ANIVERSARIO 2022EDICIÓN ANIVERSARIA 2022

El Barroso II SIGLO DE ORO

 

La incidencia social que tuvo la explotación petrolera en Venezuela está ceñida a la transformación de pequeñas aldeas, como Cabimas, en grandes ciudades; aunque esta aseveración dista mucho de lo sucedido en otros poblados como Mene Grande -en cuyo subsuelo se inició la explotación petrolera nacional con el reventón del Zumaque I-, debido a que su crecimiento urbanístico fue menor.

Hoy, tras un siglo del gran estallido del Barroso II, Cabimas pasó de escasos 4 mil habitantes a 441 mil 928; sus barrios se mantienen firmes pese a sus deteriorados servicios públicos, pero cuenta con universidades, liceos y escuelas de altura, su aspecto religioso está bien erigido con una altiva catedral en pleno centro de la ciudad, variadas instituciones culturales, y un repunte del sector comercial que busca la pujanza de otrora. Pese a los contrastes, no hay dudas de que Cabimas pasó a ser un municipio de un evidente desarrollo urbano y social.

“Se trató de un proceso de trasformaciones claras en el semblante de los pobladores de la ciudad, que percibieron un antes y después con el proceso de metamorfosis que sufrió la ciudad al pasar de un tirón de la actividad agropecuaria y pesquera a la actividad petrolera”, sostuvo el sociólogo Luis Quiroz, quien está a cargo del Departamento de la Extensión Universitaria y de la dirección de Orientación y Bienestar Estudiantil del Politécnico Santiago Mariño (PSM) en Cabimas.

Podría decirse que los enclaves del otrora Distrito Bolívar, donde se encontraban los principales yacimientos petroleros del país, a medida que iban asiéndose de un rápido desarrollo se fueron transformando en municipios autónomos; por lo que primero Cabimas se desprendió de Lagunillas y Santa Rita, para que luego Tía Juana y Bachaquero hicieran lo propio.

El Distrito Bolívar fue creado en 1884, cuyo territorio correspondía desde Santa Rita hasta Bachaquero. En 1978 sufre una modificación y se crea el Distrito Lagunillas, Tía Juana se queda en Cabimas y Lagunillas se queda con Bachaquero; posteriormente vendría una nueva División Político Territorial con la Reforma Constitucional de 1989, que contemplaba la creación de los municipios y la figura del alcalde; el distrito Bolívar es disuelto y su territorio pasó a formar los municipios Santa Rita y Cabimas; ya para 1995 Tía Juana se independiza de Cabimas, creándose el municipio Simón Bolívar, y antes en 1989 Bachaquero había sido separado de Lagunillas, fundándose el municipio Valmore Rodríguez.

La explosión de aquel pozo petrolero conocido como el Barroso II, ese 14 de diciembre de 1922, y que aparece en algunos textos de historia Venezuela como el reventón petrolero que trajo un rápido bienestar al país, según Quiroz ha certificado con creces que Cabimas representa para Venezuela un tesoro dorado, y cuya fortuna también sirvió para ser parte del crecimiento social, cultural y económico de esta pequeña aldea; sin embargo, hay mucho para deliberar en torno a este acontecimiento histórico nacional. Bien lo dijo el maestro Jesús Prieto Soto en su libro “El Chorro, ¿Gracia o Maldición?”, donde analiza esa disyuntiva que sigue siendo debate nacional en torno a si ese recurso mineral que hasta hoy no cesa en el país, en realidad es considerado una desgracia o una bendición, por el peso que el petróleo tiene en la vida cotidiana de los venezolanos, contraponiendo sus bondades a su impacto en el medio ambiente, y por considerarse que no ha sido resarcido a los pueblos que son nichos de esta gran riqueza con beneficios sociales, como lo esperaban y lo siguen esperando sus moradores, por ser garantes de esta actividad productiva de manutención de toda la nación venezolana.

Desde entonces una Cabimas que hasta ahora no cuenta con un acta fundacional visible, pero que existe de forma tangible con sus barrios, instituciones, estructuras religiosas y vecinos afables desde hace 263 años, sigue reclamando las regalías por las riquezas minerales que existen en sus entrañas y que continúan siendo explotadas hasta la saciedad, sin que se traduzca en sustanciales mejoras en necesidades básicas.

