POR: DR. PEDRO DUARTE
El título de este artículo surge al recordar las reflexiones de una de las mentes más brillantes que ha tenido la humanidad en los últimos siglos, quizás un desconocido en nuestro medio, a quien Alejandro Manzoni, poeta y narrador italiano, representante del romanticismo de su país, lo definió como: “Una de las seis o siete grandes inteligencias que Dios ha regalado a la humanidad y que no concede sino a distancia de siglos”, me refiero a Antonio Rosmini, un gran hombre, Sacerdote, Filósofo y Teólogo de los años 1.800 en adelante, más o menos en los tiempos de nuestro Libertador Simón Bolívar, profundamente adelantado para su época; un gran pensador, que tuvo como principal vocación escribir libros, que permitiera llevar a los Hombres desde la razón hasta la fe.
Tomando muy en serio su vocación como escritor, al final de sus días, su producción literaria se extendió a más de 90 volúmenes que abarcan prácticamente todo el conocimiento humano, tanto en filosofía, teología, antropología, psicología, también algunos volúmenes en teodicea, quedando muchas obras pendientes por terminar. Cultivó además la amistad, llegando a escribir más de 144.000 cartas, convertidas en volúmenes, dirigidas a grandes pensadores de su tiempo, escritores, incluso santos, dentro de ellos San Juan Bosco.
La corriente filosófica donde se sitúa a Antonio Rosmini es la platónica agustiniana. Sigue el pensamiento de estos dos filósofos pero sin dejar a un lado la filosofía y la teología de Santo Tomas de Aquino; teniendo siempre como centro de su filosofía a la Persona Humana, una especie de personalismo y es por eso que en uno de sus libros escribiendo sobre filosofía del derecho escribe que la persona es el derecho subsistente, es decir el mismo derecho subsiste en el Ser Humano, es una filosofía del Ser la de Rosmini.
Además de escritor, fundó una Congregación religiosa que lleva por nombre “Instituto de la Caridad”, esto ocurrió el 20 de febrero de 1.828, en el calvario de Domodossola, Italia. Dedicándose a la caridad en sus tres formas, según Antonio Rosmini, la caridad material, la caridad intelectual y la caridad espiritual. Actualmente se ha extendido a ocho naciones, incluyendo a Venezuela, donde de manera especial podemos mencionar el Colegio Italo-Venezolano Antonio Rosmini, ubicado en la ciudad de Maracaibo, el Colegio Italo-Venezolano Juan XXIII en el municipio Cabimas, Estado Zulia, así como el noviciado y la casa de retiro ubicados en el Alto de Escuque, Estado Trujillo.
Antonio Rosmini en sus meditaciones sobre las Sagradas Escrituras, a la cual dedicaba una hora diaria de reflexión luego de la Eucaristía, llegando a leerla completa en más de 8 oportunidades, se encuentra con la interrogante de cómo resumir o sintetizar el evangelio en seis máximas, es decir en seis mensajes principales, en seis lemas, de allí nace el libro MAXIMAS DE PERFECCION CRISTIANA, un resumen, una síntesis de lo que encontramos en el evangelio.
Estas máximas producto de sus profundas reflexiones sobre las Santas Escrituras son: Desear con todas tus fuerzas agradar a Dios; Dirigir todos los pensamientos y acciones al incremento y a la gloria de la Iglesia de Jesucristo; Permanecer en perfecta tranquilidad acerca de todo lo que ocurre por divina disposición, no solo por lo que se refiere a sí mismo, sino también respecto a la Iglesia de Jesucristo y trabajar por ella siguiendo la divina llamada; Abandonarse totalmente a la Divina Providencia; Reconocer íntimamente la propia nada; Disponer todas las ocupaciones de la vida propia con espíritu de inteligencia.
A propósito de la quinta máxima “Reconocer íntimamente la propia nada”, entre tantas cosas, el filósofo Antonio Rosmini nos hace ver que el Cristiano debe tener esculpidas en su mente las razones de su nada: Primero, las que demuestran la nada de todas las cosas; luego, las que humillan específicamente al Hombre; en tercer lugar, las que humillan su persona.
“Nadie se hace sabio sino emplea mucho tiempo y esfuerzo en aprender”
Antonio Rosmini
Dr. Pedro Duarte
Abogado
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