UN DÉJÀ VU REGIONALERO
POR: NORIS MARÍA HERNÀNDEZ
Y de repente desperté de mi rápido letargo. Fue como un pestañeo. Mi rostro tenía una sonrisa de gratitud nostálgica. Acababa de tener un déjà vu. El más certero de todos los que mi mente y memoria me ha permitido vivir.
Vi mi querido diario El Regional del Zulia, donde laboré por más de 20 años, volver a las manos de un pregonero. De Belkis Bravo, la de la esquina de la catedral de Cabimas, para ser más exacta. Ella ataviada de su tradicional chaleco amarillo con el logo de El Regional detrás. Su mano izquierda en uno de los bolsillos delanteros del chaleco ful de billetes de 20 bolívares, de los de antes, no de los «sinceros» de los que habla en los artículos que publica en sus redes sociales el profesor Julio Quijada.
Arregladita como era común verla. Jeans ajustados, su pelo recogido. La verdad no sé por qué mi mente no me trasladó a la esquina de la calle Rosario con Miranda, es decir, al concurrido kiosco de periódicos de Isabel, la carismática señora de los vestidos grises, o ver al “chuequito” del semáforo de R-10, no sé su nombre, pero lo veía si pasaba a primeras horas del día por ese lugar. Bueno no importa, déjà vu es déjà vu.
Para continuar con la imagen que, en medio de mi película de cinco segundos, vi como cierta. Belkis levantaba su brazo derecho apretando un «Regional», así como si quisiera que nunca dejara de estar entre sus manos. En la esquina sobre la acera un lote de regionales apilonados junto a otros bultos de periódicos de la región. Verséale, casi lloro cuando recuerdo mi fugaz imagen. Belkis tenía una mirada de agradecimiento, pues la venta diaria de regionales le permitió por más de una década llevar el sustento a su hogar. Hasta sus embarazos los pasaba en esa esquina ofreciendo a los lectores ejemplares de nuestro querido diario El Regional del Zulia.
Creo que ese déjà vu es la manera de recordar mi amor por este gran periódico, ese que hoy cumple 31 años bien cerquita de la gente.
Son ya tres décadas y un añito más de aquel día cuando Don Francisco González se ganaba la primera plana del periódico por sus más de 100 años de vida, y sus célebres palabras a través de un comercial del extinto Banco Industrial de Venezuela: He vivido muchísimos años, trabajando siempre. He criado hijos y nietos…He tenido la fortuna de ser venezolano por más de 100 años. He dado lo mejor de mí. Le he cumplido a Dios, a Venezuela y a mi familia. Y a ustedes les digo, hagan lo mismo, este país merece ser grande. ¿Lo recuerdan? el viejito de sombrerito, cuyo rostro fue la foto principal de ejemplar número Uno de El Regional del Zulia, ese 30 de septiembre de 1990.
Que honor sería para la Costa Oriental del Lago si su diario, luego de tres años fuera de las calles, regresara para mantenerla informada de lo que sucede a su alrededor, de los problemas de sus comunidades y para ser, como siempre, la voz de los silentes.
Al darme cuenta de que se trataba de un déjà vu, sólo me quedó agradecerle al investigador y psíquico francés Émile Boirac (1851-1817), que al menos sepa que se trataba de una breve visión irreal, producto de mis deseos de querer ver a mi diario nuevamente en manos de sus lectores. Entonces me dirigí a encender mi computador a darle clip al link diarioelregionaldelzulia.com, para, en su versión digital, informarme del acontecer noticioso de la COL, del Zulia, de Venezuela y el mundo.
Lo que deduzco de mi letargo que en segundos me llevó a la realidad, es que la prensa escrita, vista siempre como enemiga del político mal sano y a la vez como plataforma aliada del ciudadano de a pie que desea ser escuchado; sí volverá. Sea en papel, señales de humo, satélites, fibra óptica, ondas hertzianas, como sea, seguirá a la vista de sus lectores, y sus gritos libres, siempre tan profundos y extensivos, llegarán a cada rincón del planeta. Estoy segura de que El Regional del Zulia ya afina su garganta para ser el primer emisor de esos anhelados gritos de libertad comunicacional.