No en vano surgieron frases como “Pide más que Cabimas” o “Cabimas La Cenicienta”, como lo expresara el conjunto gaitero Barrio Obrero, y que hoy goza de una vigencia impresionante.

Siempre, siempre en el olvido 

a Cabimas la han echado 

ella es la que más ha dado 

y menos ha recibido 

Incluso otra estrofa apunta una gran contradicción, puesto que aportando este municipio tanto petróleo, a sus calles y avenidas le han negado una digna pavimentación.

Una capa por encima 

el petróleo mal echado 

ese es el gran asfaltado 

de las calles de Cabimas 

 “Cabimas claramente al ser noticia a nivel mundial debido a este fenómeno natural, fue polo de atracción que provocó un oleaje humano hacia nuestras costas, y cuya interacción generó tendencias socio-culturales de distinta índole, que impactó tanto el interior de nuestro país como de otras latitudes, modificando el patrón sociocultural venezolano al internalizar valores, hábitos laborales y modismo lingüísticos, derivado de las actividades técnicas de la explotación petrolera”, destacó Quiroz.

La base del crecimiento: sus vecinos 

Tanto el caserío La Rosa, toda Cabimas y sus alrededores fueron permeadas por los cambios sociales que se suscitaron en todas las esferas de la sociedad tras el reventón del Barroso II. De esa forma familias como los Borjas, Ochoa, Clavel, Perozo, Quiroz, Soto, Tello, Romero, Vegas, entre otras, que ya estaban constituidas desde principios del siglo XIX en sus barriadas, dejaron sentado que, en Cabimas para esa época, ya existían “cabimeros de pura cepa”. Estos vecinos se unieron para vivir la bonanza y convertirse en una nueva élite social, desarrollando una nueva cultura y una nueva economía, y comenzar así a ser visibles en el mapa geográfico del país.

El pequeño caserío La Rosa estaba rodeado de una selva espesa con una fauna silvestre que en ocasiones atemorizaba a sus moradores, pero luego una vez que se expande la actividad petrolera se comenzaría a poblar con nuevos sectores como La Montañita, Gasplan, Corito, R5 y R10.

Jesús Luis Urribarrí Parra, compositor gaitero e investigador, conocido en Cabimas como “Blem”, narró las vivencias que sus bisabuelos José del Carmen Montiel Pulgar, a quien llamaban “el papá del petróleo”, y Altagracia Martínez, nacidos a finales del siglo XIX; le contaron de niño y que son relatos que han quedado en sus recuerdos como un regalo humano muy apreciado. “Me contaban que el petróleo era utilizado antes del reventón para calafatear embarcaciones de madera y para fines medicinales”.

Cabimas era entonces un pueblo que avanzaba sin premuras a la naciente modernidad. Empezaba la urbanización de la ciudad, el traslado pasó de mulas a las “camioneticas” pagadas en céntimos o lochas. Los cabimenses hacían sus mercados en “bodegas”, compras que casi siempre concluían con la tradicional “ñapa”; pero el petróleo trajo otra figura en este aspecto: los famosos comisariatos, establecimientos de expendió de alimentos para los trabajadores petroleros a tan bajo costo que las fichas que permitían su canje no solamente servían de ayuda social a las familias de los obreros sino también a sus allegados, lo que representó una fiebre colectiva por hacer uso de este beneficio aprobado desde la firma del primer Contrato Colectivo Petrolero en junio de 1946. Este provecho tuvo una vigencia de casi 60 años tras ser eliminado en el 2005 en el gobierno de Hugo Chávez Frías, al sustituirlo con las famosas TEA (Tarjeta Electrónica de Alimentación).

 

De chozas a campos petroleros 

Para aclarar que el enclave que dio paso al enorme caudal petrolero que había en la zona, fue La Rosa y no el centro de Cabimas, el investigador Jesús Urribarrí explica que las nomenclaturas de los pozos empezaban con la letra R como R1, R2, R3, R5 y R10, porque eran alusivos a La Rosa. “Si el reventón hubiese ocurrido en el casco central se hubiese fijado la letra C en esas nomenclaturas”.

