LA VENEZUELA DESTRUIDA POR LA REVOLUCIÓN
POR EMIRO ALBORNOZ LEÓN
La Venezuela de esta tragedia que han dado en llamar revolución bolivariana o socialismo de no sé qué siglo, es una nación de ciudadanos desesperanzados que observan, inermes, como se ha ido perdiendo todo por culpa de una banda de maleantes comunistas que sólo tiene el apoyo de las armas de la Fuerza Armada Nacional, que para más arrechera son del pueblo venezolano.
Es la Venezuela destruida casi hasta en sus cimientos, donde la casi totalidad del pueblo está golpeada por ese flagelo, tan peligroso como la pandemia del Covid 19, que es el hambre, un hambre colectiva, una hambruna.
Es la Venezuela donde el salario mínimo que gana un trabajador mensualmente equivale apenas a 82 centavos de dólar, realidad que debe llenar de vergüenza a ese dictador que nos oprime al saber que en una pobres nación, como Haití, que no tiene una gota de petróleo, los trabajadores ganan entre 70 y 80 dólares mensuales y sin embargo, ganando setenta veces más que los venezolanos, es una nación considerada pobre porque ese salario está considerado de hambre.
Nicolás ha sido más destructivo y peligroso que la misma pandemia porque en Venezuela son millares de ciudadanos, niños, jóvenes, adultos y ancianos, que han rendido sus vidas ya sea por hambre y las consecuencias que trae aparejadas este flagelo; porque desaparecieron las campañas de vacunación y miles de niños mueren por enfermedades que se hubieran podido evitar.
Muchos han dejado sus vidas en las emergencias de los hospitales de todo el país abandonados a la buena de Dios por privilegiar un sistema de salud importado desde Cuba, para justificar los miles de millones de dólares que se han ido a manos de los dictadores cubanos, sistema que igualmente fracasó.
Mueren a consecuencia de la inseguridad porque en tiempos de revolución la delincuencia campea por las calles y anda con el moño bien suelto. Es el caso de la capital de la república donde unos cabecillas de bandas, perfectamente identificados en los medios de comunicación y redes sociales, son quienes gobiernan en barriadas y avenidas donde a diario se registran enfrentamientos y muchas balas perdidas terminan en los cuerpos de víctimas inocentes. Nicolás Maduro es un verdadero cáncer incrustado en el cuerpo de Venezuela y ha hecho metástasis. Ese mal hay que extirparlo y la mejor forma es sacándolo del poder a punta de votos democráticos de los venezolanos, pero el tipo se resiste y se niega a dar garantías de unas elecciones libres, como las está exigiendo el pueblo venezolano, con un organismo electoral sin comadres ni compadres alcahuetas, y con supervisión internacional que le den garantías al pueblo que su voto será respetado para acudir masivamente a las urnas a echar esta alibabaeña banda del poder. Nicolás y sus compinches saben que más del noventa por ciento de la nación venezolana lo rechaza por ser el único responsable de la tragedia que nos embarga y ha hecho emigrar a más de cinco millones de compatriotas, la sexta parte de la población, en búsqueda de un futuro que este disoluto y corrompido régimen tiene confiscado.
Aquí no hay ninguna guerra económica ni nada por el estilo. Aquí lo que hay es un régimen dirigido por una caterva de incapaces a cuya cabeza se encuentra Nicolás Maduro y una camarilla comunista que se han enriquecido con el dinero del pueblo venezolano y han destruido cuanto habíamos forjado en esos cuarenta años de verdadera democracia pero muy vilipendiados con el cuento de la democracia puntofijistas, que es precisamente a la que se le debe todo el desarrollo social y económico que alcanzó nuestra país desde 1958 hasta el momento que esta plaga revolucionaria asalto el poder disfrazándose de demócratas.
Emiro Albornoz León/Periodista.
