viernes, mayo 3, 2024
PENSAR CON CRITERIOS

Que los vientos que se aproximan sean de cambios

A escasos días para finalizar este movido año 2023, espero en Dios y en la voluntad política de propios y extraños, que el venidero sea de cambios coherentes, de esperanza. Que los vientos alisios vengan cargados, además de lluvias, de humo blanco para esas naciones que hoy viven los horrores de los conflictos armados; y para otras, cuyos gobernantes se empeñan en desenterrar el hacha de la guerra contra naciones hermanas, alejados del derecho que asiste a los pueblos de vivir en santa paz.

No es que detracte de la defensa de la soberanía, como el caso venezolano contra el gobierno guyanés, de Rusia contra Ucrania, de Israel contra Gaza, entre otros tantos; sino que soy contraria, a niveles inimaginables, de los deseos expansionistas del mundo.

En el caso de Venezuela, el régimen, tras sumir este país en la más increíble pobreza, incapaz en estos momentos de mantener el bienestar social de su pueblo, ahora se empeña en anexar a la brava territorios en reclamación a expensas de las verdaderas necesidades de su gente. No se trata a mi entender de “dejar hacer dejar pasar”, pero sí de manejar con cordura el problema, apelar a las negociaciones diplomáticas y dejar que la Ley decida. Si tiene todo a su favor no hay que temer. La idea no es irse a los cuarteles a sonar tambores de guerra, porque el pueblo venezolano no está para eso ni sus soldados están preparados para enfrentar acciones bélicas de esta magnitud.

Guyana se prepara con sus aliados, que ya suman bastante, y Venezuela se confía en que en las últimas décadas se armó hasta los dientes como un Kim Jong-un cualquiera, para supuestamente enfrentar a sus poderosos enemigos; pero recordemos que esas armas no se disparan solas, y que por más que el ejército de Bolívar esté minado hasta el tuétano de mercenarios extranjeros, esto no será suficiente a la hora de un conflicto armado, que de por sí es innecesario, en contra de naciones que van de la mano “interesada” de Estados Unidos y los “avispaitos” miembros de la Comunidad del Caribe (Caricom), que cuando el Régimen del presidente Chávez les regalaba petróleo a cambio de apoyo político, sonrieron agradecidos hacia Venezuela, ahora están abiertamente del lado de Georgetown por la intención guyanesa de explotar petróleo a gran escala en territorio Esequibo. A todas lucen están pescando en río revuelto.

Sí creo que cuando algo es propio bien sea por cuestiones de historia, de regalos, de compras, de lo que sea, lo es y siempre será así. Si lo que te pertenece es real y legal, el respeto a esa propiedad, en caso de que sea usufructuado, se puede dirimir por las vías legales.

No quiero hablar de la raíz cuadrada de este conflicto entre los gobiernos de Guyana y Venezuela, y menos cuando mis pensamientos están alineados a que se pueda, por la vía democrática, este año 2024 lograr el cambio de gobierno que la mayoría de los venezolanos desea; por ello solo diré este en el caso del Esequibo: al César lo que es del César.

Mi cartita al Niño Dios

En mi cartita al Niño Dios escribí con letra clara y criterios propios el deseo de que mis lectores saquen sus propias conclusiones sobre los que dejamos atrás y qué debemos tener al frente este próximo año, para que así tomen decisiones coherentes.

Que a Venezuela lleguen los cambios buenos que añora con vehemencia, para que su pueblo retome su senda democrática y comience a transitar senderos de libertad, de respeto a los derechos humanos, para que así logre encontrar el bienestar que merece.

Que Colombia por fin consiga su camino a la transformación social que tanto necesita, pero que lo haga sin violencia, sin trampa, sin mentiras.

Que Argentina salga de su crisis económica y que valga la pena el sacrificio que hoy se le impone a su pueblo.

Que los nuevos aires democráticos de Ecuador le permitan dar un respiro a la violencia organizada y callejera que allí se vive.

Que Perú y Chile dejen a un lado su xenofobia y comience a darse la mano con sus hermanos.

Que el Salvador siga siendo ejemplo de avance.

Y por supuesto que caiga la dictadura nicaragüense y cubana, no sin antes que EE UU consiga la cura para la demencia senil a ver si su Presidente logra entregar el poder sin dejar tras de él una estela de confusión y ausencias mentales que tanto daño le están haciendo a la solución de los conflictos geopolíticos a los que se enfrenta.

Pequeño receso

Queridos lectores haré un receso en la publicación de mis reflexiones a través de esta columna hasta la segunda quincena de enero 2024 por las actividades decembrinas, porque es necesario, ya que estos son tiempos de unidad familiar. Por ello les dejo hoy mis mejores deseos de Navidad y Año Nuevo, sin olvidar que entre tantas cosas que esperamos del venidero año a veces olvidamos que el año viejo también dejó cosas buenas. Este 2023 no fue la excepción, y nos dejó el fin de un extenuante siglo de reinado Isabelino, la primera miss Universo para Nicaragua, 4 hermanitos sobreviviendo solos en la inhóspita selva colombiana por más de 40 días, zulianos ganando un mundial de robótica, el triunfo contundente de María Corina Machado en las primarias  que devuelve la esperanza en la democracia venezolana, el jardinero venezolano de los Bravos de Atlanta, Ronald Acuña Jr., ganando de forma unánime el premio de Jugador Más Valioso de la Liga Nacional, un nuevo balón de oro para Lio Messi, una Vinotinto con las uñas y dientes puestos en el mundial FIFA 2026, y casi finalizando el año una muy buena para el régimen chavista, 30 presos políticos, 20 venezolanos y 10 estadounidenses, libres a cambió del “pobrecillo” de Alex Saab, supuesto testaferro del presidente venezolano Nicolás Maduro tras una cuestionada negociación con Washington. Fueron tantas cosas bonitas que pasaron en todo Mundo y que de una u otra forma son señales de esperanza para la humanidad y en especial para Latinoamérica, que le damos un fortísimo abrazo de agradecimiento a este gran 2023.

Bueno lo importante es que estemos listos para decir adiós a un 2023 pincelado con el rojo de la sangre en Gaza e Israel, implosionado por los misiles que siguen cayendo sobre Ucrania, desalentado por los muertos por hambre en los países tercermundistas, inquebrantable en la lucha por el respeto a los derechos humanos, agobiante por las fronteras atiborradas de migrantes que huyen de sus países con la mirada fija en su sueño americano; con calles, escuelas, hogares, centros deportivos, sumergidos en la violencia. Por todo esto sigo pidiendo, porque nada me cuesta mirar hacia arriba, que los cambios lleguen, que la luchas logren sus victorias, que las guerras cesen y que el mundo sea más libre y humano.

Espero en Dios que la humanidad logre abrirse camino hacia una ruta de clima cálido, de recursos naturales renovables, de aire puro, sin virus y sin cambios que amenacen su exterminio.

Muchas cosas malas pasaron, pero también muchas buenas, quedémonos con las buenas y deseemos en posición de yoga que el año entrante sea el del cambio en todos los aspectos, políticos, sociales, económicos, culturales. Que en la mesa de Navidad no falte una hallaca, que la noche de fin de año sea de unión, de maletas, de alegría y por supuesto de esperanza.

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