Según Urribarrí, sus abuelos solían contar que para 1922 La Rosa era un pueblo de chozas con techos de palmas y piso de tierra, de pescadores, muy distinto a Cabimas que era la aldea principal, que comprendía todo ese sector que hoy se conoce como Casco Central de Cabimas. Sus pobladores se hacían llamar roseros no cabimeros.

“Blem” recuerda con mucha claridad, que para ir de La Rosa hacia Cabimas se tenía que tomar un caminito que iba bordeando la playa, pasando por El Cardonal, La Salina, La Vereda hasta llegar a la actual Plaza Bolívar.

El también director del conjunto gaitero Orgullo Zuliano, resalta que sus abuelos referían sobre lo que sintieron el día del reventón, primero los asustó el temor del fuerte estruendo que brotaba de la tierra, luego los invadió la curiosidad y se acercaban a observar el enorme chorro negro elevado que no paraba. Ya habían perdido las pertenecías que estaban fuera de las viviendas con una leve llovizna de petróleo que caía sobre el pequeño poblado. “Mi familia tuvo que mudarse hacia Punta Gorda a esperar el cese del reventón”.

Al entrar la cuarta y quinta década del siglo XX, el cambio cultural se hace sentir en Cabimas. El blue jean, la minifalda, los pantalones “campanas”, marcarán la moda, y el twist señala la evolución en el nuevo gusto musical de los locales, que pasaron de los botiquines a los exclusivos clubes instalados por las petroleras para el disfrute de propios y extraños.

 

Educación con iniciativa local 

La parte educativa tuvo sus inicios en la iniciativa de grandes y humanos maestros locales como Electo de Jesús Piña, Manuel Méndez y Vicente Rojas, que contaban con una dedicación loable, ya que fundaron las primeras escuelitas de lectura en Cabimas. A estos tenaces maestros les tocaba ir caminando a llevar la educación a los caseríos. Iban por las tardes atravesando montes, a buscar a las familias para instarlas a que enviaran a sus hijos a la escuela; de allí los recintos escolares que llevan sus nombres como una forma de homenajear todo lo que hicieron por la educación cabimense. Luego se obtendría ayuda para invertir en escuelas por parte del Concejo Municipal, el Estado y las empresas petroleras.

Fueron la escuela José Enrique Rodó y la Escuela Nacional Bonpland las primeras fundadas en Cabimas en el año 1933, construidas por el gobierno de Juan Vicente Gómez, cuando el Zulia era presidido por Vicencio Pérez Soto. Luego las petroleras construyeron escuelas para sus trabajadores. La Creole construyó la Concordia, hoy Pedro Julio Maninat, la Shell hizo la Rafael María Baralt, la Miguel Ángel Granado en Tía Juana y la Ana María Steller en Lagunillas. Todas se mantienen en pie, porque son edificaciones muy sólidas.

El fenómeno migratorio 

La llegada de forasteros a la pequeña aldea de Cabimas fue avasallante, llegó gente de todas partes para aportar la mano de obra que se requería. Llegaban desde Falcón, Trujillo, Lara y de los estados orientales, especialmente desde Margarita, después los margariteños se fueron desplazándose hacia Lagunillas. Se instalaron en Ciudad Ojeda que había sido fundada el 19 de enero de 1937 por el presidente Eleazar López Contreras para reubicar a la población Lagunillas de agua, tras el voraz incendio que desapareció de un tajo esa población. En Cabimas también quedaron algunos margariteños, pero fundamentalmente se instalaron falconianos con sus familias, como los Palencia, Piña, Gutiérrez, Manzano, cuya descendencia ya es cabimera, por eso se dice en forma de chanza que “en Cabimas hay más Medinas, Colinas y Chirinos que en Coro”. La impronta falconiana dejó su identidad cultural en Cabimas, al punto de que hay barrios con nombres referenciales a esa zona como Corito, Cumarebo, Punto Fijo, Federación; hay calles, Churuguara, Mapararí, Falcón, Manaure, y existen una urbanización y un barrio llamado Los Médanos.

