ANIVERSARIO 2022EDICIÓN ANIVERSARIA 2022

El Barroso II SIGLO DE ORO

 

Desde el 14 de diciembre de 1922 se comenzó a matizar en Sudamérica una Venezuela dorada debido a su vertiginoso crecimiento económico y social, producto de la explotación de petróleo. El artífice de esta bonanza: los campos petroleros de Cabimas.

Las profundidades de esta tierra estaban saturadas de desechos fósiles, transformados en un viscoso y exquisito mene que emergía tras el reventón del pozo Barroso II, catapultando al suelo cabimense como la vedette petrolera del mundo y acrecentando de forma inmediata las riquezas que convertían al país en una potencia energética en América Latina.

A raíz de la pujante economía generada por el petróleo, los pueblos situados en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo percibieron un bienestar social a gran escala, y aunque llegó a cuentagotas, es evidente que el hallazgo de minas petroleras en sus entrañas repercutió en los cambios que se suscitaron en la economía zuliana y en la del resto del país; y es así como Cabimas es y será la joya más preciada en la historia contemporánea de este país latinoamericano.

Tras el reventón del Barroso II, en los años siguientes se descubrió una franja petrolera que abarcaba casi el 90 % de las costas del otrora Distrito Bolívar, que partía desde el sector La Rosa de Cabimas hasta el poblado de Bachaquero, y que contemplaba grandes yacimientos no sólo en la tierra sino también en el lago marabino. Este exitoso hallazgo de crudo llevó la transformación de la economía nacional en una sola dirección: explotación, producción y exportación de petróleo.

Casi a mediados del siglo XX, en un mundo agobiado por la recesión surgida al finalizar la segunda guerra mundial (1945), Venezuela era ajena a esta agonía al vivir un auge económico tan vasto y decisivo debido a la brillantez de su erario público, pulido por los atractivos precios del petróleo y su incipiente economía acrecentada por la exportación de crudo, aunado a las decisiones que se fueron tomando sobre la marcha por audaces políticos venezolanos, como la aprobación de leyes sobre la explotación de hidrocarburos y la nacionalización de la industria petrolera más grande del hemisferio; decisiones basadas en un Estado que vio cuadruplicar los precios del crudo -su única exportación- a partir de 1972 de una manera rápida y propicia, dando paso en 1976 a una industria petrolera en manos nacionales, respondiendo a un plan económico para controlar el ingreso de sumas exorbitantes de dólares que le permitieran forjar la Venezuela del futuro, la que el presidente Carlos Andrés Pérez llamaría «La Gran Venezuela».

Impacto económico a raíz del reventón

El negro mineral ya era conocido en Venezuela desde 1535. Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés en su ‘Historia Natural de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano’, lo llama «según los naturales Stercus daemonii (Estiércol del diablo) o “Mene”, como lo denominan los indígenas del lago de Maracaibo. Es el Emperador español Carlos V quien, en 1539, recibe el primer barril de petróleo exportado por un país, enviado desde la isla venezolana de Cubagua por el tesorero de Nueva Cádiz, Francisco de Castellano, para aliviarle las afecciones por la gota que padecía. Todo esto fue una señal de lo que sería la Venezuela petrolera del siglo XX.

Como dato histórico encontramos en la bibliografía sobre las primeras concesiones para la explotación petrolífera en Venezuela, que el 24 de agosto de 1865 el presidente del estado Zulia para ese entonces, Jorge Sutherland, dio la primera concesión petrolera a Camilo Ferrand, ciudadano norteamericano, la cual caduca el 23 de febrero del año siguiente. El 2 de febrero de 1866 la Asamblea Legislativa del Estado Nueva Andalucía (hoy Sucre y Monagas) otorgó una concesión por 25 años a Manuel Olavarría, que no llega a utilizar. Durante ese tiempo (1873) en un boletín del Ministerio de Fomento se indica de la existencia de «minas» de asfalto y petróleo en las zonas de Escuque del Estado Trujillo, en el Estado Falcón y en Araya, cerca del golfo de Cariaco en el estado Sucre.

