sábado, mayo 4, 2024
PENSAR CON CRITERIOS

Tiranía Doméstica

Sí, a pulso, a cuentagotas, la dirigencia revolucionaria “pesuvista” liderada por el extinto Hugo Chávez y secundada por los números uno y dos del régimen actual, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello; ha impuesto una tiranía doméstica en Venezuela. Esto no es una pesadilla para unos ni un sueño maléfico para otros, es la realidad. Lo corrobora la falta de libertades que existen en este país, y no hablo de la libertad de expresarse libremente, que si lo revisamos a fondo también está desgastada con la ilusión de que se puede decir lo que se piensa, pero con líneas y pensamientos presionados y intimidados por el hambre sobre las ganas de que todo cambie; hablo es de la falta de libertades sociales, económicas y culturales, que a la vista se ven inexistente para el pueblo de Bolívar.

El venezolano de a pie es sometido en una mazmorra pública donde caben millones, sin que se tropiecen unos con otros. Venezuela es una cárcel sin espacio para movilizarse libremente, donde las prebendas bajo cuerda son las que te permiten sobrevivir. Mojas la mano de tus captores con fidelidad política, que es lo que los mantiene en el poder, para que, con su benevolencia diabólica, te entregue algo a cambio para que te alimentes. Esta táctica es la clave para mantener la bota roja rojita sobre nosotros hasta ahora. Lastimosamente, a pesar de haber sido advertidos años atrás con un ejemplo viviente como Cuba, caemos redondos ante sus pies con nuestras rodillas en tierra, vitoreando un régimen que, como escuché por ahí: es más destructivo que una guerra.

Sin alimentos, nutridos solo con la esperanza que les ofrece el socialismo del siglo XXI de visibilizarlos ante el mundo, los venezolanos luego de años de desgobierno siguen inertes aferrados a la esperanza de que todo acabe por la vía legal, a través de unas elecciones sin garantías reales, aceptadas con la idea viva de que esta vez las cosas se harán bien, que se respetaran los resultados y que ellos serán la voluntad del pueblo.

La duda nos invade a todos, porque el libreto es el mismo: un régimen amenazante colocando sus condiciones absurdas, como la liberación de sus testaferros presos en EE UU, el manejo libre de recursos retenidos en el exterior para poder enfrentar a punta de sobornos la campaña electoral del próximo año, y actores electorales impuestos por ellos; es decir, cobrarse y darse el vuelto como siempre.

Sin condiciones sin imposiciones podría abrirse la brecha a la esperanza de recuperar Venezuela para el bienestar de su pueblo, de lo contrario solo será hacerle el juego a Nicolás Maduro y a Diosdado Cabello para que sigan con sus tropelías contra sus connacionales, manejando sus grandes fortunas y beneficiando gobiernos opresores como Irán, China, Rusia, entre otros, a los que los recursos del país se han ido sin que nadie chistee ni un tantico, solo porque no queremos despertar el león dormido que se traduce en abusos de poder contra el adversario.

Y sí, también es cierto que lograron adormitar la esperanza de volver a vivir en libertad, cuando por más de 20 años la sedaron a fuerza de amargos y violatorios encarcelamientos, banales promesas y con dádivas, que lejos de acrecentar su bienestar, acrecienta la imbecilidad de un pueblo transformado en pereza, corrupto y dominado por la falta, no de esperanza sino de nacionalismo.

Bolívar ya no es ejemplo para un pueblo que forjó con elucubrantes sueños concretados con la libertad de cinco naciones. Bolívar ya no es digno de emular, pese a que delirante y patriota, dio su vida por la independencia de Venezuela, e instándolo a que valorara el significado de ser forjadores de una patria libre, fortalecida en la moral y esquiva al yugo de los poderosos.

Estaría de más enumerar el objetivo de esta tiranía doméstica que reina a sus anchas en Venezuela y que no asoma ninguna posibilidad de acabarse a corto plazo; pero sí podemos enumerar los resultados de esta minidictadura, que a veces se aleja del ámbito doméstico y amenaza con expandirse a otros países, que, sin atender los cercanos visos cubanos y venezolanos, se empeñan en obtener los mismos resultados; opresión, pobreza, abuso de poder, violación de derechos humanos, descaro, enriquecimiento ilícito, entre otras tantas cosas que se han ido ocultando detrás de la máscara de una democracia en cuyo interior existe una evidente y descarada tiranía.

Guerra avisada no mata soldado, aunque a veces se muera risoriamente a mano propia, instados por los desmanes de estos tiranos que absurdamente quieren seguir gobernando pueblos fantasmas que les sirvan solo de mazmorras como el desaparecido pueblo de Ortiz de Miguel Otero Silva en su insigne novela Casas Muertas. Generalmente el dictador es el hombre de la casa, el que ordena, que decide quién se queda y quién se va, quién come y quién no, ejerce la violencia sobre su pueblo sin importar si es mujer o niño o si se trata de un mismo familiar como lo demuestra reiteradamente el todopoderoso norcoreano Kim Jong-un, tirando a los peros a su tío para que muera o envenenando a su hermano para evitar que le arrebate el poder. Díganme entonces si la realidad no está superando la ficción en este noble país bolivariano.

Quedará esperar por ese orden cíclico de la vida o por la posición de los astros, para que los venezolanos tengan una posibilidad de buenas nuevas que se traduzcan en la libertad que anhela y por la que no lucha como Bolívar, sino que aguarda como el cazador furtivo. Lo que si es cierto es nuestro anhelo nacional de poder escribir un nuevo cuento de hadas al final de esta pesadilla tiene que cumplirse así aguardemos unos 100 años, por eso que dicen que no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista. Mientras tanto seguiremos a la espera de esa nueva República con la que se escribirán las páginas de esta necesaria historia post chavista.

Necesitamos una República más moral, más libre, menos egoísmo, menos corrupta, menos apátrida.

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