El legado dejado por la migración extranjera también reviste una gran importancia y se dio a manos llenas en Cabimas. Llegaron y se quedaron aquí para siempre, formaron sus familias, instalaron sus negocios, se hicieron empresarios y comerciantes. Muchos de ellos, con alguna que otra excepción, en su mayoría italianos y árabes, fallecieron en su Cabimas adoptiva, y muchísimos de ellos y ellas se casaron con venezolanos. La iglesia San Martín de Porres, ubicada en el sector Ambrosio, fue obra de los italianos; asimismo, constructoras e inversionistas extranjeros edificaron el Centro Comercial La Fuente en el año 1975 y la sede del núcleo de LUZ de Humanidades en el año 1986, obras ejecutadas a través de la constructora BADI del empresario italiano Felice Barisano.

Arrancó la lucha vecinal 

Con la ayuda de los gobiernos, que invertían un poco del ingreso petrolero que recibían, a la par de la inversión de las empresas petroleras, se logró un gran avance en materia social, aupada por la gestión de los vecinos.

El antecedente de las primeras luchas vecinales para lograr el desarrollo de las antiguas y nuevas poblaciones de Cabimas fue la creación de la Junta Pro-Mejora, de donde salieron dirigentes sociales como Macario Piña, Isabelino Palencia, Robino Segovia. “La transformación básicamente fue pasar a una mejor calidad de vida, ya que de una sociedad netamente rural se comenzaron a generar cambios en lo que respecta a la incipiente visión urbanística en función de las necesidades estructurales, atractivas edificaciones, escuelas, iglesias, clubes sociales y deportivos, asfaltado y nomenclatura vial, mejor salubridad pública, servicios públicos como agua potable y electrificación, mayor interés en la educación y erradicación del analfabetismo”, recalcó sobre este aspecto el sociólogo Luis Quiroz.

La fundación de nuevos barrios creó la necesidad de pensar en un transporte colectivo, a fin de pasar de ir a la buena de Dios caminando o en burros, pagando lo que querías, a un medio de transporte más rápido y menos traumático. Los vecinos ya para los años ’40 y ante la premura de asistir a tiempo a las escuelas de las compañías y al trabajo, se organizaron y con la ayuda de los dirigentes de las juntas Pro-Mejora fundaron las primeras líneas de transporte, que fueron los populares carros por puestos. La línea H-Cabillas, fue la primera, le siguieron Los Laureles, Corito, El Lucero, Gasplan, Ambrosio. Después se fundarían los sindicatos que agrupaban a los choferes de estas líneas.

Desarrollo Urbano 

La transformación espacial de aldea a ciudad fue dirigida por los vecinos de esa época ante las empresas petroleras, los gobiernos y la iniciativa privada.

Así fue como Cabimas comenzó a erigir sus hitos urbanos a través de inversión de las empresas petroleras, como el campo deportivo Venoil, el club la Salina, que se quedaron sembrados en la ciudad y que aún los cabimeros conservan. “La Rosa fue el primer pueblo de Cabimas que tuvo alumbrado público y el primero donde se construyó una estación de servicio”, refirió el investigador Jesús “Blem”, quien agregó que fue tanta la importancia del petróleo venezolano, que sirvió para asfaltar calles de los Estados Unidos en Nueva York, Chicago, Filadelfia y Boston y hasta en Europa; adicionando que Venezuela fue proveedor de combustible seguro en la Segunda Guerra Mundial.

La sociedad venezolana se fue adaptando a cambios muy positivos con la explotación petrolera, entre ellos, destaca el investigador Jesús Urribarrí, “Venezuela se convirtió en una potencia deportiva en América Latina. La destacada selección de atletismo de Venezuela nace con las Olimpiadas Shell”.