Para el año 1875 en el estado Táchira, cerca de Rubio, zona fronteriza con Colombia, varios empresarios venezolanos, encabezados por Manuel Antonio Pulido, comenzaron a explotar el negro mineral en condiciones muy rudimentarias, específicamente para producir querosén que se utilizaba en el alumbrado público.

Esta iniciativa empresarial surgió cuando el 18 de mayo de ese año ocurre un terremoto en Cúcuta, Colombia, que tuvo alcance en Venezuela y que ocasionó fracturas de tierra en la hacienda de café «La Alquitrana», propiedad de Pulido, de las que manó un petróleo pesado y viscoso. Pulido, entusiasmado con el fluido natural que localizó en sus tierras, constituye el 12 de octubre de 1878 la primera compañía para explotar el mineral: Petrolia del Táchira, que sacó y refinó petróleo hasta 1934, cuando se extingue su concesión, llegando a producir 15 barriles diarios de querosén; siendo la primera refinería que se crea en Venezuela, la primera en fundar un periódico institucional «The Petrolia Star», además de ser la primera empresa que exporta petróleo fuera del país, al comercializar el producto en la ciudad vecina de Colombia, Cúcuta.

Humberto Calderón Berti, exministro de Energía y Petróleo, diplomático y experto petrolero, cuenta que la explotación formal de crudo en Venezuela comenzó en el año 1914 con el descubrimiento del petróleo Zumaque I en Mene Grande. “Desde allí Las compañías petroleras comenzaron a buscar petróleo en todo el territorio venezolano tanto en la cuenca del Lago de Maracaibo como en la cuenca Oriental, pero lo que realmente suscitó el entusiasmo de las compañías por el negocio petrolero fue el reventón del Barroso II en el año 1922, acontecimiento que dirigió los ojos del mundo hacia Venezuela”.

Para explicar el impacto que este suceso tuvo en el acontecer económico del país, Calderón Berti indicó que ese descubrimiento originó la entrega de concesiones de grandes extensiones de tierra para la exploración en busca de petróleo en todo el territorio nacional, y vinieron las primeras compañías internacionales. Primero las inglesas y posteriormente las norteamericanas. “El desarrollo comenzó lentamente porque Venezuela a comienzos del siglo 20 era un país rural, cuya mayor actividad de explotación era el cacao y el oro de las minas ubicadas en el estado Bolívar; además era una nación atacada severamente por enfermedades endémicas como paludismo, chagas, malaria, y con expectativas de vida muy bajas de alrededor de 35 años, pero la economía se activó a partir del año 1929, que es cuando el petróleo sustituye al oro, café y cacao como principal materia de exportación”.

Después de la muerte de Juan Vicente Gómez (1935), quien entregó las primeras concesiones de explotación petrolera y quien comenzó a utilizar los recursos provenientes de esta actividad, para 1938 la influencia extranjera permite iniciar un proceso más lucrativo a la hora de explotar esta riqueza. Tras la nacionalización del petróleo en México bajo el mandato del presidente Lázaro Cárdenas del Río, las compañías petroleras establecidas en tierras aztecas buscaban otras opciones de inversión, es entonces que emigran hacia Venezuela.

El exministro enumera la bitácora hacia un verdadero desarrollo de la actividad petrolera en el país, primero con la llegada de la inversión extranjera, luego con la primera ley relacionada a este sector, aprobada por el presidente venezolano Eleazar López Contreras, donde se pedía acogerse una sola legislación porque había varias leyes y decretos vigentes, pero la misma no fue vista con simpatía por las petroleras internacionales, por lo que no tuvo mayor incidencia. Le siguió la Ley Orgánica de Hidrocarburos de 1943 propuesta por el presidente Isaías Medida Angarita, y quien la hizo aprobar por el Congreso de la República, con la cual se les daba a todas las compañías petroleras, que tenían concesiones de diferentes regímenes, la posibilidad de adaptarse a esta nueva jurisprudencia.

Medina Angarita, empeñado en el éxito de la recién promulgada ley, fue a los Estados Unidos hacer lobby, logrando el apoyo del gobierno estadounidense para que sus compañías aceptarán esa nueva normativa. También hizo una gira por todos los centros petroleros del Zulia y del oriente del país, tratando de granjear la simpatía de los sindicatos para la iniciativa legislativa que estaba en curso. Así, esta ley se aplicó con éxito y la adaptación de las compañías les permitió lograr que las concesiones fueron extendidas por 40 años más.

