OPINIÓN

¿PATRONO PÚBLICO, MEJOR QUE EL PRIVADO?

 

POR: DR. ALIRIO FIGUEROA ZAVALA.

Individuo de número de la Academia de Ciencias Jurídicas del Estado Zulia. 

Debido muchas veces a que unos trabajadores tengan unas condiciones de trabajos y beneficios socioeconómicos muy deprimentes por parte de sus empleadores o patronos privados; los ha llevado a pensar ingenuamente, o quizás influenciados por el discurso atractivo de la lucha contra la explotación, propio de quienes predican el socialismo Marxista; ya que no respetan las reivindicaciones conquistadas, normalmente, a través de la contratación colectiva.

En base a lo anterior, piensan que cuando trabajan en el sector público, bien sea de carácter Nacional, Regional o Municipal; el patrono de ellos es mejor que el patrono del sector privado.

Hay dirigentes sindicales, que identificados con la promesa engañosa de que en el socialismo las empresas pasan a ser propiedad de los trabajadores, apoyan entonces, que el Estado-Gobierno asuma el control de toda la actividad productiva mediante la expropiación o apropiación de empresas privadas con la ilusión de que dejarán de ser explotados por los malvados capitalistas nacionales y extranjeros; y que sus necesidades y demandas serán satisfechas en beneficio personal y de su familia.

Lamentablemente la experiencia que hoy viven los trabajadores, y la dirigencia sindical de las empresas estatizadas demuestra, fehacientemente, que sí importa quién es el patrono. No es lo mismo que los trabajadores y sus sindicatos negocien su reivindicaciones con una empresa privada, teniendo como árbitro al Estado y sus instituciones en caso de alguna desavenencia entre las partes; que tener al Estado en el papel de patrono y arbitro a la vez; porque en este caso, no hay duda que va a prevalecer el interés del patrono Estado.

Se debe tomar en cuenta entonces, que cuando existe un Estado democrático con separación de los Poderes públicos, apegado al respeto y cumplimiento del Estado de derecho con instituciones autónomas y creíbles, no hay dudas por consiguiente de que se reduzca el desbalance de poder.

Pero cuando el Estado-Gobierno tiene una vocación totalitaria y se propone estatizar la economía como mecanismo de control político de la sociedad, el Estado-Patrono actuando como jugador y arbitro al mismo tiempo, se convierte en el más implacable explotador de los trabajadores.

En conclusión, no es lo mismo trabajar para un Estado-Patrono que gerencia ineficientemente las empresas estatizadas; que trabajar en empresas privadas celosas de cuidar y ampliar su capital. En fin, es mejor un patrono privado consiente de sus obligaciones y no un patrono público que no cumple con las mismas como ocurre en la actualidad.

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