OPINIÓN

EL ÉXODO

POR: GLORIA CUENCA

Desde la Biblia, el éxodo fue siempre un acto heroico y revestido de tristeza: dejar el sitio donde se nació y partir buscando la libertad, un futuro mejor, una tierra prometida. El significado de éxodo es salida. Se busca, un porvenir que supere lo que se tiene, o al menos, que no sea tan terrible como lo que se deja atrás. Después, existe el exilio, se habla al respecto casi siempre en voz baja. Producto en la mayoría de los casos del extrañamiento por razones políticas; se obliga a las personas a irse del país de origen. Finalmente, la migración, de la que ya he escrito, señalando la partida de las personas, por cuanto han comprobado que no tendrán ninguna posibilidad de estar bien, cuando la vida sigue un curso aparentemente, normal; no es así. Son terribles momentos de angustia, de toma de decisión. Se  responde a ellos, con certeza: la del que cree está haciendo lo mejor. Tanto para quien, a pesar de todo, anuncia que partirá, en busca de una vida más completa y un mínimo bienestar, imprescindible, para el humano, como para quien se queda enfrentando esta pesadilla.

Nosotros, venezolanos, no conocimos, durante todo el Siglo XX una situación tan dramática como ésta. Durante la dictadura de Gómez, fueron los exilados políticos el grupo más grande. Parece que no pasó de un millar de personas, los que se refugiaron fuera por la dictadura. Las razones fueron, básicamente:  oposición al régimen. Muchos pasaron por terribles cárceles: la Rotunda, prisión tenebrosa, cuyo solo nombre asustaba, según contaron quienes vivieron esa etapa. El tristemente famoso Castillo Libertador, en Puerto Cabello, de temibles historias, narradas por sus sobrevivientes. Después de 13 años, la dictadura de Pérez Jiménez. Muchos dirigentes de Acción Democrática salieron al exilio. También les tocó a los de Unión Republicana Democrática y Copey. Otros, independientes, sin filiación política, optaron por el destierro- así se decía- antes que aceptar la tortura de ir a la cárcel. Muchos comunistas tuvieron que abandonar el país. Otros de la resistencia fueron a  prisión: la Seguridad Nacional, la Cárcel del Obispo y el Dorado, -sitio para delincuentes- donde trasladaron a numerosos presos políticos. Una pesadilla. Hubo quienes vivieron una clandestinidad peligrosa e impresionante: Santos Yorme, Pompeyo Márquez, inolvidable su resistencia. Hubo falta de Libertad de Expresión, y la conseja repetida: “No se metan en política; el régimen actúa en contra y con represión atroz”. Por lo demás vivías bien en Venezuela. Había problemas de inseguridad alimentaria en la infancia. Ahora lo sabemos.

Esta millonada de personas huyendo, más de 7.5 millones, nunca se había visto. Hay venezolanos en todas partes del mundo; también en toda clase de trabajos. Algunos extraños. A diario se encuentran, hombres y mujeres: desde académicos, profesionales, artistas, periodistas, hasta camareras, mesoneros, choferes, porteros, obreros y técnicos, plomeros, electricistas, jardineros y peluqueras, entre muchos otros.  Existe un grupo de delincuentes que salieron del país, con la intención de seguir siéndolo. Son minoría, hacen bulla y mortifican bastante, además de dar una imagen terrible, confusa.  Se culpa, al generalizar, a compatriotas. Muy injusto puesto que, la gran mayoría trabajan sin descanso.

No es fácil hablar de este tema: ¿Irse o quedarse? Hay quien piensa mal de quienes se fueron; también hay quien tiene resentimiento con los que se quedaron. De todo hay en la viña del señor.

En mi opinión: es tan terrible, irse como quedarse. El desastre, este régimen de incompetentes, ignorantes y corruptos que se han adueñado del país. La decisión depende ¿qué siente la persona ser más capaz de resistir y superar? Alguien cercano, me señala: “Cada uno es, cada uno” o, también “Cada cabeza es un mundo”. Este siglo XXI, como han sido todos los comienzos de Siglo, desde hace 3 para los venezolanos, ha sido trágico. Los que se fueron, han demostrado una valentía y un coraje, que no se conocía, ni se sabía. Los que se quedan, luchan con una intensidad ante los males del país, que no podemos sino admirarlos: son héroes y heroínas, desconocidos, fuertes, anónimos. Nunca pensamos que terminaríamos así.

De lo más claro y dramático que he escuchado, lo dice mi hijo, inmigrante en USA: “la Venezuela que tanto quise no existe. Tampoco mi ciudad: Caracas.” En efecto, es una triste y gran verdad. No importa lo que se haga por mantener las cosas de otra manera.  Por lo que soñamos y luchamos no existe. Es otro país. Deben saberlo.  Tendremos que partir de cero.

No tendrán perdón de Dios quienes destruyeron nuestro país. Ni que se arrepientan. De alguna manera deberán pagar lo que han hecho con su gente, con toda una Nación. Dios sabe todo. Su justicia es inapelable, su amor grande, su poder infinito. Allá ellos con su inconsciencia vergonzosa y su afán de dinero mal habido.

 

LOGO EL REGIONAL DEL ZULIA - BOTON PRINCIPAL

Suscríbete a nuestro boletín

Reciba nuestro resumen con las noticias más importantes directo a su buzón.