Para ese mismo año, en el que se comienza a aplicar la nueva ley, con el mundo encendido por una cruenta guerra, el papel de Venezuela fue crucial al suministrar combustible a la flota y a los blindados de las fuerzas aliadas. Después de la guerra, ya con Marcos Pérez Jiménez en el poder, se dieron concesiones en los años 56 y 57 cuya fecha de vencimiento expiraría entre 1996 y 1997, pero eso no ocurrió porque se dio la nacionalización petrolera el 1 de enero de 1976.

Otro hecho resaltado por el ex ministro de Energía y Petróleo fue la Ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos, aprobada en el año 1971, que obligaba a las compañías petroleras a mantener en buen estado todas las instalaciones petroleras, también a tener un inventario de todas la maquinaria y equipos que hubiese en el territorio, y la terminación, aunque no lo establecía formalmente el texto, de las renovaciones de concesiones previstas para el año 1983. Fue como un mensaje que trajo como consecuencia la disminución de sus inversiones en Venezuela, pasando de producirse en el año 1970 3 millones 700 mil barriles diarios de petróleo a 2 millones 200 mil barriles diarios tras la nacionalización. “Este proceso se dio de una manera civilizada, sin sobresaltos ni atropellos, y eso se debió al buen manejo de la transición que tuvo el presidente Carlos Andrés Pérez. Se fundó la compañía estatal Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (Pdvsa), que a partir de entonces se reservó los derechos de exploración y explotación de yacimientos en el país”, resalta el especialista en petróleo.

“La industria petrolera en ese momento –explica Calderón Berti- se embarcó en grandes proyectos. A mí me tocó como ministro de Energía y Minas del 78 al 83 (gobierno de Luis Herrera Campíns), adelantar una cantidad de programas importantes; el primero, fue el cambio de los patrones de refinación, modernizando el complejo refinero de Cardón en Falcón y El Palito en Puerto la Cruz. En los años 40 solo se contaban con refinerías para la exportación de combustible residual, y luego de la modernización la proporción de residual pasó del 60 por ciento a 25 por ciento, el resto era producto blanco: diesel, gasoil y gasolina. Por otra parte, la industria petrolera adelantó el proceso exploratorio en la faja del Orinoco que se realizó entre 1979 y 1983, localizando una de las mayores acumulaciones de petróleo del mundo, con condiciones especiales, por ser pesado y con mucho contenido de azufre, cuyas políticas de exploración fueron realizadas por mí. Se exploraron más de mil pozos y un 98 por ciento tenía petróleo. También se exploró la plataforma continental y se descubrieron los yacimientos de gas al norte de Paria, pero que hasta ahora no se han desarrollado”.

Otra cosa importante de este periodo post reventón del Barroso II, acota el especialista petrolero, fueron las políticas de internacionalización que se pusieron en práctica, y que permitió la compra del circuito de refinerías Ruhr Oel, ubicadas en Alemania y Citgo en Estados Unidos; todo esto se basaba en las grandes cantidades de petróleo que se producción en los campos de la Costa Oriental del Lago y que permitía al país avanzar a pasos agigantados hacia una exportación petrolera sólida.

Calderón Berti sostiene que “después de la nacionalización, no fue sino hasta el segundo mandato del presidente Rafael Caldera, entre 1994-1999, que este proceso abrió el país a la inversión extranjera para iniciar el desarrollo de  las asociaciones estratégicas de la faja petrolífera del Orinoco, llegando a producir 600 mil barriles por día de crudo mejorado (se producía el crudo pesado en la faja y se refinaba en Puerto La Cruz); así mismo, se permitió que entraran las compañías pequeñas a los campos marginales, en su mayoría ubicados en el estado Zulia, que eran pequeños campos que producían entre todos unos 140 mil barriles, pero que con la intervención de las nuevas compañías llegaron a producir unos 600 mil barriles al día; es decir, entre la faja y los campos marginales, Venezuela contaba con una producción de 1 millón 200 mil barriles por día, que sumados a los 2 millones 200 que se producían luego de la nacionalización, alcanzaba a producir más de 3 millones de barriles de crudo diarios. Lamentablemente, hoy estás opciones de producción se hicieron a un lado y estos campos están inoperativos”.