Jesús Camacaro, exatleta y dirigente deportivo de Cabimas, agregó con relación a los argumentos de Urribarrí, que a través de las empresas petroleras en 1932 el deporte en esta localidad comenzó a tomar notoriedad, luego que las empresas petroleras Creole, Shell, VOC, la Lago y la Gulf Oil Company iniciaran la construcción de centros deportivos y culturales para sus trabajadores. “Los primeros fueron el Campo Rojo que llevó por nombre Sports Club de Lagunillas y el Club Social Deportivo La Salina denominado en inglés “Salina Sport and Social Club”; que sirvieron de escenario para la práctica de disciplinas como beisbol, Fútbol, Softbol, Atletismo y Criquet, esta última disciplina practicada principalmente por trinitarios”.

Recuerda Camacaro, que la organización de las empresas petroleras en el área deportiva, obedeció de cierta manera a la política educativa del Gobierno del presidente Eleazar López Contreras, quien decretó la obligatoriedad de la Educación Física en todas las instituciones educativas públicas y privadas del país.

“La organización del deporte en Cabimas se fortaleció en 1940 cuando las empresas petroleras asignaron instructores deportivos para sus escuelas y clubes deportivos, entre los que recuerdo están Octaviano González, Rafael Petit, Isidro Torres y Pastor Urdaneta”, señaló Camacaro.

Camacaro rememora con nostalgia las primeras Olimpiadas Shell que se realizaron en el Complejo Deportivo Venoil, donde participaron atletas de Cabimas, Lagunillas, Tía Juana, Bachaquero, Maracaibo y Mene Grande. Posteriormente los juegos atléticos tuvieron lugar en Lagunillas y Mene Grande. “Los atletas que participaban en las carreras corrían con pantalones largos y corbatas que fungían como uniformes”, comenta Camacaro.

Tampoco pudo el dirigente deportivo dejar de sacar de su memoria el recibimiento que Cabimas le le dio a los campeones mundiales de la V serie de Beisbol Amateur realizado en Cuba en 1942, con motivo de su visita a la zona petrolera del estado Zulia, específicamente al otrora Distrito Bolívar, para lo cual se organizó un equipo con jugadores de las compañías petroleras para enfrentar en cinco innings a los visitantes en el Estadio Concordia, donde los Locales salieron victoriosos dos carreras por cero. “Eran jugadores tan capacitados y diestros que sorprendieron y vencieron a los campeones mundiales del 42”.

“Nombres de destacados atletas como Rafael Romero, Jimmy Maldonado, Ramón Rodríguez, Eloy Romero, Luis Cedeño, Emilio Romero, Nerva Matheus, las hermanas Marieta y Mariela Riera,  Luz Danna Bohórquez, campeona nacional de lanzamiento de bala que obtuvo 3 récord nacional en las categorías infantil, juvenil y adulto simultáneamente; Sorelys Bohórquez, Yolanda Barrientos; se formaron en las olimpiadas petroleras dando prestigio deportivo a la Costa Oriental del Lago al representar a Venezuela en los Juegos Centroamericanos del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Bolivarianos y otras competencias de carácter internacional”, apuntó.

La infraestructura deportiva en Cabimas fue creciendo con rapidez a la par del auge petrolero, refiere Camacaro, siendo constituidos estadios como el Francisco Gutiérrez en La Rosa, Miraflores en el Campo Miraflores, Concordia en el Campo Concordia, La Montañita en el sector La Montañita. “En este último lanzó Alejandro Eloy Carrasquel Aparicio, jugador de beisbol profesional reconocido en el mundo deportivo como “Patón, el primer criollo en jugar en las Grandes Ligas, debutando con los Senadores de Washington en la Liga Americana el 23 de abril de 1939”.

Construyendo urbanismo

En el área educativa encontramos la edificación de la sede de la escuela Pedro Julio Maninat, cuyo epónimo era el de un hombre muy inteligente, que cuando vino a Cabimas a dirigir la escuela Concordia, jamás pensó que años después esa escuela iba a llevar su nombre.

El Gobierno también colocó sus fichas con la creación de la Escuela Técnica Industrial, construida en el mandato de Marcos Pérez Jiménez en el año 1952, la sede de la Intendencia Municipal en 1954, el estadio Víctor Davalillo, el edificio donde funciona la Policía Regional que antes fue sede de la oficina del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, conocida popularmente como la Sanidad. Todas en la actualidad siguen funcionando a cabalidad.

