POR GLORIA CUENCA.
Al “mamantón de burro”… Si amables seguidores y contradictorios lectores, la situación, me lleva a recordar cuestiones jocosas y sabrosas; recuerdo de un pasado muy alegre. Me acostumbré y aprendí, en mi larga vida: mientras más compleja se pone la circunstancia, más humor hay que tener, para superar los dramas. De los aspectos divertidos que hoy comento, el primero, refiere a videos, la capacidad creativa de los venezolanos: surgen como de la copa de un mago. Algunas canciones, otras trucadas, también viñetas, y textos. A cuál más, divertidos, creativos, explícitos, de lo que ocurre. Otros refranes, surgidos en la madre Patria, como el “ahora, si torció la puerca el rabo” de los margariteños. Dicho cuando la cosa se pone muy complicada. O, “éramos pocos y parió la abuela”.
El humor, – no se crea el maravilloso y respetado, Dr. Don Laureano Márquez, que le voy a quitar el trabajo- es una medicina en medio de esta especie de locura creativa, censurada, comprometida, e inesperada, que ha surgido. Hay incertidumbre, (¿será pecado la palabra?) reírnos nos hace bien. Si perdemos la sonrisa, ¡recordarlo, los más jóvenes! Se arruga uno más. Si. Lo sé y lo acepto: nadie quiere arrugarse, ni volverse viejo, canoso y reumático. ¿Lo otro, morirse, la alternativa, no es peor? El que no llega a viejo, se sabe, es porque nuestra democrática y segura muerte, se lo llevó, adelantado. Sin embargo, de todos modos, a los no creyentes, a los ateos, les corre un frio por la espalda, cuando se dan cuenta de que allí llegarán y no hay forma de eludirlo: la muerte es democrática, insisto en esto, porque hay quienes se creen inmortales. Nos alcanza a todos los seres vivos. Vuelvo al humor. No quiero competir con el gran “Chigüire, bipolar”, ¡líbreme Dios! aun cuando les confieso, la presentación, (del Chigüire) no llenó mis expectativas. No me gustó. Dirán los chicos del “Chigüire Bipolar” y, ¿a quién le importa que a la anciana no le guste nuestra presentación?¡Imagínense! Yo he tenido, ¿la dicha o la desgracia? No sé, de comer chigüire, ya sea “salpreso o fresco”, en Apure, allá muy cerca del Cajón del Arauca. Unos hermanos de vida, me llevaron, para que pudiera entender completamente a nuestra llanura y a la novela “Doña Bárbara”. Civilización contra barbarie. Siempre presente. En la casa, el cuñado, lo come con fruición y siente: un manjar, el ”pisillo de Chigüire”, es desmechado. La verdad, no me gusta, siendo como es, un roedor grande, sabe a pescado. El pobre Chigüire, si supiera a cerdo, tal vez me habría gustado. No se ofendan los amantes del Chigüire, no el Bipolar, sino el otro.
Por si no lo saben, soy “buen diente”. Es público, notorio y comunicacional. Decía mi madre, (QEPD), “Gloria nació con hambre”. Por 6 años vegetariana. Me hizo bien a la salud. Al ponerme quimioterapia por el cáncer, el Dr. me dijo, “A comer proteínas animales.” Entonces, les cuento de lo que he comido. En China: comí rana, serpiente, en sopa, y lo más terrible: perro. Eso sí, le decía al interprete, “¡Cuidado, no me diga lo que voy a comer hoy! ¡Me lo dice, mañana!” Así pude probar lo impensable. Además he comido, la exquisita lapa, el chivo en todas sus formas, morrocoy en pastel, sopa de tortuga, divina; cola de baba, también en la forma desmechada. el Chigüire ya dicho, venado y lo más dramático: mamantón de burro. ¿Me arrepiento, de algo? Si, del “mamantón de burro”. Va el cuento: un cercano amigo de mi marido, al saber que estábamos en Margarita, (la tierra amada de Adolfo L), nos invita a comer chivo en perola. Manera de cocinar el chivo, que tienen por allá. No es muy ortodoxa para quienes amamos a los animales. Lo cocinan en una perola grande, donde han desangrado al pobre animal. Allí van los ingredientes, y unas 2 horas después se saborea un plato exquisito, para quienes somos amantes de la buena y rica comida. No sé si el muy respetado chef y gastrónomo, (¿se dirá así?) ex alumno, siempre recordado y admirado, junto a su bella esposa, también ex alumna, Yolanda, Miro Popic ha comido el muy famoso “chivo en perola” margariteño. Es un manjar. El amigo, quien en oportunidades nos había hecho comer, su “famoso chivo en perola”, nos invita. Domingo, 2 de la tarde. Al llegar el chivo, ya en la perola. Los margariteños empiezan a tomar whisky, de los más caros. No había, Zona Franca, ni Puerto Libre, las bebidas importadas eran muy baratas. Todos sabían dónde comprarlas, contrabandeadas, a un precio inimaginable. Así empezó ese jolgorio. Chistes, que me hacían enrojecer, era muy joven. Cuentos sobre Adolfo L y su vida. En fin, una verdadera parranda margariteña. A las 4 de la tarde, estuvo listo “el supuesto chivo”, había arroz, yuca sancochada, arepas de las grandes, funche y otras cosas más que no recuerdo, y sirven de acompañante. Adolfo se comió 3 platos, yo 2. Cuando ya pasaban de las 6 de la tarde, decidimos regresarnos a Porlamar, donde vivía la familia de Adolfo. Al montarnos en el carro, el amigo nos dijo: “Me perdonan, comieron mamantón de burro. Fue lo que encontré. Estaba bueno, ¿verdad?”. Sí estaba sabroso. El arrepentimiento me quitó las ganas de volver a comer con este amigo, bromista en grado extremo, y muy simpático.
Así amables seguidores y contradictorios lectores, esta cuestión gastronómica, es hasta el final. No hay duda que comer de todo es de épocas buenas y democráticas. Ahora, me conocen ustedes un poco más. Les tengo más confianza, en medio de esta oscuridad e incertidumbre. ¡Dios los bendiga y proteja!
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