Según Calderón Berti, el petróleo trajo consigo un potencial de empresas de servicios conectadas a la industria petrolera en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, empresas de todo tipo: de apoyo logístico para las operaciones lacustres y terrestres, de transporte, empresas de perforación privadas que operaban en el lago de Maracaibo. “Todo este potencial lamentablemente fue abandonado desde hace muchísimos años, dejando en un limbo todo el proceso de nacionalización, haciéndolo parecer un completo absurdo, toda vez que los resultados han sido nefastos para el país. Creo que sí pudo ser mejor, pero el petróleo en alto grado en los años 60, 70 y 80 ha sido el elemento transformador más importante en la historia de Venezuela.

Niveles de progreso altos 

“El Reventón petrolero de 1922, con unas dimensiones y características de producción nunca vistas en el país, no sólo alarmó a los trabajadores que estaban involucrados en la perforación de este pozo, sino que luego convulsionaria la vida en todos los aspectos de los pobladores de Cabimas, de toda la región zuliana y posteriormente de toda Venezuela”, indicó el economista y escritor Edinson Martínez, para englobar todo lo que significó el descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo en suelo cabimense.

Martínez describió como “un hito histórico todo el proceso de producción petrolera que incorporó a Venezuela en el Mundo energético a raíz de El Reventón del Barroso II”.

Subrayó que las empresas transnacionales que se instalaron en Venezuela permitieron iniciar la transformación de la economía nacional al dejar de ser un país agroexportador para convertirse en un país minero exportador, lo que significó un cambio inminente en el acontecer económico de la Costa Oriental del Lago, especialmente Cabimas y el resto del estado Zulia.

“La industria petrolera no sólo generaba el reparto de la distribución de la riqueza venezolana, sino que además tenía un efecto multiplicador importante en la economía por vía de impuestos nacionales y recaudación de la renta petrolera; por lo que el Gobierno disponía de la posibilidad de financiar la instalación de servicios públicos y una mejor asistencia social a la población, generando también un Estado enorme, una estructura burocrática enorme, que hizo posible la transformación espacial y social del país”, añadió el economista.

Foto de autor desconocido

Cortesís de Jesús «Blem» Urribarrí

 

La fijación de un modelo rentista  

A 100 años del Reventón del Barroso II, Carlos Fernández, presidente de Fedecámaras, recordó que el petróleo pasó a ser el factor determinante de la prosperidad económica del país, ya que con “la explotación petrolera se dio en Venezuela, específicamente en las zonas donde se encontraban los yacimientos, una extraordinaria movilidad social, se masificó la educación, se desarrolló el aspecto sanitario, se dio paso a la construcción de la clase media venezolana y se fundaron campos residenciales para los trabajadores petroleros y grandes urbanizaciones para el resto de los habitantes”.

Afirma el máximo representante del empresariado nacional, que el reventón del Barroso II fue un hito que cambió la historia de Venezuela, al fijarse el modelo rentista como el garante de su economía. La renta era recaudada por el Fisco Nacional de donde surgían los recursos necesarios para la modernización de la infraestructura del país. “De ser un país pobre, empezamos a ser un país que tuvo un crecimiento opulento, fue acumulando reservas internacionales, y pasamos a ser un país vanguardista en ingresos y modernidad, lo que también nos permitió incorporar nuevas corrientes de pensamiento a nuestra sociedad, dando pie a que los venezolanos visualizaran con claridad los cambios que se avecinaban”.

“No fue sino hasta ese acontecimiento maravilloso, registrado en Cabimas en 1922, que Venezuela pasa ser un país con potencial de exportación petrolera. Básicamente al llegar las empresas transnacionales que en ese momento se instalaron en el país, como Standard Oild y la Shell, se comenzó a impulsar ese volumen y cantidad de petróleo desde los campos de Cabimas, Lagunillas, Bachaquero y Baralt, iniciándose de inmediato las actividades de exportación, siendo Cabimas el referente principal de dicha comercialización, pasando a ser la garante de la economía nacional”, manifiesta César Parra, expresidente de la Cámara Petrolera de Venezuela.

