor?) y Jesús le contestó “Roman vado iterum crucifigi” (Voy hacia Roma para ser crucificado de nuevo). Pedro, avergonzado, regresó a Roma y continuó predicando hasta que finalmente fue apresado y crucificado. La gigantesca Basílica de San Pedro en el Vaticano, según la tradición, fue levantada, en su honor, en el lugar de su martirio.

Pues esta piedra llamada Pedro le dio un gran impulso inicial al cristianismo y después de 2000 años en donde ha pasado de todo un poco, cismas, excomuniones, metidas de pata, miles de aciertos, concilios, inquisiciones, construcciones fantásticas de templos, obras de arte universales, congregaciones, misioneros y un larguísimo etcétera, aún se muestra como una Iglesia vigorosa, aunque enfrentada a un mundo moderno difícil y cada vez más escéptico.

Este es el cuento de una piedra buena, el bueno de San Pedro. Vamos ahora a contar el cuento de una piedra mala. No referimos a Petro, que también viene del griego significando piedra, el candidato a la presidencia de Colombia en 2022.

Gustavo Petro se autodefine como “un líder de izquierda progresista, que desea poner la economía a favor de la vida, viene con el propósito de apostarle a la protección del medio ambiente y a profundizar la democracia y, además, promover una estructura económica basada en la producción y no en la extracción”.

Petro participó durante muchos años en el movimiento terrorista M-19 que se hizo conocer mundialmente por la toma del Palacio de Justicia en el centro de Bogotá donde murieron más de 100 personas. Petro dice no tener que ver con eso pues él estaba detenido, cosa que se entiende para salvar su imagen, pero que también lo muestra como un desleal traidor a su movimiento

Lo cierto es que las encuestas lo favorecen y podría ser el próximo presidente de Colombia. Sus detractores advierten que Petro puede reproducir en Colombia el caso Venezuela instalando un régimen comunista disfrazado y dependiente también de los cubanos.

En realidad, nos es difícil comentar sobre este individuo y que le ven de bueno tantos colombianos, pues no hemos seguido su historia de cerca, pero si hay un aspecto que nos gustaría comentar y, aunque se trata de algo de apariencia sencilla, revela muy bien lo que hay en la mente de Gustavo Petro.

En 2016 a raíz de una investigación de un periódico se denunció que tres de los títulos académicos que Petro incluía en su curricula eran falsos. No era, como lo decía, por escrito, especialista en administración pública, no era magister en economía y mucho menos PhD en Nuevas tendencias de dirección de empresas. Petro debió aceptar públicamente el engaño.

Las muchas acusaciones contra Petro tienen su peso propio, pero el incluir mentiras en su propio curriculum no tiene intermediarios ni a nadie a quién culpar. Él, de propia mano, lo escribió a sabiendas de que no era verdad. Esto lo revela como un individuo con absoluta capacidad y frialdad para mentir, así que cuando dice, al igual que Chávez como promesa electoral, que va “a profundizar la democracia” es lícito no creerle. Chávez dijo lo mismo y Venezuela vino a parar en la más asquerosa dictadura comunista de toda su historia y que aún padecemos.

La coherencia entre el pensar, el decir y el hacer es lo que distinguen a los hombres íntegros y honestos y Petro con la farsa de sus títulos demostró que no lo es. Es difícil dar consejos a nuestros hermanos colombianos sin que nos tilden de metiches, pero en realidad lo hacemos con mucho cariño al menos para que sepan que por aquí muchos le creyeron al mentiroso Chávez y nos ha ido muy mal y si ustedes le creen al mentiroso Petro (y ninguna duda de que lo es), y lo eligen, las posibilidades de que les vaya muy mal son inmensas.

Para cerrar estas líneas y ya que comenzamos con San Pedro y terminamos con el comunista Petro valga una de Churchill “Los primeros cristianos decían, todo lo mío es tuyo. Los comunistas dicen todo lo tuyo es mío”

 

Eugenio Montoro

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