A la lista se suma la construcción de la urbanización Los Laureles en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, Villa feliz en el de Hugo Chávez, el hospital de Cabimas en el de Raúl Leoni, el Centro Cívico de Cabimas en el primer gobierno de Rafael Caldera, el Ipasme inaugurado por el presidente Luis Herrera y la creación de la Unermb, también en el gobierno de este.

Cabimas también fue referencia por contar con instalaciones deportivas de primera, como es el caso de su “Domo” (gimnasio cubierto), que fue construido específicamente para el voleibol y el básquet, donde llegó a jugar la selección de básquet de Venezuela en una competencia mundial enfrentando a Polonia. Bien lo dijo Mireya Ruiz, capitana de la selección cubana, campeona mundial y olímpica de voleibol, durante su asistencia a los Juegos Centroamericanos y del Caribe en el año 1998, según acota con frecuencia y orgulloso de su gentilicio el cronista de Cabimas, Dionisio Brito: “este domo es una de las mejores instalaciones de voleibol del mundo”.

En líneas generales, la aldea de Cabimas se fue transformando espacialmente en una ciudad con centros de salud, escuelas, servicios públicos, autopistas, etc., aupada por las luchas vecinales y sus gobernantes, tanto municipal, regional y nacional, a lo largo de varias décadas.

La mala cara del petróleo: los prostíbulos 

Si algo fue negativo en la era post petrolera para Cabimas fue la llegada de la prostitución. Era lógico que, si el Barroso estaba ubicado en el sector La Rosa, era hacia allá donde se dirigirían los hombres que buscaban trabajar en las petroleras, es así como a La Rosa y luego a Lagunillas llegarían una enorme cantidad de hombres, y estos después de las largas y extenuantes jornadas de trabajo irían a buscar diversión, por lo que se abrieron para todo lo que era la atención de los trabajadores muchos bares o “botiquines» y prostíbulos. Fueron llegando mujeres de todas partes del país y del exterior, atraídas por el dinero que obtenían los obreros petroleros, a ofrecer sus servicios en estos lupanares. Llegaban francesas, suecas, colombianas, gringas, de Aruba, Bonaire y Curazao, británicas y por supuesto venezolanas, en su mayoría de los estados andinos.

En la medida que un hombre conseguía trabajo, buscaba establecer a su familia en la localidad, trayendo a sus esposas e hijos, otros se casaban con parejas que conseguían en las barriadas aledañas y uno que otro con alguna de las mujeres que trabajaban en los bares. En este punto comenzaron las quejas de que sus familias tuviesen viviendo cerca de los prostíbulos y botiquines, vino una presión familiar a los gobiernos para lograr su reubicación, y en repuesta se crean las llamadas “zonas de tolerancia”, un lugar repleto de bares apartado de la ciudad. En Cabimas se situó en la carretera “J”, que fue signado con el nombre de Santa Rosa, pero que los cabimenses llamaron Nueva Rosa porque consideraban que era la mudanza hacia una nueva Rosa; mientras que en Lagunillas prostíbulos como El Tíbiri Tábara, Copacabana, Monteverde, El Tango Bar, El Paraíso, El Campestre, El Caribe y muchos más se instalaron en las afueras de la ciudad al final de la calle Vargas.

Otro aspecto para destacar es el de la seguridad que a comienzos de los años ’20 era ejercida solo por los policías y una autoridad civil. Cuando remodelaron una sede para la Policía Nacional y la pasaron de la prefectura hasta lo que fuera la antigua sede del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, obtuvo un poco más de autonomía. El control policial se fue incrementando en la medida que crecía la población. Nuevos cuerpos de seguridad como La Guardia Nacional y la Policía Técnica Judicial se fueron conformando e instalando en la ciudad progresivamente.