Comercialmente, Cabimas comenzó a exportar petróleo en el año 1925, según cuenta Parra, produciendo entre 20 mil o 30 mil barriles de crudo diarios para esa fecha; mientras que para 1971 ya producía 3 millones 63 mil barriles entre toda la Costa Oriental del Lago y el Lago de Maracaibo, de los cuales se exportaba 1 millón de barriles a Norteamérica.

Sostiene el expresidente de la Cámara petrolera de Venezuela, que las perspectivas económicas de Cabimas fueron tan evidentes que se comenzaron a establecer las condiciones de infraestructura que facilitaban la operatividad de la comercialización desde la zona. ¿Por qué Cabimas tiene un Aeropuerto? Un Aeropuerto que incluso los mismos “gringos” llamaron Oro Negro; porque las trasnacionales buscaron aterrizar directamente en Cabimas, no en Caracas ni Maracaibo; sellando de esta manera la consolidación de Cabimas como ciudad pivote para la producción petrolera del país; siendo la más desarrollada para la época y punta de lanza para el progreso del resto de las ciudades donde se explotaba petróleo. “Las exportaciones petroleras a gran escala favorecieron notablemente los ingresos del país”, refiere Parra.

 

Una Venezuela monoproductora  

Como lo refiere Ezio Angelini, presidente de Fedecámaras Zulia, “Venezuela pasó a ser potencia petrolera; y ya para los años 80´ se había convertido en un país rentista dependiente solo del Petróleo”.

“Toda la Costa Oriental del Lago se desarrolló en torno a la industria petrolera y eso es plausible”; sin embargo, advierte Angelini, el impacto económico que causó para Venezuela el reventón del Barroso II fue tan significativo, específicamente en ciudades como Cabimas, que crecieron y se formaron bajo amparo de la explotación petrolera, que se inició con la suma de los 264 barriles de crudos diarios que emanaban del Barroso II”, explicó el empresario.

Para Angelini, el petróleo ha sido una bendición de Dios para estas tierras costeras del Zulia, que clamaban por asistencia y crecimiento social. “Está claro que la exportación de crudo, luego de 100 años, sigue aportando mucho al país”.

Las políticas económicas que desarrolló el país en los últimos 50 o 60 años, según el máximo representante del empresariado zuliano, fueron direccionadas solo hacia el sector petrolero y esto ha repercutido mucho en su economía monoproductora, que se ve afectada con la inestabilidad de los precios del petróleo y baja en su producción. Angelini asegura que el empresariado zuliano está motivado ante la convicción de que viene un nuevo reventón que activará la industria petrolera del país, sobre todo en la Costa Oriental del Lago; “vamos a estar preparados como los carros de la Fórmula 1 con el tanque full de gasolina para las buenas noticias que vienen para el país”.

Estéfano LoBrace, presidente de la Cámara de Industria y Comercio de Cabimas (Caicoc), ratifica por su parte que el estallido del pozo Barroso II fue el evento más importante de la historia contemporánea de Venezuela, no sólo porque marcó el cambio de la economía del país, predominantemente agrícola, a una economía minera, sino que abrió paso a todo ese desarrollo que se dio tras la llegada de las empresas transnacionales para la explotación petrolera, introduciendo trascendentales cambios desde el punto de vista cultural y económico, entre ellos: el crecimiento de empresas de servicio y metal-mecánica, empresas de plástico, tecnológicas, alimenticias y manufactureras, cuyo desarrollo fue un brazo complementario para la explotación petrolera, y que convirtieron a la Costa Oriental del Lago en punta de lanza para el desarrollo económico de otras regiones del país y el mundo.

“Nos volvimos más que un país monoproductor, un país monodependiente del hidrocarburo, y toda la actividad industrial giró en torno al petróleo”, agrega LoBrace.

