Antonio Ledezma
En un sólo año murieron más de 5 mil venezolanos con padecimientos renales que no lograron acceder a los servicios de diálisis a los que tenían pleno derecho. Las lápidas de esas tumbas pesan hoy sobre los culpables de semejante genocidio. Los responsables son, fundamentalmente, Chávez y Maduro.
Ellos fragmentaron el sistema de salud en Venezuela, provocando una nociva dispersión, agregando el plagio de planes importados desde Cuba, como el Barrio Adentro, que despertaron tantas expectativas y ahora, en declive, sólo dejan frustraciones en la ciudadanía, especialmente en los sectores más desprotegidos del país. Por el Ministerio de Salud desfilaron más de 27 ministros, con un tiempo de duración en el puesto que oscilaban, entre tres meses y tres años. Eso es parte del relajo que ha provocado el colapso de la salud en Venezuela, violando flagrantemente elementales derechos humanos. La corrupción, el clientelismo, el despilfarro y los regalos a sus socios del foro de Sao Paulo, son las verdaderas causas de que hoy estemos como estamos en materia de salud en el país que entregó «océanos de petrodólares» a esos incompetentes funcionarios, que en mala hora pasaron por esos cargos relacionados con la prestación de un servicio tan vital para la humanidad.
Según la Organización Mundial de la Salud, en Venezuela el número de camas por cada 10.000 habitantes está por debajo de 0,9, siendo el estándar mínimo a cumplir de 3 camas. Hoy, para hacerle frente a la pandemia del COVID-19, estamos en las peores condiciones. No llegamos ni a 100 camas para cuidados intensivos.
La investigación periodística de Moisés Alvarado, que contó con valiosos y valientes testimonios del médico venezolano Jaime Lorenzo, nos recuerda que “en 2014 el precio del barril de petróleo —la base de la economía venezolana— cayó a 57 dólares (en 2012 estuvo a 107). Para el año siguiente, 2015, la salud fue una de las sacrificadas en el presupuesto general: pasó de significar el 3.1 % del gasto total del gobierno a sólo el 1.9 %, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS)”. Ese desmoronamiento continuó hasta nuestros días. Por eso “en el Hospital de Los Magallanes de Catia al mes se realizan, apenas, un centenar de cirugías, cuando en otros tiempos el número llegó a ser de 500. Además, con escasas operaciones electivas. Las denuncias de CODEVIDA, han sido bien documentadas y han dejado constancia de sus oportunas demandas de rectificación. Pero ¡qué va! Eso no forma parte del interés de esos funcionarios “revolucionarios”, la premisa es robar, sin importar que el Dr. Francisco Valencia, uno de los galenos que, asumiendo todos los riesgos personales, se atrevió a denunciar que “el convenio Chino-Venezolano para la adquisición de equipos médicos no contemplaba la sustitución ni mantenimiento de componentes de los equipos, por lo que cada vez que se deteriora uno, éste deja de funcionar y no hay quien pueda repararlo”. ¿Entienden porque hay montones de equipos recién comprados que no son más que chatarras?
También presentaron un resumen de las anomalías que dieron pie a este descalabro: La construcción y reparación de infraestructura hospitalaria, la selección de proveedores, compra (importación), distribución y mantenimiento de equipos médicos (tecnología), la contratación de personal sin concurso, el uso político de los programas de salud y la utilización de la figura de créditos adicionales para cubrir el déficit presupuestario, lo cual es un indicador de falta de planificación e improvisación por parte del régimen.
Estimo oportuno citar una importante denuncia de la Dra. María Yánez: “En el año 2007, la Asamblea Nacional de aquel entonces constituida por mayoría oficialista aprobaba cualquier cantidad de créditos adicionales para la infraestructura hospitalaria, en ese año los créditos aprobados, fue de un monto aproximado de un billón de Bs, en moneda vieja, los recursos asignados iban a ser utilizados para la recuperación de 62 hospitales a nivel nacional, diez en el Distrito Capital”. Otro crédito aprobado fue en el año 2014, por un monto de 699.896.000 Bsf para el “fortalecimiento de la red pública hospitalaria”, a esto se le suma lo aprobado para la construcción de 6 hospitales especializados correspondientes al proyecto Barrio Adentro IV por un total de 1.272 millones de Bsf más 140 millones de $ del Fondo de desarrollo Nacional (Fonden) y 186 millones del Fondo Chino Venezolano, nunca se construyeron, un ejemplo el Cardiológico para adultos y Oncológico de Montalbán.
Los negocios eran fiestas sin fecha de finalización para estos bandoleros, así los casos identificados en un esquema de compras con sobreprecio que involucran a cuatro empresas extranjeras intermediarias que vendieron a Corpovex, vía El Salvador, al menos 11,3 millones de dólares entre 2016 y 2018. La entidad venezolana desembolsó 20 veces más que las instituciones públicas de El Salvador, Colombia, Perú y Guatemala por los mismos productos, entre los que se incluyen mascarillas de oxígeno, catéteres, sondas de Foley. Nada rebuscado, sino insumos que todo centro de salud debe tener siempre disponibles para funcionar con normalidad.
Son múltiples los casos en los que se robaron mucho dinero. Por eso la gente muere en las calles, las mujeres paren en la vía pública, los niños dejan de vivir porque no hay servicios adecuados en los centros de salud. Está el caso de la exministra Eugenia Sader a la que le asignaron más de 550 millones de dólares para equipar hospitales, especialmente, con material para combatir enfermedades de cáncer. Pues ese dineral se lo robaron integro.
Finalmente, los regalos de Chávez y Maduro a Cuba, a Bolivia o Paraguay. La lista es muy larga, son muchos los hospitales, equipos, insumos, medicinas, etc., que ambos dictadores obsequiaron a otros países, mientras en Venezuela crecían los índices de mortalidad. También pudiéramos hablar de las endemias que regresaron enfurecidas como consecuencia de las malas políticas sanitarias, o de las legiones de médicos o enfermeras que se fueron del país huyendo de la hambruna.
En definitiva, está más que reconfirmado que esas mafias son la causa de esta desgracia, de la que saldremos solo saliendo de ellas.