Tres claves de desarrollo 

Quién no recuerda el trabajo social realizado por el dirigente político José Bauza, presidente del extinto Distrito Bolívar entre los años 1974-1979, un hombre visionario, de pensamiento progresista, que con sus gestiones logró que se le pasaran a los trabajadores las casas construidas por las empresas petroleras; su apoyo también fue decisivo en la gasificación en Cabimas, con la creación de la empresa de Gas del Distrito Bolívar Compañía Anónima (Gasdiboca) que en el año 2005 se convierte en Cabigas, posicionando al municipio como la tercera localidad en Venezuela que contara con el suministro de gas doméstico, además aprovechando las bondades de la ya nacionalizada industria petrolera, con la ayuda de la empresa Lagoven, logró la instalación de la red de cloacas en los campos Blanco, Junín, Carabobo, Boyacá, Concordia y América. Para ese entonces, solo el 23% de la población de Cabimas tenía red de cloacas y la gran parte de ese porcentaje era de los campos petroleros. La construcción de la carretera Intercomunal, antes carretera nacional, también se ejecutó durante su gestión. Todo esto llevó a Cabimas rumbo a una verdadera configuración de ciudad.

La primera clave para la consolidación de Cabimas como ciudad se inició con la puesta en marcha del Plan Cabimas, aprobado en el primer gobierno de Rafael Caldera, que fue una política pública para invertir en Cabimas y transformarla en una verdadera ciudad. Con los recursos asignados para la ejecución del Plan Cabimas se terminó de construir la Avenida Intercomunal, y le dieron configuración de avenida a las carreteras F, G, H, J y K.

El informe preliminar de este ambicioso plan urbanístico lo hizo una fundación alemana, que trabajó con el Gobierno; se trató de una organización política allegada a la Unión Demócrata Cristiana (UDC), creada por el primer canciller federal alemán Konrad Adenauer (1876-1967). Su nombre representa la reconstrucción de Alemania. El Plan Cabimas fue dirigido por el ingeniero Nelson Márquez a través del Ministerio de Obras Públicas.

Otra decisión política que marcó el crecimiento urbano de Cabimas fue la creación de la Oficina Municipal de Planificación Urbana (Ompu), propuesta por el presidente del Concejo Municipal del otrora Distrito Bolívar, José Bauza, cuya idea principal era comenzar a aplicarse a partir del año 1974 las normas de ordenamiento urbano, porque en Cabimas existía un desorden urbanístico por falta de políticas claras en ese aspecto.

Para lograrlo, Bauza colocó al frente de la Ompu a Baudilio Jiménez, que era un cabimense que había llegado a Caracas procedente de Nueva York donde trabajó en la construcción de las Torres Gemelas.  Según rememora en sus tertulias sobre este aspecto el cronista de Cabimas, profesor Dionisio Brito, al principio no aceptó la propuesta hecha por Bauza. “Pero mira donde estoy, qué voy a hacer a Cabimas”, ripostó; pero Bauza, bastante persuasivo, le contestó: porque es tu tierra, vos sois un hijo de Cabimas, ¿entonces vas a abandonar tu terruño cuando más te necesita, con todos tus conocimientos y tu brillantez como arquitecto? Tengo los recursos, vas a montar tu oficina en el Centro Cívico de Cabimas, vas a estar contemplando la belleza del Lago. A Jiménez no le quedó más que aceptar y comenzar a trabajar en la idea de darle a Cabimas una fisionomía de ciudad. José Bauza sería el último presidente del Concejo Municipal del Distrito Bolívar y el más diligente, según concuerdan muchos cabimenses.

Como tercera clave de este vertiginoso crecimiento urbano de Cabimas, está la creación de Produzca (Promotora de Desarrollo Urbano del estado Zulia, Compañía Anónima), en el gobierno de Luis Herrera, un ente de desarrollo urbanístico, básicamente especializado en el diseño y ejecución de viviendas.

Todo eso fue contribuyendo con la conformación de la ciudad desde el punto de vista de las políticas urbanas.

Las fortalezas de una histórica aldea 

Por ser Cabimas vecina del Lago de Maracaibo le da una cercanía a la segunda ciudad del país: Maracaibo. Esto significó que se contaba con puerto y aeropuerto internacional, es decir, cualquiera ejecutivo en cualquier avión aterrizaba en Maracaibo, y enseguida estaba en la Costa Oriental. Si se enviaban encomiendas desde Estados Unidos u otro lugar del mundo, no llegaban a Puerto Cabello o a La Guaira, llegaban al puerto de Maracaibo. Además, está su conexión vial con los Andes venezolanos vía estado Trujillo: la autopista Lara Zulia y la carretera Falcón Zulia.

