EXPLOTÓ EL TUMOR
POR: ANTONIO URDANETA AGUIRRE
Habrá que redundar para facilitar la comprensión y la valoración de las opiniones contenidas en el presente artículo. El 10 de enero de 2013, previa violación intencional del artículo 233 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, sorpresivamente Nicolás Maduro fue juramentado por la Asamblea Nacional como Presidente de la República, ante la imposibilidad física de Hugo Chávez, quien había resultado electo para dicho cargo en diciembre de 2012, pero estaba gravemente enfermo.
Es obvio que tanto Maduro, como quienes lo impusieron en el cargo, incurrieron en un vulgar acto de usurpación del poder. De modo que el impuesto funcionario nunca fue, ni ha sido, ni será Presidente de la República; sigue y seguirá siendo un usurpador, porque el sujeto quedó inhabilitado para legitimarse a posteriori. Era necesario recordar tan enojoso evento, además parece incluso oportuno, porque para algo inconfesable lo necesitaban quienes lo colocaron donde todavía está, sin que nadie haya movido un dedo para señalar y denunciar tan grave delito. ¡Quizás esta sea la causa por la cual la delincuencia, en todas sus formas, se ha apoderado del país!
Sin pretender establecer una coincidencia entre el episodio narrado y la explosión de un tumor de la corrupción que se le atribuye al régimen que encabeza Maduro, según afirmaciones de respetables y acreditados voceros de la comunidad internacional, Nicolás Maduro, ni corto ni perezoso, tal vez pensando en lo que ese golpe significaría para su reelección, insurge como un límpido abanderado contra el saqueo del que ha sido objeto Venezuela, en los últimos 24 años. Debe ser que al hoy usurpador del poder en el Ejecutivo del Estado, se le ha olvidado que ese tiempo él fue cómplice necesario de Hugo Chávez hasta 2012 y, desde entonces, actor directo de todo lo malo y lo poco bueno que ha ocurrido en nuestro país. ¡A otro perro con ese hueso, Nicolás; te corresponde reconocer tu culpabilidad públicamente! Será imposible que ante Venezuela y el resto del mundo, tus posibles alegatos logren hacer cambiar de opinión a la gente. La sombra de la corrupción te perseguirá hasta donde mereces estar por mucho tiempo. Allí te verán aunque sea por una rendija.
¡Tu día llegará!
