OPINIÓN

Del Panorama Post Covid-19

Antonio Urdaneta Aguirre

Es demasiado temprano para opinar acerca de las consecuencias del COVID-19 en tiempo de proyección hacia el futuro. Hacerlo es correr el riesgo de caer en especulaciones alarmantes, puesto que los indicadores actuales dan poco margen para aventurarse en la predicción de resultados que podrían variar drásticamente de la noche a la mañana. Sin embargo, la tentación de adelantarse a lo que pueda ocurrir en los meses venideros, aunque parezca suicida, es superior a cualquier posibilidad de equivocarse. Por esta razón, que luce más poderosa cada vez que pensamos en el mundo que surgirá después de los efectos de la pandemia, es que me atreveré a dibujar las generalidades de un posible panorama.

Para adentrarse en el intento de describir las coordenadas de un porvenir realmente incierto, quizás la decisión más acertada debería fundamentarse en la real o aparente impotencia de los países más desarrollados del planeta, justamente al momento de enfrentar la pandemia que tomó desprevenido a todo el mundo, excepto a China. Aquí vale la pena detenerse para formular una pregunta única a quienes gobiernan las grandes potencias: Si en vez del coronavirus, o el virus chino, como ya es vulgarmente conocido, hubiese surgido una guerra inesperada contra una superpotencia del primer mundo, ¿habría estado preparada ésta para hacerle frente a la situación?

La respuesta a esa interrogante está de anteojito; es probable que el gobierno de dicha superpotencia, a estas alturas, estaría vanagloriándose de un triunfo contundente contra el atrevido agresor. Esta conclusión, que nada tiene de descabellada, conduce, a la vez, a un doloroso convencimiento: al comparar los billonarios presupuestos que se invierten en armas y todo tipo de material bélico, incluso de destrucción masiva, supera millones de veces al que se destina para la salud. ¡El mundo está más preparado para la muerte, que para la vida!

Si una reflexión se planteara al respecto, después de todos los análisis que se deriven de un asunto tan trascendente como éste, conduciría a un cambio radical de actitud por parte del poder político y económico del mundo. Es probable que se abra un espacio a la esperanza, en función de que la vida revalorice su sentido ante la muerte. Por supuesto, si esa sola fuera una semblanza del panorama post COVID-19, podríamos pensar que el virus chino valió la pena.

ANTONIO URDANETA AGUIRRE
Educador – Escritor
[email protected]
@UrdanetaAguirre

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