Para el máximo representante de Caicoc, Venezuela tiene una gran deuda con la Costa Oriental del Lago, donde fue evidente la evolución acelerada de los campos productores de petróleo. “Nuestra ciudad cambió por completo con la llegada del petróleo, porque si evaluamos lo que fue la Venezuela de finales de los 50`,60`, 70` y 80´ en comparación a cualquier país de Latinoamérica, el petróleo nos llevó a ser un país de primer Mundo”.

Con LoBrace concuerda Oswaldo Gómez, presidente de la Asociación de Comerciantes Industriales de Lagunillas (ACIL), al referir de que “sin lugar a dudas que los recursos provenientes de la renta petrolera impactaron positivamente en lograr grandes obras que pusieron Venezuela entre las listas de las mejores naciones del mundo; contamos con sistema eléctrico moderno, autopistas, trenes, metros, industrias que, pese a la falta de mantenimiento, son capaces de responder al crecimiento poblacional actual”.

Gómez acotó que el reventón del Barroso II ubicó a Venezuela en el mapa mundial al punto de comenzar a cotizar su petróleo en la Bolsa de valores de Nueva York; obligando así a los inversionistas del sector energético a poner su mirada en el país. “La explotación petrolera convirtió a Venezuela en un país monoproductor, por la comodidad de la renta que generaba la producción petrolera; era muy fácil comprar y no producir otros rubros, por lo que se adquiría todo tipo de bienes y productos terminados. Venezuela se convirtió por otra parte en “commodities” del área energética más fortalecidos del mundo, al producir y vender la materia prima para la elaboración de combustible más codiciada: el petróleo”.

Cifras que aclaran el panorama  

Para dejar sentado el significado de este crecimiento económico del país por la explotación petrolera y su impacto en la finanza nacional, estas cifras lo dejan claro: durante el segundo mandato de Rafael Caldera, entre 1993 y 1998, el ingreso para Venezuela ya promediaba por exportación de petróleo los 15 mil 217 millones de dólares anuales. Para el año 1998, cuando fue electo presidente Hugo Chávez, el precio del petróleo venezolano se hallaba en 11 dólares por barril, pero a partir de 1999 las cosas empezarían a cambiar.

Según explicaron economistas de la consultora Ecoanalítica a la BBC Mundo en febrero de 2016, para 1999 la cesta petrolera venezolana promedió US$16 por barril y en 2004 ya se había duplicado al ubicarse en US$32, y seguirían en acenso hasta llegar a US$88 por barril en 2008, aunque caerían en 2009 por la crisis financiera internacional. A partir de 2010 volverían a crecer y se mantendrían entre los US$84 y los US$103 de promedio entre 2011 y 2014. De un ingreso petrolero de US$40.000 millones en 2014 se pasó a US$12.000 millones en 2015, por una nueva caída brusca en los precios.

En la misma investigación, la BBC Mundo cita al economista venezolano Ricardo Hausmann, director del Centro de Desarrollo Internacional y profesor de la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard, quien vaticinó en sus declaraciones que para 2016 Venezuela no dispondría de los recursos para importar los bienes que necesita, por no haber utilizado responsablemente el boom petrolero en ahorrar con la mirada puesta en la época de “vacas flacas”, sino para quintuplicar la deuda externa y deteriorar la capacidad de producción. “Ese dinero se fue en gasto público e importaciones, creando un gigantesco déficit», dijo Hausmann.

La improductividad petrolera ha sido tal, que, de una producción de más de 3 millones de barriles diarios, en la actualidad apenas se alcanza los 700 mil (bd), según reporte de la OPEP del primer semestre de 2022.

Es evidente que no se hicieron las cosas debidamente en esta materia, pero Venezuela, específicamente la Costa Oriental del Lago, tiene aún sus suelos repletos de petróleo, de modo que pueda servir para darle un giro a las políticas económicas basadas precisamente en una menor dependencia de la actividad petrolera.

No es tarde todavía para sembrar nuestro petróleo, que sirva de apalancamiento de otros sectores productivos, en pro de revertir la avasallante y dilatada crisis nacional. Y así, con la instalación de empresas generadoras de riquezas y empleos, aliadas a los planes del Estado, redunde en mejores inversiones sociales y urbanas, donde la prioridad gubernamental sea la calidad de vida de su gente.

 

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