OPINIÓN

LUEGO DE SEMANA SANTA

 

POR: Dr. Pedro Duarte

Abogado

Recién salimos de Semana Santa o Semana Mayor, como también se le conoce y con ello regresamos a nuestros compromisos cotidianos, al día a día, sin duda alguna cargados de energías físicas y espirituales, como consecuencia del encuentro con familiares lejanos, lugares de descanso y esparcimiento que teníamos tiempo sin visitar, amigos con quienes nos reencontramos y de una manera especial de ese encuentro con nosotros mismos, con nuestra espiritualidad, vivida en las actividades litúrgicas propias de ese tiempo, que nos ayudaron a hacer un stop y profundizar lo verdaderamente valioso. Definitivamente, un espacio que nos permitió redimensionar la escala de valores, ordenarla tratando de lograr el equilibrio y encontrar la serenidad necesaria para vivir diariamente.

Allá en el sepulcro del viernes santo, quedaron bien enterradas nuestras debilidades, nuestros defectos, nuestros miedos, nuestras enfermedades, pues ese lugar de muerte fue sucumbido con el gran acontecimiento de la resurrección y es con esa alegría, con esa seguridad, que debemos enfrentar la vida, conscientes que Jesucristo nuestro Redentor está más vivo que nunca, con la certeza que también nosotros resucitaremos al final de los tiempos pero desde ya debemos resucitar a un Hombre nuevo. Ya lo decía el Apóstol Pablo en la Primera Carta a los Corintios Capítulo 15 versículo 55 “¿Dónde está muerte tu victoria, donde está muerte tu aguijón?”.

Es necesario regresar a la vida diaria, a nuestras realidades particulares, donde asumimos con más fuerza, con más ahínco nuestros compromisos y responsabilidades, con una actitud humilde, es decir, conscientes tanto de nuestras virtudes como de nuestras limitaciones, reconociendo y aceptando los éxitos y fracasos en igual medida, sin sentirnos ni más ni menos que nadie, reconociéndonos tal y como somos y con una actitud activa frente a los retos que se nos presentan. Dispuestos de igual manera a aprender diariamente de donde uno menos espera, pues no lo sabemos todo, ya decía el filósofo griego Sócrates “solo sé que no sé nada”. Así como respetar a todos, pues cada quien puede tener una interpretación propia de la realidad, en definitiva a creer también en la humildad  de los demás. La soberbia no es buena consejera en ningún momento.

Este descanso, este recobrar energías físicas y espirituales debe llevarnos a dejar de lado el Yo y preocuparnos un poco más por los demás, evitar el egoísmo, el egocentrismo, el protagonismo exagerado, ser capaces de pedir disculpas si fuese necesario, perder el temor a equivocarnos, aceptar las críticas constructivas y saberlas diferenciar de las mal intencionadas,  pedir ayuda en lo que no sabemos, agradecer y reconocer a quienes nos apoyan y apoyarlos al mismo tiempo, tener una mente abierta aceptando que nuestra identidad social no es la única ni la mejor y algo fundamental que a veces pasa desapercibido, ser humilde en el asombro, es decir dejarnos sorprender por la vida, por aquellas cosas que nos recuerdan que el mundo es mucho más grande que nosotros y nuestros problemas, disfrutar hasta de un atardecer cabimero a orillas de nuestro hermoso lago.

Hagamos un esfuerzo porque todo este refrescamiento físico y del espíritu repercuta positivamente en nuestras relaciones con los otros, contribuyendo con la paz de nuestro Municipio, nuestro Estado y nuestro País.

 

“Si no se vive para los demás, la vida carece de sentido”

Madre Teresa de Calcuta

 

Dr. Pedro Duarte

Abogado

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