viernes, abril 26, 2024
PENSAR CON CRITERIOS

Tragedia de Texas: Sueños rotos

Si algo ha tocado las fibras de mi ser, nublando mis ojos con la desesperanza oscura y profunda provocada por la grave situación económica, política y social por la que atraviesa Venezuela; ha sido la tragedia de Texas, donde murieron, hasta ahora, ocho venezolanos y otros 9 resultaron gravemente heridos y se recuperan en un hospital de la zona fronteriza de Brownsville-Texas. Allí ocurrió el ataque despiadado de un desquiciado del que aún se desconoce la razón por la que arrolló con su camioneta a un grupo de entre 20 y 25 venezolanos que se encontraban sentados en la acera de una parada de bus, esperado abordar una unidad rumbo a la ciudad de San Antonio para iniciar así la larga carrera por su sobrevivencia, tras ser liberados del Centro Obispo Enrique San Pedro Ozanam, donde a diario se reciben entre 300 y 400 migrantes en su mayoría venezolanos.

No hablaré de la muerte de estos connacionales que lamentablemente perecieron a un paso de iniciar su extenuante lucha por instalarse favorablemente en un país lleno de obstáculos sociales, económicos y legales, lleno de rechazo, lleno de dureza humana; pero sí hablaré del significado de la ruptura abrupta de esos sueños, de ese esfuerzo, de ese anhelo, equivocados o no, de querer encontrar mejores condiciones de vida.

Cada vez que observo una Venezuela donde familias enteras han sido reducidas a unos cuantos adultos mayores, viviendo de las remesas que envían sus familiares del exterior toda vez que sus pensiones se les va en comprar unos cuatro kilos de harina y uno de arroz, o un blíster de  Losartan para el control de su tensión, o cuando veo de cerca la disgregación familiar en un país que se caracterizó por la unidad fortalecida de su población; no me queda más que mirar hacia arriba para preguntar qué tenemos que esperar y hacer para que esto pare.

Sé que la salida está en nuestras manos, que no son los gringos ni los europeos ni mucho menos los espíritus de nuestros héroes independentistas, quienes vendrán a ayudarnos. Está claro que la carencia de líderes sanos, comprometidos y de talante nacionalista e interés colectivo, es la piedra de tranca para erradicar la peste negra que padece la tierra de Bolívar, amenazando con su exterminio, y que fue enquistada con desparpajo por la mano roja rojita del mal llamado socialismo del siglo XXI.

Pero a Enyerber Cabarcas, de 23 años, proveniente del barrio Integración Comunal de Maracaibo, Zulia. Brayan García, de 24 años, casado y padre de una bebé de 7 meses, también de Maracaibo, Zulia. Héctor David Medina Medero, de 24 años, barbero nacido en La Velita, Miranda, del estado de Falcón. Cristian Jesús Sangronis Rodríguez de 19 años, proveniente del Aragua. Richard Bustamante Pérez, de 27 años, oriundo de Guanare y ex funcionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc), donde se desempeñó como detective por cuatro años hasta 2023, cuando decidió emigrar cruzando la selva del Darién con dos amigos, quienes también fueron atropellados y ahora se encuentran en cuidados intensivos. Jorge Luis Flores, albañil de 34 años, originario de Punto Fijo, Carirubana, en el estado de Falcón, quien emigró, junto a su esposa y sobrinos, a los Estados Unidos, donde solo él logró pasar el control migratorio. Además de otros dos aún sin identificar. A todos ellos se les acabó el camino. Así como lo refiere Gabriel Gallardo, convaleciente en un hospital y con una de sus piernas amputadas; sus sueños se rompieron esa mañana del pasado 7 de mayo frente al albergue que los cobijó por unos días, y bajo las ruedas de un demente xenofóbico, a quien no le importó que también sus connacionales viven a diario esta misma situación, arriesgando sus vidas para cruzar hacia Estados Unidos donde buscan vivir su sueño americano.

George Álvarez, hispano de 34 años, es el aberrante mexicano autor de esta nueva masacre, si le sumamos la reciente incineración de 39 migrantes en un refugio en México, entre los cuales se encontraban 8 venezolano; fue detenido y responderá a los cargos por homicidio y tentativa de homicidio. Pero su condena no es el punto álgido de esto cuento macabro, la cuestión es por qué siguen ocurriendo y cuál es la raíz de tanta xenofobia contra los venezolanos.

Está claro que nuestros hermanos negativos son el caldo de cultivo de este rechazo sin cuartel, pero también lo es un régimen que no mueve un dedo para que esto no siga pasando. El cambio tiene que llegar. No queda tiempo. El venezolano tiene que retornar y encontrar el país que merece. Tienen que volver las oportunidades, la seguridad social y las garantías constitucionales, que le permitan disfrutar del bienestar que buscan en otros países donde ni siquiera son bienvenidos.

Diosdado Cabello uno de los artífices de estas desgracias criollas, sostiene reiteradamente que regresen, que aquí se les espera con los brazos abiertos, que inviertan e instalen sus emprendimientos en este país que les brinda todo tipo de oportunidades y garantías; pero resulta que son solo falacias para oculta todo el mal manejo del Estado que durante más de 20 años han llevado a Venezuela a un despeñadero social y político.

Quién puede invertir cuando el país no ofrece ni siquiera la opción de movilización, ya que la mayoría de los venezolanos se encuentran varados frente a una bomba de gasolina a la espera de combustible. Además, la permisología necesaria para instalar legalmente los emprendimientos es por demás costosa, llena de trabas corruptas que solo buscan despellejar al comerciante, quien prefiere funcionar al margen de la ley que gastar en vano lo que tienen para invertir. Sin contar que el comerciante se mueve en medio de una incertidumbre económica y fiscal de grandes magnitudes. Entonces, no es criticable que un joven busque en otro país las condiciones sociales y económicas que aquí les son negadas.

“Pasamos una selva, cruzamos ocho países pasando frío y hambre, sed”, para acabar así, se dicen tantos migrantes que pasan por estos horrendos sucesos. Sin embargo, creo que estas tragedias no harán mella en su deseo de migrar. La avanzada no se detiene y no valdrán muros, selva, atropellos, leyes ni la misma amenaza de muerte para detener el camino del migrante. En las manos de los gobernantes está ofrecer garantías a sus pueblos para que no busquen en mano ajena la ayudan que merecen y esperan.

 

Foto/Tomada de la Web

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