OPINIÓN

VENEZUELA EN LA DECADENCIA         

 

POR: EMIRO ALBORNOZ LEÓN

Periodista

Me he robado,  de alguna manera, el título de este trabajo porque agarré ese viejo pero formidable libro de quien fuera uno de los más aguerridos periodistas que lucharon contra la dictadura de Juan Vicente Gómez: José Rafael Pocaterra. «Memorias de un venezolano en la decadencia» en el cual recogió también los desmanes de Cipriano Castro, antecesor del «Bagre».

Pocaterra  no sólo registró las violaciones a los derechos humanos de ambas dictaduras sino mostró el rostro tiránico de ese oprobioso régimen y, sobre todo, rompió el mito de la necesidad de eso que llamaron el gendarme necesario,  contenido en otro libro nada edificante como fue el «Cesarismo democrático», de Laureano Vallenilla Lanz, doctrina con la cual   sustentó, intelectualmente, la dictadura de Juan Vicente Gómez.

Traigo esto al tapete porque, guardando las diferencias con la época, los venezolanos vivimos en estos momentos esa decadencia registrada por Pocaterra en su libro.   Las cárceles, a pesar de las exigencias de la ONU, de los organismos internacionales que defienden los derechos humanos, de la Unión Europea y tantos más, están llenas de presos políticos, rehenes de conciencia,   a muchos de los cuales les montaron expedientes  sobrevenidos con la complicidad de los órganos de justicia. Pocaterra, llegó a expresar antes los desmanes del gomecismo: «¿Por qué no le quitan el nombre de «Cárcel Pública» a esto y lo llaman «Matadero Público de Hombres?”.

Pero es que no solamente se trata de las violaciones a los derechos humanos, de  asesinatos como el del Concejal Fernando Alban, «suicidado» desde las alturas del organismo donde se encontraba injustamente detenido , pero tanto el Fiscal Saab como el Ministro de Justicia de ese entonces, Néstor Reverol, informaron que se suicidó lanzándose por una ventana del baño.

El secretario general de la OEA, Luis Almagro, condenó la muerte de Albán y señaló que es «responsabilidad directa de un régimen torturador y homicida». De ingrata recordación está el  asesinato cruel del Capitán Rafael Acosta Arévalo quien se encontraba bajo custodia de la DCGIM y a quien la necropsia de ley practicada al cadáver, determinó como causa de muerte «edema cerebral severo debido a insuficiencia respiratoria aguda, debido a rabdomiolisis por politraumatismo generalizado». O sea. Venezuela está en la decadencia y en estos momentos el pueblo todo anda en las calles protestando contra Maduro por su desastroso desempeño en todos los órdenes de la vida del país.

Somos el país con el salario mínimo más degradante pues no llega en estos momentos ni a los 6 dólares mensuales.  La revolución acabó con todo lo bueno que había en Venezuela.    Lo que fue uno de los  servicios eléctricos más eficientes del continente,  hoy no sirve. El   Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice) acaba de concluir un estudio donde el servicio eléctrico sale calificado como lo peor.

El resto de los servicios públicos elementales, encabezados por el agua potable,  no funcionan. La gente sufre de sed a lo largo y ancho del país.

Los trabajadores venezolanos perdieron la seguridad social. No hay seguros de hospitalización,  cirugía y maternidad como existió antes de este desastre revolucionario.  Los seguros mortuorios fueron barridos en su casi totalidad. Y el hambre se tongonea burlona por todos los rincones del país.

Tendrá que reeditarse nuevamente «Memorias de un venezolano en la decadencia».

 

Emiro Albornoz León/Periodista.

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