EL ÚNICO DIOS

POR: P. JOSÉ ANDRÉS BRAVO H.

Nuestro Dios, el revelado por Cristo Jesús, es el Único. No hay otro. Los Egipcios tenían sus propios ídolos a quienes adoraban como dioses. Les levantaban estatuas gigantes expresando su enorme poder. Los faraones les hicieron creer al pueblo que ellos los representaban. Así regían al pueblo con poder absoluto. Todos obedecían al faraón por miedo a los ídolos poderosos que presentaban al pueblo oprimido.

Pero, el Dios Único y Verdadero, el Dios de los padres de Israel, se hace presente en medio del pueblo oprimido, sufrido y maltratado en su dignidad. Se hace Yahvéh (el que es, el que está presente), porque ha escuchado los gemidos del sufrido pueblo hebreo. No es un Dios lejano, insensible ante la situación de opresión, sino que irrumpe en la historia para liberar al pueblo. Pues, Él creó a la humanidad para ser libre y fraterna. Viene a luchar con los pobres y oprimidos. Moisés, el líder elegido, debe ir donde los israelitas para despertarles la fe perdida y crearles conciencia de su dignidad de creatura a imagen y semejanza de su Creador. También debe hablarle al faraón para exigirle que deje libre al pueblo. Difícil tarea, pero cuenta con el poder bondadoso y misericordioso del Único nico y Verdadero Dios. La liberación que ofrece Yahvéh no es simple acto político, es integral. Es la persona humana concreta la que hay que salvar, liberándora del pecado y sus consecuencias. Volver a Dios es el mensaje de los profetas que aún resuena fuerte en la humanidad.

Jesús es quien trae la libertad y la vida en fraternidad. Él es el Dios encarnado por quien se hace el Emmanuel, Dios-con-nosotros. Para reconciliarnos entre nosotros y con el Padre. Así es como podemos librar la lucha por la libertad que nos hace capaces de ser hermanos. El mensaje del Evangelio es que nos arrepintamos y volvamos a Dios, cumpliendo su voluntad, levantándonos y siguiéndole por el camino de la Cruz. La imagen más clara de nuestro Dios es el ser humano, creado a su imagen y semejanza. Se ama al Señor amándonos los unos a los otros como Jesús nos ama. El poder del Dios revelado por Jesucristo se encuentra en el niño del pesebre y en el joven crucificado.

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