De las bondades de la era petrolera se deriva otra arista, que no es otra que la preocupación de que al ser Venezuela acreedora ambiental porque cuenta con bienes naturales, recursos ecosistémicos que benefician a la humanidad, su compromiso es mayor ante la necesidad de enfrentar el grado de contaminación generado por el petróleo. La dinámica de la nueva economía de subsuelo repercutió en una contaminación del mayor reservorio de agua dulce de Latinoamérica, el Lago de Maracaibo. Existe una deuda grande por el impacto ambiental de la actividad petrolera en lago y tierra, debido a los constantes derrames de crudo que se registran.

El impacto que tuvo el reventón del barroso II fue múltiple, y no dista mucho del imaginario cabimense, ya que fue el motor de la transformación espacial de la ciudad, generador del fenómeno migratorio; es un factor cultural de cambios estructurales, además de agitar el caudal de ingresos fiscales administrados por el Estado venezolano, es decir, al fisco fue ingresando progresivamente millones y millones de dólares que se incrementaron a partir de 1976 tras la nacionalización de la industria petrolera. Se crean las compañías Lagoven, Maraven, Pequiven (ahora integradas en Pdvsa), y ya no eran las regalías por impuestos que pagaron las compañías hasta el 31 de diciembre de 1975, sino que, debido a la nacionalización de la actividad petrolera, el ingreso fiscal era ya para 1976 de cifras que sobrepasaban los billones de dólares. Hoy el ingreso para Venezuela rondaría entre 1.500 y 2.000 millones de dólares por mes.

La voz de Edison Díaz Figuera 

Desde su casa, situada en el sector Los Laureles, el profesor jubilado, pintor y poeta Edison Díaz Figuera, de 77 años de edad, cuenta entre poemas, hechos y anécdotas sus recuerdos desde que llegó a Cabimas muy pequeño. Recuerda que, en aquella época, Cabimas era un pueblo desolado pero muy feliz, predominaba la pesca y la agricultura. Una visión del pasado que resume en estos versos, que es como pintar un lienzo con palabras.

A la Rosa Vieja y al Cardonal 

 Ay aquellos manglares y cocoteros,/ay de aquel lugar de tierra llana, /donde florecían bellos espectáculos naturales, /ay de aquellos cantares de los turpiales, /ay de aquellos espejos cristalinos /donde se retrataba el azul del cielo/ que fueron retazos de existencias/ de cosas hermosas /y volaban aquellos garceros /y aquellos palomares,/ son recuerdos que volaron para siempre,/ ay de aquellos tanqueros /que llevaban en su interior /ese fruto bituminoso de la madre tierra/ no solo para Venezuela sino para las grandes potencias del mundo. 

“El reventón del Barroso II fue un triunfo absoluto para Venezuela, este importante acontecimiento ocurrió antes de que yo naciera, sin embargo, conocí mucho de su historia a través de mis abuelos, quienes me contaron que a raíz del reventón se tuvo que hacer como un cerco, muro o dique porque había mucho petróleo; un chorro de varios metros de alto que se disparaba. Aquello era un espectáculo. Murieron muchos animales, la gente perdió mucha de sus pertenencias; sin embargo, se fue recobrando en abundancia, porque con el pasar de los años se iban estableciendo negocios y una pujante ciudad. Cabimas, empezó a hacer historia”, indicó con peculiar entusiasmo Edison Díaz Figuera.

“Un buen cabimero no podrá borrar de su mente la huella que nos ha dejado el petróleo. Sé que de generación en generación su estampa y gentilicio será el orgullo de haber nacido en la tierra del petróleo, de la bonanza y del crecimiento. El reventón del Barroso II fue y será un acontecimiento sinigual de la historia de Venezuela”, con esta expresión Edison le coloca un sello a lo que significó tal acontecimiento para Cabimas y su gente.

 

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