ESTAMOS A TIEMPO DE CORREGIR
El camino es empedrado y nos deleitamos tropezándonos. Se ha repetido hasta el cansancio que la condición principal para derrotar al régimen es la unión de todas las fuerzas que lo confrontan. Dijimos que, aun cuando no hubiese unanimidad, era conveniente participar en el evento del 21N, pero jamás desunidos. Hasta ahora ese imperativo anhelado por el pueblo no se ha logrado, pero se está a tiempo de evitar el suicidio.
El régimen tiene por política colocar obstáculos a todo indicio de salida a la tragedia, es decir su plan es eternizarse en el caos porque de eso saca provecho, pero esa estrategia es aderezada por la atomización de las fuerzas democráticas que se niegan a aprender la lección. Basta con recordar los episodios en que se ha colocado a la dictadura en jaque, el mate no llega, entre otras cosas, porque se desatan los demonios y las miserias humanas, la intriga y la ambición se adueñan del liderazgo; brota el personalismo y ese empeño ridículo en demostrar quien tiene más fuerza; persiste la desconfianza en la fuerza que representa el pueblo, que en medio de tantas calamidades, demuestra tener más sabiduría que el liderazgo al señalar el camino de la unión; y se exacerban conductas similares a las del régimen inicuo como el sectarismo, la exclusión y la hegemonía.
Enfermedades que se reflejan al no ver el 21N como un acto de protesta contra la tiranía, por el contrario lo han reducido al mero objetivo de lograr espacios y lo han asumido como una competencia absurda entre los factores democráticos en función de demostrar quien tiene mayor respaldo de cara al 2024, lo cual sugiere rasgos de claudicación y derrotismo. Ojala estemos equivocados, pero esta sería la peor y más triste señal que se envía, porque genera mayor incredulidad, abulia y rechazo de la ciudadanía.
Ahora bien, ante ello no podemos cruzarnos de brazos, ni sentarnos a llorar, o dejarnos arrastrar por la ola del pesimismo y la decepción; hay que ejercer presión para que se corrijan los entuertos, porque lo otro es seguir esperando milagros, o actos de magia, o cifrar esperanzas en que otros vendrán a salvarnos, como lo hacen ver quienes se oponen a todo. La tarea es lograr la unión en la mayoría de los estados antes del 21N, seguir desgastándonos en una pelea interna es un craso error. El Zulia logró candidaturas unitarias tras arduos debates, ese es un ejemplo que ha de transmitirse a todo el país, para impedir que el enemigo principal que es la dictadura haga fiesta con nuestra división.
¡Ojo!, lo electoral es sólo una parte del todo. Reiteramos este es un evento que debe ser aprovechado para reconectarnos con el pueblo y movilizarlo, para reagrupar las fuerzas y reanimarlas para luchas superiores, para debilitar al régimen y ponerle un muro de contención al esclavismo comunal; todo con miras a construir una gran fuerza capaz derrotar la dictadura. Cosa que es posible si se aprovecha su gran debilidad, sus enormes contradicciones internas, el rechazo de la mayoría de los venezolanos y su aislamiento internacional; a lo que se agregan los casos del “pollo” Carvajal, la extradición de Alex Saad, la actualización del Informe de la Bachelet, del Informe de la Misión de Determinación de Hechos sobre Venezuela y el factible enjuiciamiento de Maduro ante la CPI, que, dicho sea de paso, le restan capacidad de maniobras.
Acudamos a la gran reserva moral de nuestro pueblo, que en medio de su enorme descontento, sabe que está ante un campo minado que puede explotar en cualquier momento. Pero, el parto de una nueva Venezuela requiere una mejor organización, una dirección política consustanciada con la ética y que se enciendan muchas mechas, siendo una de ellas la rebelión del voto este 21N.
ING. GOLFREDO DÁVILA
VANGUARDIA POPULAR.
