OPINIÓN

EL PAÍS DE LAS MARAÑAS.

POR EMIRO ALBORNOZ LEÓN

Venezuela, luego del paso destructivo del huracán revolucionario azotando durante más de veinte años los cimientos de la nación , ya no es el país petrolero ni el gran productor de hierro y sus derivados, ni una potencia agropecuaria por la calidad de sus suelos y el afán de los productores del campo.           

 Ya no es el país de las oportunidades que recibía inmigrantes de todo el continente americano, pero también de Europa y del Asia, en búsqueda de  trabajo y mejores condiciones de vida, propósito que lograban.                                     

Ahora, en tiempos de revolución,  es el país de las marañas. Aquí todo el mundo, o casi todos, andan «marañando» para poder sobrevivir al desastre que han dejado en Venezuela trece años de equivocaciones, de abuso de poder, de destrucción económica  de Hugo Chávez Frías, esperpento que sus seguidores justifican calificándolo como el gran legado. Y de pasapalo, ocho años, peores aún, de su hijo putativo, Nicolás Maduro,  quien no tiene puta idea de lo que es gobernar con sentido común y ha terminado dejando el gobierno en mano de los militares que si algo saben es hacer marañas.                                         

Pero veamos qué significa la palabra maraña según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.                   

Tiene numerosas acepciones: Puede ser desde un embuste inventado para enredar o descomponer un negocio. Situación o asunto intrincado o de difícil salida. Enredo de hilos o del cabello.                                             

Pero esos conceptos nada tienen que ver con la maraña que reina hoy día en todos los ámbitos del quehacer venezolano.                                     

En el «Maracucholario plus», ideado para explicar el uso, significado y raíz de palabras y expresiones del dialecto maracucho, de la «maraña» puede decirse que es de nueva data dentro del dialecto regional y nada tiene que ver con el significado que tiene en otras regiones del país que es sinónimo de embrollo.

La maraña es el trabajo ocasional que se hace y que normalmente es opcional a la ocupación ordinaria de la persona, también se le dice así al trabajo hecho provisionalmente con elementos diferentes al original, por lo que es común decir que fulano es marañero cuando ejerce el oficio que lo nombra o cuando  lo hace de manera deficiente. “Me salió una maraña para el fin de semana” “Hice una maraña para que sirviera la luz del carro”. También hace una maraña el mecánico que puentea un asunto eléctrico del vehículo y el cliente cree que lo han solucionado, pero no es así. Le han enmarañado la cosa

Es algo así como el refrán muy castizo de «Tener una pata en cada cabuyera» que resume el hecho que una persona haga muchas cosas a la vez o esté involucrado en diversos negocios, trabajos, ocupaciones, oportunidades, etc.

Es el típico ejemplo de alguien que está pendiente de las oportunidades para aprovecharlas. “A tu hermano no se le escapa una, siempre tiene una pata en cada cabuyera».

Pero va más lejos aún, y aquí sí está la cosa porque marañear la utilizan los militares, policías y cualquier efectivo de fuerzas de seguridad que se enfrentan y se entran a coñazos y hasta tiros,  por estar en una estación de gasolina donde  es costumbre  la maraña del cobro en dólares para surtir por «debajo e cuerda» a los vehículos cuyos conductores tienen que pasar largas horas y hasta días, a menester que se dejen marañar. 

Marañean los jueces y demás funcionarios de los tribunales ( y de qué manera) porque los salarios que ganan en esos cargos , vueltos sal y agua por la hiperinflación revolucionaria, no alcanzan para llevar una vida de calidad, con buena alimentación, acceso a la salud, viviendas dignas y demás placeres de la vida al lado de sus seres queridos.                                         

Los maestros, tienen sueldos miserables que no alcanzan ni para comer medianamente, con sus zapatos con más huecos que un colador, pero no tienen a quien marañar por razones de su apostolado, pero sí marañean en el mejor sentido de la palabra porque  han tenido que dedicarse a realizar otras tareas totalmente distintas a su profesión para poder sobrevivir al hambre revolucionaria, o, lo peor, forman parte de esa inmensa legión de venezolanos, calculada en más de cinco millones de almas que han tenido que abandonar el país para irse a marañar en otros confines.                                          

En realidad hay quienes marañean, en su concepto más perverso, y en Venezuela todos sabemos quiénes llevan el título en esas andanzas, porque pareciera que llevan en lo más recóndito de sus genes esa condición, pero la gran mayoría lo hace por necesidad y es allí cuando se pierde la condición de ciudadano.                                       

 En estos momentos de pandemia de Covid 19, hay serias denuncias que dan cuenta de marañas que están haciendo con las vacunas para inmunizar a la población. Y es una maraña del régimen haber vacunado en primer lugar a los diputados de la irrita AN electa el pasado diciembre, a la pareja presidencial, a los políticos del partido de gobierno y asociados antes que al personal de salud que están en primera línea de lucha contra la fatal enfermedad, sector al cual pertenece una quinta parte de los fallecidos según los datos enmarañados que ofrece el régimen. 

Marañean Maduro si son ciertas las acusaciones según las cuales el delincuente que la revolución llama diplomático, Alex Saab, el de los negocios con las cajas CLAP y presunto testaferro de Nicolás. Maraña Diosdado, los Ministros, los jefes militares, y de qué manera, mientras más 25 millones de venezolanos pasan el hambre hereje.                                               

La revolución ha convertido la maraña, la maraña mala, la que es extorsionadora, en una forma de actuar, al punto que si uno llega a preguntarle a un amigo cómo le va, qué hace, a qué se dedica en estos tiempos aciagos de revolución, la respuesta es: -bueno chico, marañando por aquí y por allá pa sobrevivir a Maduro, que ya es bueno.                                              

Es lamentable hablar de estas cosas pero esa es la Venezuela que ha quedado  luego del paso de esta especie de marabunta africana mal llamada revolución, y apellidada, para desgracia de Simón Bolívar que debe estarse revolcando dentro de su tumba violada, bolivariana.

Emiro Albornoz León

Periodista Educador.

 [email protected]                       

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